Hola, Mauricio. Un conocido me ha elogiado a Ignacio Escolar. Yo creo que es un periodista con un sesgo podemita muy importante. ¿Qué opinas de él? Un saludo
En realidad, el sesgo podemeta me tendría bastante sin cuidado. Lo que me preocupa es que es un periodista que ha demostrado deshonestidad.
Me explico: yo tengo un sesgo socialista, ni hablar, soy militante del PSOE. Pero cuando se descubre a un pillo del PSOE, yo no lo voy a encubrir ni a disculpar, y espero que mi partido tampoco lo haga. Y como periodista, nunca ocultaría información por servir a mis sesgos ideológicos, porque como periodista mi compromiso es con los lectores y no con mi partido ni mi ideología política. Debo hacer efectivo "el derecho de la gente a saber" y debo darle "los datos que necesita para pensar libremente", no los datos que me convenga para que piensen lo que yo creo.
Hay periodistas de derecha y de izquierda que admiro por su honestidad, ciertamente, sobre todo en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, porque sé que cuando me informan no me están vendiendo la moto ni abren el grifo de los adjetivos como hacen Escolar y su banda para servir a sus ideas y sesgos políticos.
Vamos, lo que me molesta de Escolar es que hace propaganda política y comunicación de partido más que periodismo. Que dice lo que sus lectores (en general podemorros) quieren escuchar, y sabe perfectamente que cuando se aparta un milímetro de la ortodoxia pabloleninista, le cancelan suscripciones y lo insultan en los comentarios (se ha quejado de eso, pero luego se ha alineado como un militar). Que no informa, por ejemplo, de nada de lo que pasa en Venezuela porque siente que daña a su propia causa. Que protege a Putin y a los ayatolas iraníes porque "son amigos". Y a al-Assad. Que cubre al PSOE de una manera vergonzosa, con verdaderos sicarios del teclado que siempre sesgan la información para hacer el trabajo sucio de Podemos, sin la mínima decencia informativa. Que tiene la desvergüenza de afirmar que no habla de algunos temas "porque no tiene sección Internacional", pero cuando le conviene, la dicha "sección internacional" aparece de la nada y luego se esfuma como si nunca hubiera existido.
Todo eso a mí me parece muy grave, tanto como lo que hace Marhuenda en La Razón o Julio Ariza en Intereconomía, porque afecta el qué se informa o no, el cómo se informa, el estilo con que se informa y deja clara una intencionalidad política que, además, tiene la soberana desvergüenza de negar. Es una ofensa al lector y por tanto al oficio del periodismo.
La diferencia entre él y Steve Bannon, de Breitbart, es sólo ideológica. Pero su respeto a los principios del periodismo y a la dignidad del lector es el mismo, cero. Y como sabe que le van a aplaudir y que sus críticos somos fácilmente omitidos, además, ni siquiera parece tener cargo de conciencia. Pone su foto en el periódico todos los días (algo inimaginable en un medio serio) y se va a que lo premien.
Ser podemero es lo de menos. A nadie se condena por sus ideas, sino que se le juzga por sus acciones.
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Me explico: yo tengo un sesgo socialista, ni hablar, soy militante del PSOE. Pero cuando se descubre a un pillo del PSOE, yo no lo voy a encubrir ni a disculpar, y espero que mi partido tampoco lo haga. Y como periodista, nunca ocultaría información por servir a mis sesgos ideológicos, porque como periodista mi compromiso es con los lectores y no con mi partido ni mi ideología política. Debo hacer efectivo "el derecho de la gente a saber" y debo darle "los datos que necesita para pensar libremente", no los datos que me convenga para que piensen lo que yo creo.
Hay periodistas de derecha y de izquierda que admiro por su honestidad, ciertamente, sobre todo en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, porque sé que cuando me informan no me están vendiendo la moto ni abren el grifo de los adjetivos como hacen Escolar y su banda para servir a sus ideas y sesgos políticos.
Vamos, lo que me molesta de Escolar es que hace propaganda política y comunicación de partido más que periodismo. Que dice lo que sus lectores (en general podemorros) quieren escuchar, y sabe perfectamente que cuando se aparta un milímetro de la ortodoxia pabloleninista, le cancelan suscripciones y lo insultan en los comentarios (se ha quejado de eso, pero luego se ha alineado como un militar). Que no informa, por ejemplo, de nada de lo que pasa en Venezuela porque siente que daña a su propia causa. Que protege a Putin y a los ayatolas iraníes porque "son amigos". Y a al-Assad. Que cubre al PSOE de una manera vergonzosa, con verdaderos sicarios del teclado que siempre sesgan la información para hacer el trabajo sucio de Podemos, sin la mínima decencia informativa. Que tiene la desvergüenza de afirmar que no habla de algunos temas "porque no tiene sección Internacional", pero cuando le conviene, la dicha "sección internacional" aparece de la nada y luego se esfuma como si nunca hubiera existido.
Todo eso a mí me parece muy grave, tanto como lo que hace Marhuenda en La Razón o Julio Ariza en Intereconomía, porque afecta el qué se informa o no, el cómo se informa, el estilo con que se informa y deja clara una intencionalidad política que, además, tiene la soberana desvergüenza de negar. Es una ofensa al lector y por tanto al oficio del periodismo.
La diferencia entre él y Steve Bannon, de Breitbart, es sólo ideológica. Pero su respeto a los principios del periodismo y a la dignidad del lector es el mismo, cero. Y como sabe que le van a aplaudir y que sus críticos somos fácilmente omitidos, además, ni siquiera parece tener cargo de conciencia. Pone su foto en el periódico todos los días (algo inimaginable en un medio serio) y se va a que lo premien.
Ser podemero es lo de menos. A nadie se condena por sus ideas, sino que se le juzga por sus acciones.