Hola necesito ayuda. Mi hija tiene 20 años y tiene una Bebe de 4 años a la cual yo he criado como mía. Hace 2 meses me agredió y se fue de casa dejando a la bebé. He solicitado la custodia de la bebe mi hija no lo haría bien. ¿Qué más puedo hacer?
Hola, es una situación difícil y dura, desde luego.
Si es necesario asumir la custodia no puedo saberlo, pero puedo decirte que, en general, los padres tenemos que recordar que nuestra obligación moral principal es hacia nuestros hijos (y padres), no hacia nuestro nietos. Es tu hija la responsable de tu nieta. Así Dios lo quiere, incluso corriendo el riesgo de que las cosas no se hagan como a él le gustaría (que es como a nosotros nos conviene, en realidad).
Te lo comento porque Dios no suele buscar el camino más seguro para que una persona se salve, sino el más seguro dentro de las libertades. Dios siempre cuenta con nuestra libertad de aceptarle y esto lo hace también en lo educativo. Nos ha hecho partícipes de la tarea de ser padres sabiendo de antemano que no podemos con ella y sabiendo que él tiene que suplir, pero siempre respetando nuestra libertad en esa responsabilidad.
Es muy duro ver a alguien, sobre todo un ser querido, cómo se estrella e incluso cómo corre hacia su condena, pero aún así Dios, por respetar la libertad que le ha dado al hombre, lo permite. De lo contrario no habría nadie en el infierno, pero tampoco habría amor en el cielo. El amor es potente porque es libre.
Si no consigues ayudar a tu nieta, reza mucho por tu hija, ayúdala, pero déjala libre. Incluso libre de equivocarse con ella y con respecto a las personas bajo su responsabilidad.
María estaba los pies de la cruz deseando morir con su Hijo, pero su labor estaba allí, sufriendo con Él, no luchando por retirarle esa cruz. Pedro también trató de imponerse al sufrimiento de Jesús y fue reprochado duramente. El plan de Dios pasa por nuestros errores, pero no temas que Dios ve más allá del espacio y del tiempo. Dios es providente y resuelve a largo plazo con el mejor éxito posible desde el amor libre, atrayendo y dado las gracias necesarias, pero sobre todo convirtiendo y restaurándolo todo a su paso. A Dios no se le escapa nada, nunca. Confiemos en él más que en nuestras fuerzas. Un abrazo en el Señor.
Si es necesario asumir la custodia no puedo saberlo, pero puedo decirte que, en general, los padres tenemos que recordar que nuestra obligación moral principal es hacia nuestros hijos (y padres), no hacia nuestro nietos. Es tu hija la responsable de tu nieta. Así Dios lo quiere, incluso corriendo el riesgo de que las cosas no se hagan como a él le gustaría (que es como a nosotros nos conviene, en realidad).
Te lo comento porque Dios no suele buscar el camino más seguro para que una persona se salve, sino el más seguro dentro de las libertades. Dios siempre cuenta con nuestra libertad de aceptarle y esto lo hace también en lo educativo. Nos ha hecho partícipes de la tarea de ser padres sabiendo de antemano que no podemos con ella y sabiendo que él tiene que suplir, pero siempre respetando nuestra libertad en esa responsabilidad.
Es muy duro ver a alguien, sobre todo un ser querido, cómo se estrella e incluso cómo corre hacia su condena, pero aún así Dios, por respetar la libertad que le ha dado al hombre, lo permite. De lo contrario no habría nadie en el infierno, pero tampoco habría amor en el cielo. El amor es potente porque es libre.
Si no consigues ayudar a tu nieta, reza mucho por tu hija, ayúdala, pero déjala libre. Incluso libre de equivocarse con ella y con respecto a las personas bajo su responsabilidad.
María estaba los pies de la cruz deseando morir con su Hijo, pero su labor estaba allí, sufriendo con Él, no luchando por retirarle esa cruz. Pedro también trató de imponerse al sufrimiento de Jesús y fue reprochado duramente. El plan de Dios pasa por nuestros errores, pero no temas que Dios ve más allá del espacio y del tiempo. Dios es providente y resuelve a largo plazo con el mejor éxito posible desde el amor libre, atrayendo y dado las gracias necesarias, pero sobre todo convirtiendo y restaurándolo todo a su paso. A Dios no se le escapa nada, nunca. Confiemos en él más que en nuestras fuerzas. Un abrazo en el Señor.