Te escribo aquí en anónimo porque sé que me rechazarías si supieras quien soy. Pero aún me acuerdo mucho de ti.
Las personas amamos aferrarnos a algún deseo, ideología o pensamiento: Con la misma fugacidad de cada gota en un diluvio, finita e imperceptible, los impulsos atraviesan furiosamente nuestras cabezas, distorsionando a su gusto la causa, el motivo, el desenlace, e incluso el fin de los sucesos, de manera que estos, en un estado tan impuro, sean comparables a nuestras propias vivencias, alimentando nuestra insaciable sed de pertenencia, de participación, de ser alguien en este vasto e interminable mar de incoherencias a las que llamamos pensamientos, de esta torrencial precipitación de gotas que llamamos decisiones, de estas insaciables lágrimas que llamamos emociones.
Entre tantas percepciones, todos nos percatamos de algo al ver el nacimiento del arcoiris tras la lluvia; personalmente, descubrí que el exceso de libertad es la peor tortura, pues los peores dolores son los que no se pueden compartir.
Descubrí, también, que los arcoiris son igual de efímeros.
Entre tantas percepciones, todos nos percatamos de algo al ver el nacimiento del arcoiris tras la lluvia; personalmente, descubrí que el exceso de libertad es la peor tortura, pues los peores dolores son los que no se pueden compartir.
Descubrí, también, que los arcoiris son igual de efímeros.
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Gin