Remulus

Considero que ambas cosas son muy necesarias para sobrevivir, o al menos acaban siéndolo. Si bien veo la adaptación una forma de represión en algunos momentos y situaciones, veo más conveniente elegir eso, adaptarse (si me viera obligado a elegir una sola cosa, claro).

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Cuando adaptarte a algo supone la anulación de una parte de nosotros, la vulneración de nuestra esencia, al final estamos reprimiendo cierta parte de nuestro ser. Un posible ejemplo sobre esto podría ser la convivencia en casa con un huésped ruidoso, sucio y descuidado. Yo podría adaptarme, seguro, pero lo estaría haciendo a costa de acostumbrarme a vivir en condiciones en las que no quiero vivir.

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En términos de supervivencia podemos tolerar adaptaciones muchísimo más determinantes y profundas, estoy seguro, pero creo que al mismo tiempo generan "marcas" imborrables en nosotros. Dependiendo de la situación, cada persona deberá elegir entre una de las dos opciones que ofreces, haciendo balance sobre cuál le saldrá menos cara.

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Que vaya esto por delante: a mí me importa un pimiento la gente de la que voy a hablar, no me creo mejor que ellos y considero que en la mayoría de casos no lo soy. Me ciño únicamente a lo que solicita esta pregunta.

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No haber leído nada o prácticamente en toda su vida. Estos sujetos, en mi experiencia, suelen ser los típicos enganchados a programas repugnantes como esa de la isla de los cornudos, Sálvame, Gran Hermano y basura similar. Eso se me hace curioso.

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Haberle sido infiel cierta gente, o a mucha. No veo qué orgullo se puede extraer de eso, y por desgracia hay alguna gente que considera eso empoderante.

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Haber sido o ser una persona promiscua. Puedo entender el orgullo de ser una persona exitosa en lo que es la seducción (aunque no lo veo para tanto), pero ese es un asunto muy distinto. Se puede ser promiscuo por muchos motivos y en muchos contextos; no es ningún mérito por definición.

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Haberse pillado borracheras enormes. La embriaguez, como ya he dicho, considero que envenena el espíritu, saca lo peor de nosotros y su promoción no ha hecho más que degradar a la sociedad, le resta dignidad a nuestra especie. Pero aparte de eso, es que ingerir alcohol tampoco es ningún mérito ni logro. Solo tienes que hacer eso, bebértelo.

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Tener un carácter de mierda, incívico o muy conflictivo. Hay quienes dicen "tengo mucho carácter" para excusar que sean unos imbéciles con menos educación que un macaco. Estar orgulloso de ser molesto y de incomodar a la gente que tiene la deferencia de soportarte, es algo que se me hace inaudito. Esa gente, al final, es la más cobarde cuando algo se pone feo, lo cual me es divertido.

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Ser mala persona. Sí, considero que hay gente orgullosa de serlo. Como mala persona que considero que soy, puedo hablar con más propiedad aquí: no es ningún logro, sino sencillamente un estado del espíritu, nada más. A ese estado se puede llegar de mil maneras, y muchas de ellas son nuestra culpa. No hay nada de lo que enorgullecerse ahí. Tampoco hay por qué avergonzarse, no en todos los casos, pero como digo, no es ninguna medalla que ponerse en el pecho.

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Diré una cosa más que cabría como respuesta en esta pregunta, aunque podría seguir todo el día: haber delinquido (por ejemplo, haber robado). Entiendo que un ladrón de guante blanco esté muy orgulloso de lo bien que ha ejecutado su golpe, pero dudo que lo esté del hecho puntual y esencial de eso, robar. Lo mismo no sé, un sicario; entendería el orgullo de tener una puntería infalible, pero no del hecho de haber segado vidas. No falta en nuestras vidas el típico listillo que infla el pecho y habla de aquel simpa que hizo en un bar, o cosas así. La gente muy orgullosa de transgredir suele ser la que tiene miedo a precisamente eso, transgredir, y que no suele hacerlo o jamás lo haría de cara a los demás. Se me hace patético y gracioso a la vez. La miseria humana me hace mucha gracia, sinceramente.

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Hace unas horas.
Tú sabes bien hasta dónde llega mi implicación emocional con mis amigos. Ver a uno tan derrotado, tan desconsolado y triste, es algo que me ataca sin piedad, me golpea en lo más sensible.

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Lo cierto es que comencé a llorar yo cuando él dejó de hacerlo, no sé si por deseo de la casualidad o por alguna otra razón. No me gustó, no era mi momento de hacer eso.

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No hay nada que pueda hacer para solucionar su problema, pero sí que considero mi deber (un deber muy grato) hacerle el proceso un poco más llevadero. De ahí que me exija un mínimo de entereza y compostura en su presencia.

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La anterior ocasión fue hace bastanre tiempo, si no me equivoco (y si llorar de risa no cuenta), cuando supe que otro amigo tendría que irse de España por una buena temporada. No fue por saber que lo añoraría, ni nada así, y tampoco fue debido a andar temiendo por él. Se debió a que yo sabía bien cuánto esfuerzo le suponía separarse de nosotros, cuánto nos necesitaba en ese momento (y ahora más aún). Me entristeció mucho, y después ya fue todo mala hostia. Vuelve en unas semanas; cuando lo reciba procuraré prepararle una buena cena, comida o lo que quiera.

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