Los montones y montones de papeles se apilaban sobre la mesa sin encontrar un principio y un fin; dibujando un caos imperfecto en ese infinito que hacer de su oficina. Pasaba las manos por las inumerables letras de documentos sin firmar y de palabras todavía por leer y una extraña sensación de felicidad le embargaba por dentro; creciendo con fuerza en su pecho y extendiéndose hasta su columna y su vientre. Era feliz, no cabía duda, lo era y a pesar de la distancia sabía que él también lo era. Había dejado de decir su nombre, de mirar su rostro, de perder en lo más profundo de sus ojos afilados e inteligentes, casí había olvidado el sonido de su voz sin ser através de un aparato tecnológico pero todo aquello era estúpido; porque lo más importante, aquello que realmente importaba, eso no lo había olvidado. El olor de su cuerpo por las mañanas, las caricias que aquellas manos de largos dedos le dedicaban sin pedirlo, el brillo de su sonrisa, el sentimiento profundo de que el mundo se derrumbaba cuando su voz estallaba entre la multitud. Dicen que el amor nunca muere, dicen que cuando se ama de verdad es para siempre, sin importar la distancia, el tiempo o las personas que se conozcan. Zhang Yixing no lo comprendía, hasta ese día. Dio la vuelta a aquella mesa de oficina, jugueteando con sus dedos sobre los montones de papeles apilados, no había nadie a ese otro lado, pero él sabía que siempre habría alguien en su corazón.
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Siento muchísimo el retraso, dios mio casi un año ha pasado, espero que aún así te guste, perdones las faltas y no me odies mucho TwT
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