Todos somos víctimas de este patriarcado, hombres y mujeres. Evidentemente, no podemos decir que los hombres sean tan víctimas como nosotras, ni mucho menos. No es comparable. Pero veo a mis amigos heterosexuales sufriendo mucho por tratar de cumplir con los estándares masculinos que les impone la sociedad. Esto los afecta en muchos niveles, incluso cuando se trata de relaciones con mujeres. Muchas no saben hacerlo desde un lugar más emocional, más empático porque toda la vida les han dicho que los hombres tienen que ser fuertes, que no tienen que llorar, que no tienen que llorar. No tenía que ser sensible. Estamos en un momento político, histórico y social que me asusta un poco porque está muy de moda la radicalización de pensamientos e ideologías.