#lectura

A M B O S. ┇ Por un lado, debo decirte que a mí me encanta el perderme en la lectura, el leer para mí es conocer, es vivir, es respirar y aprender que gracias a ella me ha ayudado a mejorar mi ortografía. Puedo tomar un libro no le daré mucha importancia si éste tiene apenas de unas 50 o unas 450 páginas, eso es lo de menos. En la mayoría de las veces he leído hasta caer rendida del sueño con aquel libro en las manos. Me fascina esa exquisita sensación de escape que te proporciona un libro sin importa el género. El pasar cada hoja es un pequeño viaje y empezar a crear todo, cada uno de los escenarios, los lugares por los que se pasan y de uno de los personajes hasta sus voces. Y por el otro lado el jugar, no lo hago tan frecuentemente, pero cuando se presenta la oportunidad al lado de mis amigos es algo que relaja en algunos casos, como en otros me altera, de por sí me brinda esa adrenalina.

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/Por más que intentara socializar era la chica más tímida y más solitaria que había en el salón, solían hacerme bromas a un punto de hacerme bullying, me lo callé por mucho tiempo, pero una vez me delaté y hablarlo. Disfrutaba cada clase que lo que se trataba de Lengua Castellana, Artística, Inglés, Educación física, Química eran totalmente de mis favoritos, disfrutaba mucho las clases. Amaba pasarme la mayoría de la tarde en la librería y perderme en los libros (no me acuerdo la cantidad que llegué a leer desde 6° hasta 11°, no me acuerdo muy bien que digamos, pero si que era muy feliz), a ello me ganaba menciones por amor a la lectura y otros por puntualidad. ¿Amistades? Ni sé, solo puedo decir que disfrutaba en demasía de las pocas compañías que llegué tener en cada año. Fue una época bastante bonita y eso lo tengo bastante claro como tener profesores en los que tenía bastante aprecio.

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Man, 'el orden de los factores sí que puede alterar la percepción que se tenga de la historia. No es lo mismo el poder de la imaginación y la creación de un mundo ficticio en la mente en base a las vivencias/experiencias cuando se lee un libro, que ponerse delante de la pantalla y dejarse llevar por el hilo de la película. No son pocos los que optan por leer el libro y luego no ver la película para no perder esa magia conseguida a través de la lectura… aunque tampoco son pocos los que optan por ver directamente la película y no leer el libro. Cada uno tiene sus gustos y sus preferencias. También es verdad que depende mucho del libro y de la película en cuestión. En ocasiones la película supera las expectativas que se tienen del libro, pero también es cierto que muchas veces cuando se lee un libro y luego se ve la película vemos que no nos acaba de llenar o que se han saltado pasajes que se consideraban importantes o que se esperaban de otra manera.'

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Vengo a contar un lamento para todos y para nadie. Vengo a admitir otro fracaso, pero no el último. A constatar mi inconstancia. A titilar con luz escasa cuando ya parecía todo oscuro. Sí, desaparecí de esto de nuevo después de promesas colmadas. He desatendido todo, no sólo aquí. Y aunque podría ser mera ficción y personaje, quisiera decir que me duele. Por los posibles. Por los errores. Por lo que al final acaba siempre dando igual. Estoy pasando una etapa donde se me acumulan muchas cosas, la mayoría económicas. Y apenas puedo conmigo. Ya está de nuevo dando pena y llamando la atención, dirán algunos. Otros se afligirán (qué optimista por mi parte). Y nada de eso busco, solo una lectura, un mensaje, un poso. Una vergüenza. Una confesión. Hay cosas que me importan aunque no se digan. Que tengáis un buen final de semana.

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TNEF, hola. 🍁
Bonita noche. 🌟

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Don quijote de la mancha, lo leí en la escuela para un examen de lengua castellana.
Un personaje que de tanto leer novelas de caballería, termina creyéndose caballero andante y armándose a sí mismo como Don quijote.
¿Cuál fue el primer libro que hizo que amaras la lectura por primera vez?¿Cuál y por qué?, en secundaria los profesores de castellanos nos hacían leer libros con el propósito de fomentar la lectura y claramente, hacer preguntas y exámenes sobre ello.
El primer libro que leí fue el gato negro pero tuve el impacto con el caballero de la armadura oxidada y edipo rey, el primero una trama que juega con la mente y el segundo, una tragedia griega donde el protagonista mata a su padre y se casa con su madre, se convierte en rey, tiene hijos con su progenitora y cuando se entera del lazo que los une decide sacarse lo ojos y ni que decir con el final de antígona, hija de edipo. 🍂

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Saludos!

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Hoy alguien me comentaba que escuchó en su trabajo a un colega que le expreso la posibilidad que redujeran personal y tal. Para mi fue muy evidente que lo que el colega le dijo era para en gran parte, malviajarlo; él también advirtió de sus intenciones, sin embargo, el conocimiento de la causa no apaciguaba su preocupación. Sentí que buscaba provocarme algo, transmitirme su preocupación, su angustia, cosa que a mi me molestó mucho. Y me pasa mucho en general. Termina siendo, de algún modo, un asunto tocante en mi vida, por varias razones.

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La gente de mi entorno, mi familia, mis allegados me ven como una persona que está siempre feliz, a veces indolente, que carezco de preocupaciones, que soy muy fría y que no siento tristeza. Tal vez porque en algunas cosas me cuesta mucho sentir empatía, la siento, pero de un modo muy distinto a la mayoría de la gente, y paso a explicar cómo es que yo lo vivo. Yo no entiendo, en verdad que no entiendo, la gente que tiene, no sé, 45 años quiere empezar a estudiar una carrera, pero siente mucha vergüenza de la edad y de la inquietud que tiene, cree que sera destripado por el juicio y la mirada ajena de sus compañeros o cualquier otra persona. Yo soy incapaz de sentir esa vergüenza y preocupación.
Yo no siento nada cuando escucho llorar a mi bebé de 4 años bien puede ser por una rabieta, o desencadenado por la ausencia de habilidades para lidiar con las frustraciones, o por miedo a separarse a mi. A mi no me conmueve en lo absoluto, en realidad no siento nada, pero sé que él es una criatura pequeña, que se está formando, que está a cargo mío, y para él sí es muy importante que yo vea y entienda su dolor, aunque a mi no me importe ni me interese, simulo una suerte de conexión, de empatía, por más que sea fingida, yo sé que a él le sirve.
Lo que a la mayoría de la gente le preocupa, le angustia, le genera incertidumbre a mi no me genera nada de eso, es la nada misma. Siempre he sido así, estar cableada de esa manera, viviendo en sociedad puede llegar a ser muy incapacitante y limitante, no siempre lo tuve claro eso, no siempre pude hacer una lectura correcta de mi persona, y eso me ha llegado a perjudicar. Hago que mi incapacidad para sentir ciertas cosas no lleguen nunca algo discapacitante o limitante. Para mi es importante, más que adaptarme o reprimirme, fingir. Fingir ciertas emociones, ciertos comportamientos, analizar bien mi entorno y la gente, para tener una vida plena. Es un mecanismo de supervivencia que aprendí a pulir. Yo no estoy dispuesta a sacrificar mi esencia, por absolutamente nada ni nadie, por eso esos mecanismos de supervivencia me son muy útiles y considero que requiere de gran valentía estar dispuesto a preservar la esencia de uno mismo, no doblegarla.

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Es una práctica que me agrada mucho, sí, aunque por desgracia lleve varios meses sin llevarla a cabo debido a que, sencillamente, ni siquiera he tenido la oportunidad de desempaquetar mis libros tras mi mudanza hace ya algo más de tres meses. Existe la alternativa de leer en formato digital, por supuesto, pero es una opción que detesto porque, bajo mi particular criterio, desvirtúa la mitad de la experiencia que nos proporciona la lectura al suprimir casi por completo el factor cuasimeditativo y sensitivo del libro físico. Y, francamente, para leer sin disfrutar de todos los matices implícitos, prefiero reprimir mis ganas de hacerlo.

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Dicho lo anterior, y de forma análoga a lo que me sucede con las series o los videojuegos, no dispongo de una única obra favorita, sino de un conjunto de ellas que destaco por encima de otras por diversas razones. Así que, puestos a mencionar una de ellas, citaré «Akame Ga Kill!» por ser mi shōnen favorito hasta el momento y el primero de dicha categoría demográfica que consiguió llegarme al corazón.

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Hola, Nana. Sabes, tus preguntas tienen un poso de contracultura que me gusta. Empiezo por la última. Como siempre, depende de qué series y libros tomemos como ejemplo. Yo diría que la mayoría de series que se consumen tienen una estructura muy similar a los bestsellers, que a su vez son la mayoría de libros que se consumen. En este sentido, ambos productos, independientemente del argumento, ambientación y demás, suelen tener una estructura efectista (que no simple) que suele replicarse continuamente. Me refiero al estudio de giros, alternancia de escenas, información a desvelar y otras técnicas que están muy estudiadas para conseguir captar cierta atención y suspense de forma continua en el espectador/lector. Esto no quiere decir que sea una trama simple o que no sea creativa, pero sí que tiene un interés efectista y que no arriesga, salvo en el contenido temático y otros detalles. Pero igual que hay libros que arriesgan más en cuanto a que se olvidan del público objetivo, también hay series que lo hacen. Sin embargo, creo que el formato libro permite mayor libertad en este sentido. Por un lado económica (la producción de grandes ideas a veces es inviable), y por otra de fondo, ya que lo audiovisual no suele permitirse una duración excesivamente prolongada. Hay series con una trama espectacular, por ejemplo, pienso en el anime «Ergo Proxy», y libros con una trama esquemática, como «Vampiro» de José de la Rosa. Y ambas obras me encantan.

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En una serie suelo buscar la anulación del pensamiento, así que no te voy a engañar, suelo buscar cosas que no me hagan pensar demasiado (a ver, hago excepciones también). Para mí es una forma de descansar a la exigencia intelectual de esta vida, ver algo, disolver el yo, comer, satisfacciones primarias que adoro, porque olvido que se me impone ser productivo. En un libro normalmente no busco esto, sino que me recorra eléctricamente todo el cuerpo, que me despierte sinergias con mi yo, que me provoque el pensamiento, el autodescubrimiento, o la simple emoción del acontecimiento expuesto. La emoción intensa. El goce estético de la conexión. Además, la interacción con el libro se me hace más personal e interactiva, puesto que yo impongo el ritmo de lectura, la pausa, la relectura, la anotación... una serie de elementos que son difíciles de manipular en lo audiovisual, donde, como mínimo, se nos impone el tiempo de la representación y el imaginario de lo representado.

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No me decanto por ninguna, simplemente hay un momento diferente para cada cosa y, según me apetezca, acudo a lo que deseo.

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- Ha llegado el nuevo MANUSCRITO de Ian Mckenzie - Me dijo Robin mientras me sentaba frente a él - Llévatelo y me dices mañana qué te ha parecido. Yo he leído solo el primer capítulo
- De acuerdo - Le dije. Metí el libro, con mucho cuidado en mi bolso.

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Llegué a mi casa justo después de comer. Salí del coche molesta porque había tenido que aparcar frente a las obras de lo que iba a ser el nuevo colegio. La HORMIGONERA no paraba de girar. Uno de los obreros me saludó, pero apenas levanté el brazo. Estaba enfadad y no tenía que pagarlo por él. Lo único que me haría feliz era el libro de Ian, el cuarto de una saga sobre una inspectora de policía, Judith Carlson, que investigaba los crímenes más atroces que podías imaginar. Estaba deseando ponerme con la lectura.

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En cuanto entré en mi casa, me quité mi blusa y me quedé con el SUJETADOR blanco con ribetes dorados que tanto me gustaba. Siempre me había encantado leer los libros de esta guisa. Cogí la vieja radio de mi padre, que guardaba en el mueble del televisor, y busqué una EMISORA de música clásica: Radio sinfónica.

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Me sumergí rápido en la lectura. Judith había vuelto a atraparme. Cuando quise darme cuenta me había devorado más de medio libro. "Voy a prepararme una TAZA de leche caliente y sigo", me dije antes de tomarme un merecido descanso.

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Cuando en la radio empezó a sonar Beethoven, yo retomé la lectura con la única misión de saber quién era el asesino de este nuevo crimen, pero entonces algo me descolocó. El último capítulo de la novela no estaba. Faltaban las últimas páginas.
Busqué en mi bolso, por si podrían estar allí, pero nada, allí solo tenía mi pequeño kit de maquillaje y dos paquetes de pañuelos. Llamé a Robin que me juró varias veces que tenía en mis manos todo lo que Ian nos había mandado. No iba a ser yo quién pusiera en duda lo que me acababa de decir y entonces me surgió una duda: "¿Dónde está el último capítulo?"

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Desde hace algún tiempo cambié por completo mi forma de entender el objeto en el que reside el libro, pasando a verlo como un lugar de encuentro, intercambio e incluso juego. Así que me temo que sí, y lo siento por los que puedan escandalizarse ante lo que considerarán sacrilegio, pero escribo y subrayo los libros. E incluso me encanta cuando compro un libro de segunda mano y viene con anotaciones. En cierto sentido es hacer que el texto siga vivo, destruyendo su facultad de objeto cerrado y preservable. El viernes discutía con otra persona sobre el papel de la cultura y el folclore en las instituciones, y comentábamos que muchas veces, al hacer de una tradición un valor patrimónico, acaba congelándose esa tradición en su estado actual, desposeyendo al pueblo de su uso y modificación con el tiempo, permitiéndole meramente su representación para el disfrute ajeno, perdiendo gran parte de su significado. No estoy comparando los ejemplos del todo, pero sí reivindicando que lo cultural es un lugar de encuentro, de uso, de intercambio y evolución. Sacralizar la cultura nos aleja de esta, la transforma en algo gélido, elevado, ajeno. Escribo y subrayo los libros principalmente para confrontar las relecturas de los diferentes yo temporales, pero también me gusta ver lo que destaca otras personas en su lectura, porque eso es una forma de intercambiar miradas... porque sí, toda lectura tiene una mirada, y se aprende mucho de la forma de leer de los otros.

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