Nico

Cualquier persona atraviesa fases de dos tipos de sueño que alternan entre sí; son el sueño de ondas lentas y el sueño de movimientos oculares rápidos (MOR o REM). El primero se caracteriza por ser sumamente reparador y estar asociado a la disminución de funciones vegetativas del cuerpo. Aunque suele decirse de esta fase que es un «sueño sin sueños», en realidad pueden hasta ocurrir pesadillas durante su transcurso; sin embargo no suelen recordarse porque no tiene lugar la consolidación de estos en la memoria. La mayor parte del descanso de cada noche pertenece a este tipo. El sueño MOR difiere en ser episódico y no ocupar más que una cuarta parte del total de horas al dormir. Es una forma activa de sueño, existen movimientos musculares irregulares y la propensión a tener sueños vívidos, entre otras características.

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Así que es probable que sueñe la mayoría de las noches pero soy incapaz de recordar la totalidad de esos sueños.

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No puedo considerar que el sentimiento que he expresado hacia aquellos por los que alguna vez tuve cariño fuera vehemente o cruel, como el interés extremado que los celos suponen; en realidad es semejante a la envidia: el deseo de estar al lado de la persona amada y sentirme incómoda porque no es posible. Jamás he impuesto condiciones o deseado que aquélla dejara de hacer o cometiera algún acto en su contra o en contra de la gente con quien tuviese intimidad. Y, con sinceridad, no he vuelto a sentirme así.

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Existe un pasaje en una novela de Borís Pasternak que resume parte de lo que sufría: «Me parece que sólo puedo sentirme moralmente celoso de una persona innoble y extraña. La rivalidad con un ser superior me suscita otra clase de sentimientos. Si un hombre espiritualmente cercano a mí, por el cual sintiera afecto, amase a la misma mujer a quien yo amara, experimentaría por él un sentimiento de dolorosa solidaridad, no de contraste ni aversión. Evidentemente, con él no podría conversar ni siquiera un instante sobre la persona amada, pero sería un sufrimiento distinto totalmente de los celos, no tan violento ni tan sanguinario. Lo mismo me sucedería con respecto a un artista que con la superioridad de su ingenio llegase más lejos que yo en obras afines a las mías. Probablemente renunciaría a mis intentos, ya superados por sus hallazgos.»

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¿Quién fue la última persona con la que sostuviste una conversación profunda?

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Si hablamos sobre ser partícipe de exponer mis sentimientos, fue con mi hermana. En cambio, la última conversación que trató un tema delicado para la otra persona, siendo mi turno el de escuchar y ofrecer consejo, provino de una compañera de la facultad; su nombre es Kris. El viernes por la noche nos encontrábamos a solas en la biblioteca. Habíamos conversado durante algunos minutos, afirmo que todo tema tratado entonces carecía de importancia, sin embargo, y con la impresión de lo que no se espera, Kris decidió revelarme los obstáculos que recientemente había vivido; desde la buenaventura hasta el fin de algunas relaciones. En el momento yo no podía comprender porqué dirigía a mí estos secretos que imaginaba debían revelarse bajo otras condiciones, pero al verla pasar de la angustia a la serenidad, supe que aquel era el momento que ella estaba buscando, y yo, sea por accidente, la persona que encajaba en él. Tuve cuidado de elevar mi comportamiento a lo solemne de la situación.

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Esta tarde he visto a Kris; me pareció que se acercaba a mi lado con mayor ligereza y confianza, incluso me envió un beso pese a que nos encontrábamos cerca, atrayendo la atención de Lobo. «¿Qué estás haciendo?», preguntó él. Kris afirmó con picardía: «¿No es evidente? Coqueteo con Nico». Me aferro a creer que esto es consecuencia de la pizca de intimidad que hemos establecido, y estoy muy alegre.

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Bueno, he aclarado ya en varias ocasiones que no poseo favoritos, así que me permito compartir las cinco canciones que he descubierto recientemente.

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I don’t wanna talk — AmPm, Nao Kawamura. Me recuerda tanto a mi infancia; a aquellos momentos en los que jugaba con mi prima a pasarelas y modelaje.

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Cocoon — Catfish and the Bottlemen. El video hace a mi corazón diminuto.

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Sweater Weather — Kurt Hugo Schneider, Alyson Stoner, MAX. Las voces conforman una armonía preciosa. Me ha fascinado.

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First Time He Kissed A Boy — Kadie Elder. Es que adoro hasta el título de la canción.

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Ocean eyes — Billie Eilish. Desde que descubrí esta canción, algunos meses atrás, no ha dejado de conmoverme como si fuera la primera vez. Narra el sentimiento que me despiertan los ojos de mi hermanita, Júpiter; por lo tanto es aún más especial.

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Un saludo, Sparrow. Qué gusto tener una interacción tuya y cuán amable eres al preguntar.

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El gesto de alegría que demuestra cuando has conseguido algún éxito, sea un eufórico grito o un ligero temblor. Al pedir que permanezcas un momento más y toma tu mano con ternura, conduciéndote a su lado. El comentario, en apariencia sin importancia, de haber pensado en ti al ver un objeto maravilloso. Ser añorado y recibir cualquier tipo de consideración una vez presente. Cuando demuestra o afirma que los días contigo son, si bien no los mejores, sí agradables, y que por ello decide dedicarte un momento. Las frases “cuánto me gusta verte” y “escríbeme pronto”. Que pueda escuchar lo que tengas que decir, con total atención, recordando en algún momento ajeno a ese instante los detalles de aquella plática. Una invitación para pasar el tiempo juntos. Las caricias: jugar con tus dedos, tu cabello, permitirte dormir en su regazo. Dedicarte una canción. Que confíe en ti.

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He intentado elegir un solo signo; ser tan rotunda de afirmar que, si tal acto lo realiza alguien, puedes estar seguro de que es una muestra de amor, pero, y era de esperar, no puedo reducir el sentimiento a una expresión infalible. Y qué fortuna porque eso significaría que nos encontramos en un mundo seco, más esquemático. Pero existen matices; el amor no es en exclusiva parte del romance.

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Lobo se encuentra bien, aún es reflejo de distinción y coquetería. No es consciente, pero su trato consigue ayudarme a vencer aquella desazón que me invade el contacto con los varones, cuando todo esfuerzo que antes dediqué a ese fin no hacía más que exacerbarla. Ahora vivo una novedad: la aparición de su persona no turba mi talante, aunque el cariño que siento es alimentado cada día.

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Tras una larga jornada, descansábamos todos en casa de Lobo al tiempo que aguardábamos a Regina y a su hermano aparecer. Me había sentido tan irritada por el sofocante viento que deseé recostarme en el sillón; sin embargo, y puesto que era la primera visita que hacíamos a aquel sitio, mi lograda formalidad me indujo a resistir. Lobo se sentó a mi lado; como toda línea de mi rostro delataba la turbación de la que era presa, preguntó si me encontraba bien. «Lo estoy», dije, «únicamente tengo sueño». Él tomó un cojín y lo colocó sobre sus piernas, diciéndome con amabilidad «Puedes recostarte». Quizá mi expresión fue tan grave —culpa también del cansancio que había invadido a mis sentidos y me incapacitaba para comprender lo que quería decirme—, que me tomó del cuello con cuidado y lentamente me condujo hacia su regazo. Estaba confundida; observé a Algol sonreír, sentado frente a ambos, y al sentir la mano de Lobo acariciar mi cabello, preferí cerrar los ojos. Me sentía sin límite azorada y todo aquello que oía y sentía no me parecía pudiese ser cierto. Permanecí quieta, con una compostura que estaba lejos de poseer; insoportablemente atenta a todo.

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En algún instante, y poco a poco, el pensamiento de angustia, enlazándose con el recuerdo de la última vez que fui vulnerable ante alguien, se apaciguó. Comenzaba a perder los detalles de la conversación que sostenían mis amigos; la risa de Ariana se escuchaba como traída del lado contrario al mar; las voces de Gabriela y Algol oscilaban y vagaban, se confundían con el aire de forma que no pude distinguir un contorno; las caricias de Lobo me colmaban de apacible satisfacción. Estuve a punto de quedarme dormida, pero muy despacio él tuvo que levantarse para recibir a Reg, deshaciendo el momento.

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Absurdo como puede sonar, permitir este simple acto significó un avance. Su simpatía, y la del resto de mis amigos, me consiente crecer.

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