No tengo nada inteligente que decir. No tengo nada con qué sorprenderte. Nada que te haga cambiar de idea, y te rindas a mí. Tampoco lo desearía. Esa tenacidad es parte de ti, y no soy quién para provocar cambios en algo que me fascina. No tengo montañas de dinero, ni un cerebro que me haga ingeniar innovaciones admirables. Mi físico no se ajusta a los cánones de belleza actuales, ni tengo la intención de que así sea. Y si alguna vez jugué, mis tableros están a buen resguardo.
Solo te pediría una oportunidad. Y quizás, muy probablemente, no la mereza. Pero quizás, también, entrando en mí, descubras todo aquello que no se ve desde fuera, todo aquello a lo que te has negado, y todo aquello por lo que, quizás, sí te rendirías. Quizás.
¿Cómo podría yo mentir sobre algo tan auténtico como mis sentimientos?
Siento torrentes de emociones contradictorias y apabullantes. Navego entre la felicidad más absoluta y la mayor de las frustraciones. Siento que todo cambia y que aún así no es suficiente, que quiero más, que necesito más. He aprendido y quiero saber más, he viajado y me queda mucho por conocer, he amado y noto por dentro todo ese cariño que me queda por dar, carcomiéndome. He progresado y sé que no he recorrido ni la mitad del camino. En definitiva, me siento muy yo. Más yo que nunca.
Creo que a lo de conducir borracho ni siquiera voy a contestar porque me parece innecesario aclarar que conducir borracho merma tu atención y pones en peligro tu vida y la de los demás. Bueno.
Respecto al escepticismo, es común que las personas cerremos los ojos a todo lo que nos resulta desconocido. Es muchísimo más fácil que enfrentarse al miedo de explorar. Y por eso es más fácil repudiar al que cree descubrir un mundo nuevo y educar a los niños en ser un borrego con ceguera. Descartando casos de auténtica ''locura'' o alucinaciones causadas por alguna enfermedad mental (por ejemplo), claro.
Pienso que no hay motivo lo bastante convincente para alargar la vida de una persona que está sufriendo y que considera que ha llegado su momento. Nadie se merece eso. Y nadie debería decidir sobre eso.
Normalmente me cuesta. Soy bastante sincera, pero abrirme me es difícil, sobre todo teniendo en cuenta que desconfío hasta de mi sombra. Pero cuando confío en alguien, me entrego. Y por eso, efectivamente, entrego a ese alguien el poder para destruirme... o para hacerme inmensamente feliz.
Suele depender de para qué, pero por norma general no soy la persona más paciente del mundo, que digamos. Siempre tengo ganas de saber, de que todo llegue, y las esperas me matan.
Sí, puedo recordar unas cuantas, pero eso no tiene nada que ver con mi impaciencia ni tampoco quiere decir que me enfade por tonterías ni con frecuencia. Mis enfados suelen estar motivados por la exigencia (que aplico tanto a los demás como a mí misma), y porque espero del mundo cosas que realmente sé que no va a darme. Al final estallo por mera frustración. Por la impotencia de no poder convertir en algo perfecto todo lo que toco. Por suerte es algo que, poco a poco, voy consiguiendo corregir.
(Tarde, como siempre).
La naturaleza me inspira paz e inocencia. La pureza de quien no engendra nada malo. Y el olor a tierra mojada siempre trae consigo recuerdos de Asturias.
Tengo mis días. Lo cierto es que en general soy bastante reservada y no me agrada que los demás se sientan incómodos con mi malestar, o que se crean obligados a consolarme. De hecho, detesto recibir ayuda que no he pedido. Pero soy alguien muy pasional y llega un momento en que me es imposible ocultarlo. Así que, depende de la intensidad del sentimiento. Y también de la persona que me vea, claro.
As I am.
Los días felices, en el sentido pleno de la palabra, aún están por llegar. Ha sido un día sencillo. Pronto acabarán las vacaciones y comenzará un curso bastante duro. Una amiga ha pasado la tarde conmigo, viendo una película, en mi casa, hablando de muchas cosas. Era algo que no hacíamos desde hacía demasiado tiempo, estar solas, hablar. Y me ha gustado, la echaba de menos, en ese sentido, aunque nunca había dejado de verla. A veces se me olvida todo lo bueno que tengo a mi alrededor, y es agradable recordarlo y comprobar que siguen ahí.
Estoy bien. Podría estar mejor, pero estoy bien. Mucho más que ayer, mucho menos que mañana.
Y gracias por preguntar.
Crecer. Progresar. Mejorar. Aprovechar el tiempo al máximo. Me agobia pensar que todo lo que quiero hacer no llega, o que por el contrario, dejo pasar oportunidades. Me obsesiona no poder controlar ciertas cosas para hacerlas mejor. Pero, en fin, lo llevo bien.
