Dime que tipo de arte es el que más te gusta. ¿Por qué?
Si me pongo a hablar de arte...
El arte es la suavidad de la fuerza. El arte es ver la oscuridad y oír el silencio. El arte se ve, se huele, se oye, pero sobre todo, el arte se siente. Presión en el pecho, latidos en los oídos, y la respiración acelerada de repente porque tus cinco sentidos y quizá alguno más están ahí, en el lienzo, en la fotografía o en las páginas del libro.
No hay una forma de hacer arte. El arte nunca está mal, porque no hay normas, solo las que dicta tu cabeza, y no hay más límites que los del lienzo. El arte no se puede definir. Son colores, sonidos, que hablan por sí solos. Si lo sientes, es arte, y es lo único que importa.
Si tengo que elegir, los restos de pintura seca sobre mis manos y las manchas de lápiz consiguen que me sienta en casa. Cuando estoy deprimida, o enfadada, cuando me siento perdida, cojo un pincel y, por unas horas, todo desaparece. La música consigue también ese efecto sobre mí, las notas colándose por mis oídos con tanta fuerza que el resto del mundo se queda en silencio.
Le debo la vida al arte, eso desde luego.
El arte es la suavidad de la fuerza. El arte es ver la oscuridad y oír el silencio. El arte se ve, se huele, se oye, pero sobre todo, el arte se siente. Presión en el pecho, latidos en los oídos, y la respiración acelerada de repente porque tus cinco sentidos y quizá alguno más están ahí, en el lienzo, en la fotografía o en las páginas del libro.
No hay una forma de hacer arte. El arte nunca está mal, porque no hay normas, solo las que dicta tu cabeza, y no hay más límites que los del lienzo. El arte no se puede definir. Son colores, sonidos, que hablan por sí solos. Si lo sientes, es arte, y es lo único que importa.
Si tengo que elegir, los restos de pintura seca sobre mis manos y las manchas de lápiz consiguen que me sienta en casa. Cuando estoy deprimida, o enfadada, cuando me siento perdida, cojo un pincel y, por unas horas, todo desaparece. La música consigue también ese efecto sobre mí, las notas colándose por mis oídos con tanta fuerza que el resto del mundo se queda en silencio.
Le debo la vida al arte, eso desde luego.