C. ¿Realidad o irrealidad virtual? ¿Puede llegar a ser más importante para ti tu vida virtual que la "real"?

He pasado por diferentes fases, y creo que ninguna más acertada que otra, solo convenientes. Cuando empiezas a crearte un núcleo virtual, se propicia un ambiente diferente, y está bien que sea asi. Quieres construir una línea totalmente separada de tu vida fuera de toda pantalla, porque es necesario, porque me atrevería a decir que ese es el atractivo mayor que tenía internet entonces. Sentías, ingenuamente, que podías ser quien no te dejaban fuera de ahí y que esa realidad solo se activaba en tu cabeza y en tu vida, a tu plena disposición. Solo cuando tú querías. No era tan apabullante como despertarte y tener que salir al mundo. Eso se construía por las horas que tu querías pasar y dejaba de tener efecto a la velocidad que tardabas en apagar el ordenador (luego no siempre era así, claro).
También es curioso como siempre se han denigrado los lazos creados a través de internet. Y es cierto, hay una impunidad, una privacidad, y un desconocimiento enorme. Pero yendo más allá, no creo que las relaciones físicas sean más reales, más vividas o que merezcan mayor respeto. Fíjate, imagínate que conoces a alguien a través de internet y pasas años, más años, y un día os veis y no hay sorpresa: sois los mismos, y pasa todo lo que se intuía. Hay una especie de retroactividad, de pronto al verse y hacer tangible lo experimentado a través de palabras, te encuentras con esa familiaridad que solo reservabas a personas que físicamente estaban ahí. Me parece hipócrita ignorar el tiempo, y más aún restarle importancia. Si pasas horas y horas con alguien, durante mucho tiempo, las pasas, es una realidad, estás ahí. Y comprendo que las mentiras existen, pero no existen menos físicamente. He mentido infinitamente más en mi vida “real” y me he sentido infinitamente más lejos estando al lado.
Yo hace años que no separo. Porque veo la virtualidad como algo propio de nuestro tiempo. No soy más sociable aquí que fuera; soy igual de distante, con el mismo carácter y la misma inexistente predisposición para dar más de lo conveniente. Me he reafirmado conmigo misma lo suficiente como para saber que no tengo a gente de primera fuera, y gente de segunda dentro. Esto solo es el medio que por circunstancias no se puede, o no se quiere, sustituir por el apartado físico. Pero no le doy más o menos importancia, solo la que tiene. Mi vida real es la relación que tenga contigo, más o menos constante, pero a un nivel de aprecio suficiente como para recordarla y aún fomentarla.
Me pasa algo similar con el tema de la distancia. Últimamente veo unas faltas de respeto a las cosas que requieren su tiempo, a las circunstancias externas a una relación y un enorme desprecio por el valor, el esfuerzo, y la calidad. El único consuelo que me queda, en este aspecto, es que soy tremendamente capaz de no titubear ante nada y ante nadie. Comentar las dudas, solo ante quién las tenga.
También es curioso como siempre se han denigrado los lazos creados a través de internet. Y es cierto, hay una impunidad, una privacidad, y un desconocimiento enorme. Pero yendo más allá, no creo que las relaciones físicas sean más reales, más vividas o que merezcan mayor respeto. Fíjate, imagínate que conoces a alguien a través de internet y pasas años, más años, y un día os veis y no hay sorpresa: sois los mismos, y pasa todo lo que se intuía. Hay una especie de retroactividad, de pronto al verse y hacer tangible lo experimentado a través de palabras, te encuentras con esa familiaridad que solo reservabas a personas que físicamente estaban ahí. Me parece hipócrita ignorar el tiempo, y más aún restarle importancia. Si pasas horas y horas con alguien, durante mucho tiempo, las pasas, es una realidad, estás ahí. Y comprendo que las mentiras existen, pero no existen menos físicamente. He mentido infinitamente más en mi vida “real” y me he sentido infinitamente más lejos estando al lado.
Yo hace años que no separo. Porque veo la virtualidad como algo propio de nuestro tiempo. No soy más sociable aquí que fuera; soy igual de distante, con el mismo carácter y la misma inexistente predisposición para dar más de lo conveniente. Me he reafirmado conmigo misma lo suficiente como para saber que no tengo a gente de primera fuera, y gente de segunda dentro. Esto solo es el medio que por circunstancias no se puede, o no se quiere, sustituir por el apartado físico. Pero no le doy más o menos importancia, solo la que tiene. Mi vida real es la relación que tenga contigo, más o menos constante, pero a un nivel de aprecio suficiente como para recordarla y aún fomentarla.
Me pasa algo similar con el tema de la distancia. Últimamente veo unas faltas de respeto a las cosas que requieren su tiempo, a las circunstancias externas a una relación y un enorme desprecio por el valor, el esfuerzo, y la calidad. El único consuelo que me queda, en este aspecto, es que soy tremendamente capaz de no titubear ante nada y ante nadie. Comentar las dudas, solo ante quién las tenga.