Se-Kai-Lu /o/
Antes, cuando eran todavía unos críos y Sehun todavía no tenía sexo con la mitad de su grupo de amigos, Luhan solía cuidarlos. Era el mayor y sus madres no confiaban del todo en él (especialmente la madre de Sehun y la de Kai, que tendría que haber desconfiado, lo quería bien, la vida es medio retorcida a veces), tenía que ser bueno. Sí, se pasaba las tardes con ellos en las canchas o viendo a Sehun romperse la cara en la pista de skating, pero nunca los pervirtió en realidad.
Eran pervertidos, ya venían así y él intentó no aprovecharse pero la noche que Sehun le dijo que les habían dicho a sus madres que irían a la casa del otro, Luhan tuvo, porque idiota no es, que secuestrarlos. Se los llevó a su piso (un cuarto rentado en una de esas casas pijas del vecindario en el que vivían los críos), los encueró y les dio a cada uno una cerveza, sólo una. Eran niños, la verdad.
Jongin la bebió casi de inmediato y se puso un poco ebrio, un poco dormido, se tiró en el suelo a ver la televisión mientras Sehun se bebía, como cualquier persona sensata, su primera cerveza, a la misma velocidad que Luhan. Se embriagó un poco también pero nunca como Kai y llenos de risas pueriles se sentaron uno junto al otro a golpearse y decir malos chistes hasta que Sehun besó a Kai.
Luhan, muchos años más tarde, casado y viviendo con Kai lo recuerda bien, en medio de una fiesta en la que ve a Sehun restregarse contra alguien. En ese entonces era un niño más bien ñoño, más bien flaco, se le veía tonto y tímido. Ahora no le recuerda nada a ese niño, con la chaqueta de cuero mal puesta de un hombro y las uñas rojas de una chica despeinándole el cabello blanco. La noche de las cervezas besó a Kai tan bonito que ni siquiera le dan celos pensarlo.
-Es uno de nosotros,- le dijo Kai, más tarde, más grandes, después de una fiesta en la que ambos lo vieron pasar de mano en mano con los pantalones en los tobillos y tras la que terminó babeando su sofá de plástico en la mañana -es como mi hermano.
-También es como mi hermano.- dijo él y ahora lo repite en el pico de su cerveza. Sehun es mi hermano, Kai es mi hermano. La tocada ha ido bien y Kai está más contento que nunca de que haya firmado con una disquera para difundir su música. La vida, en general, ha ido bien.
Las fiestas no se acaban, siempre hay otra unos días después, pero siempre que están los tres ahí, al despedirse hay un ritual. No importa si ellos se van a casa, labio con labio, o si Sehun se va antes porque lleva a alguien al cuello, van a despedirse. Los que se van buscan a los que se quedan y se besan las mejillas. Es un beso chiquito que a algunos los intriga pero no significa nada... sólo eso. Es un beso de hermanos que alguna vez, con una sola cerveza encima se besaron los labios mientras miraban anime en la televisión.
Sus madres se enteraron, por supuesto, estuvieron castigados, una semana Jongin y tres Sehun, pero volvieron a las canchas y la pista a fumar un cigarrillo con Luhan y aprender guitarra.
Eran pervertidos, ya venían así y él intentó no aprovecharse pero la noche que Sehun le dijo que les habían dicho a sus madres que irían a la casa del otro, Luhan tuvo, porque idiota no es, que secuestrarlos. Se los llevó a su piso (un cuarto rentado en una de esas casas pijas del vecindario en el que vivían los críos), los encueró y les dio a cada uno una cerveza, sólo una. Eran niños, la verdad.
Jongin la bebió casi de inmediato y se puso un poco ebrio, un poco dormido, se tiró en el suelo a ver la televisión mientras Sehun se bebía, como cualquier persona sensata, su primera cerveza, a la misma velocidad que Luhan. Se embriagó un poco también pero nunca como Kai y llenos de risas pueriles se sentaron uno junto al otro a golpearse y decir malos chistes hasta que Sehun besó a Kai.
Luhan, muchos años más tarde, casado y viviendo con Kai lo recuerda bien, en medio de una fiesta en la que ve a Sehun restregarse contra alguien. En ese entonces era un niño más bien ñoño, más bien flaco, se le veía tonto y tímido. Ahora no le recuerda nada a ese niño, con la chaqueta de cuero mal puesta de un hombro y las uñas rojas de una chica despeinándole el cabello blanco. La noche de las cervezas besó a Kai tan bonito que ni siquiera le dan celos pensarlo.
-Es uno de nosotros,- le dijo Kai, más tarde, más grandes, después de una fiesta en la que ambos lo vieron pasar de mano en mano con los pantalones en los tobillos y tras la que terminó babeando su sofá de plástico en la mañana -es como mi hermano.
-También es como mi hermano.- dijo él y ahora lo repite en el pico de su cerveza. Sehun es mi hermano, Kai es mi hermano. La tocada ha ido bien y Kai está más contento que nunca de que haya firmado con una disquera para difundir su música. La vida, en general, ha ido bien.
Las fiestas no se acaban, siempre hay otra unos días después, pero siempre que están los tres ahí, al despedirse hay un ritual. No importa si ellos se van a casa, labio con labio, o si Sehun se va antes porque lleva a alguien al cuello, van a despedirse. Los que se van buscan a los que se quedan y se besan las mejillas. Es un beso chiquito que a algunos los intriga pero no significa nada... sólo eso. Es un beso de hermanos que alguna vez, con una sola cerveza encima se besaron los labios mientras miraban anime en la televisión.
Sus madres se enteraron, por supuesto, estuvieron castigados, una semana Jongin y tres Sehun, pero volvieron a las canchas y la pista a fumar un cigarrillo con Luhan y aprender guitarra.
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Leto