A propósito de tu vídeo sobre el nacionalismo. Uno de los fines del discurso nacionalista del s. XIX, lejos de separar, fue cohesionar territorios heterogéneos y construir grandes naciones (ej. Alemania y la unión aduanera). ¿Crees que actualmente podría promoverse un nacionalismo europeo?
Pero... fue horrendo. No cohesionó lo heterogéneo, al contrario, creó conceptos artificiales de homogeneidad (se inventa el "pueblo" que comparte "raza, religión, lengua y cultura" y luego se inventa que el "pueblo" tiene derecho a su propio estado), y el resultado es lamentable, desde la represión de la heterogeneidad dentro de los estados inventados hasta el "orgullo" nacional y racial que desemboca en el fascismo. Empezó a crear fronteras artificiales con base en esos conceptos, no en una ley común, no en un proyecto común: "hablas alemán, te jodes, eres parte de Alemania", "hablas vasco, te jodes, habla español o no te consideramos español" y la respuesta es, claro, el conflicto interno. Las "grandes naciones" resultaron enormemente tóxicas precisamente por ese concepto inventado de "nación" que no está desarrollado antes del XIX. Y en América Latina ni se diga. Cada loco se hace su paisito y luego hace la guerra para _no_ ser parte del vecino. ¿Qué sentido tienen "naciones" como las centroamericanas cuando podían ser una con México? ¿Qué lógica separa a Venezuela de Colombia, a Perú de Bolivia y Ecuador? Es todo un delirio que forma entidades políticas con una "nacionalidad" fantasiosa que se promueve por la vía de la demagogia más basal, de la emocionalidad apenas combatida por los verdaderos liberales que quieren ver más allá.
El discurso no tenía "el fin" de cohesionar lo heterogéneo, sino de celebrar la homogeneidad, repito. Su estupidez aún la pagamos con los delirios separatistas, con el Brexit y los antieuropeos que se abrazan desde la ultraderecha nazi hasta el estalinismo tenuemente embozado: Le Pen e Iglesias...
Y su expresión en el siglo XX es la política de identidades, la más aterradora imaginable, tan nazi que casi nadie se atreve a denunciarla como una forma de nazismo: tu valor no está dado por lo que haces, lo que crees, lo que piensas, lo que aportas... no... tu valor nace de lo que "eres" según criterios más o menos caprichosos: mujer, negro, hopi, transexual, gordo, ario, judío, cishetero, discapacitado, bajito, tuerto... ¿es dable imaginar una visión más ponzoñosa, que divide y subdivide la heterogeneidad buscando grupúsculos homogéneos que se enfrentan a todos los demás por una hegemonía disfrazada de "derechos" (que si no son de todos no vale que sean de nadie)?
La idea de una federación europea debe basarse en intereses, convicciones, legalidad, aspiraciones, deseos comunes, no en una homogeneidad imaginaria, sino en una heterogeneidad que se puede vivir sin exclusiones. En la igualdad sin importar lo que eres y en la meritocracia de reconocer lo que haces, piensas, dices, creas, aportas... Si la Europa que soñamos se construye bajo la estúpida idea del nacionalismo, será otra pesadilla. Más datos con Tsipras, Orbán y Erdogan.
El discurso no tenía "el fin" de cohesionar lo heterogéneo, sino de celebrar la homogeneidad, repito. Su estupidez aún la pagamos con los delirios separatistas, con el Brexit y los antieuropeos que se abrazan desde la ultraderecha nazi hasta el estalinismo tenuemente embozado: Le Pen e Iglesias...
Y su expresión en el siglo XX es la política de identidades, la más aterradora imaginable, tan nazi que casi nadie se atreve a denunciarla como una forma de nazismo: tu valor no está dado por lo que haces, lo que crees, lo que piensas, lo que aportas... no... tu valor nace de lo que "eres" según criterios más o menos caprichosos: mujer, negro, hopi, transexual, gordo, ario, judío, cishetero, discapacitado, bajito, tuerto... ¿es dable imaginar una visión más ponzoñosa, que divide y subdivide la heterogeneidad buscando grupúsculos homogéneos que se enfrentan a todos los demás por una hegemonía disfrazada de "derechos" (que si no son de todos no vale que sean de nadie)?
La idea de una federación europea debe basarse en intereses, convicciones, legalidad, aspiraciones, deseos comunes, no en una homogeneidad imaginaria, sino en una heterogeneidad que se puede vivir sin exclusiones. En la igualdad sin importar lo que eres y en la meritocracia de reconocer lo que haces, piensas, dices, creas, aportas... Si la Europa que soñamos se construye bajo la estúpida idea del nacionalismo, será otra pesadilla. Más datos con Tsipras, Orbán y Erdogan.