¿Está a favor de la globalización?
La globalización es inevitable; no es algo susceptible de "estar a favor" o en contra. Es más bien, cómo enfrentar ese hecho de forma tal que afecte a la menor cantidad posible de personas.
Por supuesto, la globalización implica unos cambios y afecta significativamente a muchas personas. Creo que sus impactos negativos sobre la economía de muchos países podría mitigarse considerablemente si en vez de reunir idiotas útiles en cada conferencia del G8 para gritar consignas de lo malos malotes que son los líderes mundiales, se dedicaran a promover e implementar cambios: exigir verdadera industrialización de países productores de materias primas, exigir códigos laborales más garantistas, trabajar por mejorar la calidad de los productos y servicios ofrecidos, exigir protección real a las empresas públicas, afinar y hacer más estrictas las regulaciones, aplicar las leyes antimonopolio, purgar los sindicatos (por lo menos en Colombia, estos se burocratizaron y son más bien una plataforma política que protege la mediocridad y exige dinero, antes que proteger a los trabajadores... que algo de eso hacen cuando les queda tiempo libre), exigir educación y asistencia sanitaria universales.
En cambio, lo que tenemos es gente mojando prensa con mascaritas de Guy Fawkes y promoviendo políticas públicas basadas en conceptos tan irracionales como ilógicos, como lo es la protección de los oligopolios nacionales por el hecho de ser nacionales (¡hola cafeteros y arroceros de Colombia!), lo que en últimas redunda en que el consumidor final paga precios inflados artificialmente, más caros y no necesariamente de la mejor calidad. Y es peor cuando se trata de productos que no se consiguen en el país.
Como consumidor, la idea más destacadamente retrógrada que puedo tener es preferir un producto por ser nacional. Los gobiernos han alcahueteado la mediocridad de muchos sectores y no han sido pocos los que se han visto beneficiados por ello (hablando en términos de ganancias netas) y a la vez se ha dificultado, obstaculizado o imposibilitado la industrialización. Ahora que llega la globalización, todos están asustados y dan pataditas de ahogado, pensando que se van a quebrar. Los gobiernos no hicieron su tarea y, más temprano que tarde, alguien tendrá que pagar los platos rotos. Ya se inventarán algún ridículo modo de salvar a los sectores consentidos.
Y las máscaras de Guy Fawkes sólo le dan de comer a la Warner.
Por supuesto, la globalización implica unos cambios y afecta significativamente a muchas personas. Creo que sus impactos negativos sobre la economía de muchos países podría mitigarse considerablemente si en vez de reunir idiotas útiles en cada conferencia del G8 para gritar consignas de lo malos malotes que son los líderes mundiales, se dedicaran a promover e implementar cambios: exigir verdadera industrialización de países productores de materias primas, exigir códigos laborales más garantistas, trabajar por mejorar la calidad de los productos y servicios ofrecidos, exigir protección real a las empresas públicas, afinar y hacer más estrictas las regulaciones, aplicar las leyes antimonopolio, purgar los sindicatos (por lo menos en Colombia, estos se burocratizaron y son más bien una plataforma política que protege la mediocridad y exige dinero, antes que proteger a los trabajadores... que algo de eso hacen cuando les queda tiempo libre), exigir educación y asistencia sanitaria universales.
En cambio, lo que tenemos es gente mojando prensa con mascaritas de Guy Fawkes y promoviendo políticas públicas basadas en conceptos tan irracionales como ilógicos, como lo es la protección de los oligopolios nacionales por el hecho de ser nacionales (¡hola cafeteros y arroceros de Colombia!), lo que en últimas redunda en que el consumidor final paga precios inflados artificialmente, más caros y no necesariamente de la mejor calidad. Y es peor cuando se trata de productos que no se consiguen en el país.
Como consumidor, la idea más destacadamente retrógrada que puedo tener es preferir un producto por ser nacional. Los gobiernos han alcahueteado la mediocridad de muchos sectores y no han sido pocos los que se han visto beneficiados por ello (hablando en términos de ganancias netas) y a la vez se ha dificultado, obstaculizado o imposibilitado la industrialización. Ahora que llega la globalización, todos están asustados y dan pataditas de ahogado, pensando que se van a quebrar. Los gobiernos no hicieron su tarea y, más temprano que tarde, alguien tendrá que pagar los platos rotos. Ya se inventarán algún ridículo modo de salvar a los sectores consentidos.
Y las máscaras de Guy Fawkes sólo le dan de comer a la Warner.