TEXT;
Siempre creí que el amor es una tonta ilusión para mantenernos felices, llenos de esperanza y tal vez nos ayudaría a encontrarle coherencia a la vida. Nadie me enseñó, lo averigüé por mi cuenta y corroboré cada detalle como todos lo hacemos; a partir de enseñanzas. Y es que no puedes esperar mucho de una persona de la que nunca se han enamorado o de la que nunca ha probado cómo se siente recibir a alguien en cuerpo y alma. Creí que sería sencillo alimentarme de tu amor y verte todos los días al despertar sin caer en el pozo que tanto temía justo como lo hacía con cada persona que se cruzaba en mi camino, creí por un momento que podría oler tu perfume, hablarte y fingir que lo eras todo para mí, si es que llamamos fingir a ser mejor persona para alguien más. Pero adivina qué, no eras esencial, no eras lo que quería que fueses para mí. No me enseñaste los horizontes o me acogiste en la noche cuando lo necesitaba, querías que fácil me entregara sin un suspiro de esfuerzo y así nunca podría. Siempre temí a dejarme llevar por el momento y recibir la herida más fuerte y profunda de mi existencia. En vez de tu presencia soportando mis temores, escuché mis defectos salir de tus labios y con eso vi la caja que tomaste para guardar tus sentimientos cuando me dejaste. Valiente lucha fue la que hiciste para arreglarnos, las promesas se fueron al olvido y tu cariño se hizo efímero, tenía razón todo este tiempo; eras igual a todos cuando pensaba que eras la mancha de color en mi vida, que contigo se rompía ese frustrante estereotipo. Verte a mi lado me hacía feliz, me gustaba, pero nunca me enamoró y no porque no quisiese amar sin consecuencias malignas sino porque realmente no sabía cómo hacerlo. No te bastó con las veces que te repetí cuantas ganas tenía de irme, me dabas el control como si fuera la más fuerte de ambas y me dejabas hacer cada cosa como yo lo decía. Decisión, coraje y actitud, requería eso para enderezarme, pero aflojaste el agarre y me fui, tuviste lo que siempre anhelaste. Recuerdo que decías que te hacía daño, que mis delgadas manos te rasguñaban y me darías otra oportunidad pero bueno, fue tu error no saber qué hacer conmigo. Te extraño y siempre lo haré pero eso no significa que te quiera aquí, te amo y quisiera haberlo hecho con la suficiente fuerza para que no me dejaras, para que mis indecisiones no te hubieran apartado, pero es imposible cuando me culpabas de todo a mí, me otorgabas el control absoluto, nunca te esforzaste, ni lo harías.