Te ha tocado lidiar con vecinos pesadillescos (sucios, violentos, ruidosos, etc.)? Qué hiciste en tal caso?
Tuve un caso de cuento de horror. En una ocasión descubrí que la rica heredera de una fábrica de calcetines, esquizofrénica perdida y sin tratamiento, vivía en el piso de arriba de mí. Tenía la costumbre de bajar a las 3 de la mañana a acusarme de dar portazos, pero mi nanoapartamento-estudio tenía sólo una puerta (la del baño), me acusaba de tener la música a tope (usaba audífonos) y de hacer no sé cuántos ruidos. La chica vivía sola porque sus padres no podían con ella y, si bien no la habían desheredado, hallaban que la existencia era mucho más tolerable sin su caso práctico de psicopatología hecho en casa. Así que la aguantábamos nosotros. Si alguien ha tratado de dialogar, razonar, o convencer de algo a algún esquizofrénico paranoide sabe lo desesperante y angustioso que es... tan inútil como querer vaciar el mar achicando con una cáscara de nuez.
El espectáculo era además singular porque bajaba en bata y calcetines caídos, con cremas y rulos en la cabeza, lo que la convertía en una caricatura más dolorosa tratándose de una chica de no más de 30 años.
El problema grave era que tenía un novio, un imbécil diplomado en la Escuela de Imbéciles del MIT que estaba dispuesto a tragar con que su novia estuviera más loca que una manada de cabras en LSD siempre que pudiera hincarle el diente a la fortuna del padre. En ocasiones, bajaba acompañada del novio, tipo grandote y bigotón, peinado con secador de aire (siempre mal síntoma), que me reclamaba con malos modos los ruidos que _él sabía que no existían_, todo por quedar bien con su entrada el mundo de "no trabajo un puto día más en la vida".
Un día, la rica heredera se fue con el bigotón, probablemente a casarse e iniciar una sana y venturosa vida en pareja. Diré que ese día, los vecinos del edificio, compramos cervezas, nos las tomamos en el garaje y nos felicitamos mucho, que yo no era el único blanco de las alucinaciones auditivas de la acaudalada psicótica.
Me interesaría saber si al final se atendió con un psiquiatra, mató al novio o qué pasó... Fueron unos meses verdaderamente aterradores.
El espectáculo era además singular porque bajaba en bata y calcetines caídos, con cremas y rulos en la cabeza, lo que la convertía en una caricatura más dolorosa tratándose de una chica de no más de 30 años.
El problema grave era que tenía un novio, un imbécil diplomado en la Escuela de Imbéciles del MIT que estaba dispuesto a tragar con que su novia estuviera más loca que una manada de cabras en LSD siempre que pudiera hincarle el diente a la fortuna del padre. En ocasiones, bajaba acompañada del novio, tipo grandote y bigotón, peinado con secador de aire (siempre mal síntoma), que me reclamaba con malos modos los ruidos que _él sabía que no existían_, todo por quedar bien con su entrada el mundo de "no trabajo un puto día más en la vida".
Un día, la rica heredera se fue con el bigotón, probablemente a casarse e iniciar una sana y venturosa vida en pareja. Diré que ese día, los vecinos del edificio, compramos cervezas, nos las tomamos en el garaje y nos felicitamos mucho, que yo no era el único blanco de las alucinaciones auditivas de la acaudalada psicótica.
Me interesaría saber si al final se atendió con un psiquiatra, mató al novio o qué pasó... Fueron unos meses verdaderamente aterradores.