Durante un mes estuve soñando recurrentemente con una persona, alguien real, soñaba que lo buscaba entre miles de siluetas y rostros. Cuando despertaba, la verdad me invadía una inefable melancolía, la última vez que hablé con esa persona fue hace tres años, no entendía por qué entonces súbitamente sin estimulo aparente, la soñaba, y eso me provoca estar inmersa en una vorágine de sensaciones. Ese mismo mes, a fin de mes, encargue comida - como muchas veces hago- sonó el timbre, baje y en el palier de mi edificio lo reconocí inmediatamente, con el barbijo puesto, con el pelo revuelto cubriéndole el rostro y con mucha ropa encima, se destacaban sus ojos, tenía la mirada esquiva, dedos delgados al descubierto por los mitones, uñas ligeramente largas y ligeramente sucias, se veía inmenso, pero todo su ser es misteriosamente armonioso, evidentemente era él, me desconcertó su voz, lo había escuchado cantar, pero nunca hablar, y ciertamente tenía voz de hombre, no era una voz juvenil, parecía la voz de un padre de familia. No creo en la señales para nada, creo en el azar, pero definitivamente a esa persona quiero decirle unas cuantas cosas y lo voy a hacer.

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Quería inmortalizar esa vivencia y acontecimientos en algún lado, simplemente eso.

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