Desde que mis hermanos y yo nos habíamos quedado solos tomé el papel de madre para mi hermanita Lizzie, por lo que intentaba siempre hacer lo correcto para darle el mejor ejemplo, pero al llegar a Turquía, surgió en mí una Kathia que hacía mucho tiempo no veía.
Tenía 16 años y me sentía una mujer de 40, pero en el fondo era como cualquier adolescente con ganas de vivir aventuras. Ese deseo de sentirme libre había llegado cuando conocí a Savaş en una fiesta de uno de sus mejores amigos. Me habían invitado esa noche solo porque mi compañera de casa, Tuğçe, había salido un par de veces con ese chico, y yo deseando hacer algo diferente con mi vida, acepté ir.
–Kathia, que bueno que pudiste venir. –Emre, el nuevo novio de Tuğçe me dio la bienvenida a su casa. Sus padres viajaban mucho por lo que las fiestas en ese lugar eran recurrentes, ya que no había la supervisión de ningún adulto y eso se notaba en cada uno de los invitados, quienes parecían estar alcoholizados. Emre, debió notar como miraba la bebida de todos que me ofreció ir por algo para tomar.
–No creo que sea buena idea, no suelo tomar mucho –dije con la esperanza de que no me volvieran a ofrecer, mi locura de esa noche era asistir a esa fiesta, estaba determinada a no cometer más. En ese instante Emre dejó salir una carcajada. –Bueno creo que por fin encontramos a la compañera perfecta para Savaş. –
Entonces señaló a un chico que parecía ser el único que no tenía un vaso en la mano. –Mira Kathia, Savaş es igual que tú, un chico sano. –Emre siguió bromeando pero yo dejé de escucharlo para concentrarme en Savaş que se encontraba junto a la piscina, hasta que él sintió mi mirada y volteó a verme también.
Me sentí tan nerviosa y apenada en ese momento, que comencé a tener un ataque de hipo. Él dejó la conversación que tenía con otra persona y empezó a caminar hacia mí; –trágame tierra– dije para mis adentros deseando que el hipo se fuera antes de que él llegara, pero justo cuando se encontraba frente a mí el hipo hizo su aparición.
Peter sonrió y tapó mi nariz por unos segundos, lo que hizo desaparecer esos espasmos –Hola, no te había visto nunca, ¿Cómo te llamas? –sonreí al escuchar su voz. –Soy Kathia, hace unos días llegué a Turquía. –Bienvenida a Estambul Kathia, yo soy Savaş. –En ese momento supe que el resto de mi vida estaría perdidamente enamorada de él.
View more