24.media.tumblr.com/65d09d2635a5befd13b834ee76f57859/tumblr_mpmhp5ySZt1rtca7po2_250.gif pliiiiiiiiz, que ese movimiento de hombros y esa forma de restregarse por muy graciosa que se vea, tiene un trasfondo (no tan de fondo) erótico xDD
[Muy corto....lo sientoooooooo OTL ;____;]
Lo de hacer el idiota encima del escenario es ya una costumbre, pero no una por años de convivencia. Obedece más a una necesidad que a una costumbre. A la necesidad de tocarse aunque sea durante unos segundos y con los ojos cerrados fingiendo hacer el tonto delante de las fans. Es esa sensación de sentirse piel contra piel a pesar de las capas de ropa y del momentáneo toque.
El problema es que más que paliar la necesidad lo que hacen es hacer que crezca exponencialmente. Cuanto menos dura el roce que tratan de hacer que parezca idiota, más grande se hace la necesidad de que ese roce se convierta en una caricia intensa.
Por eso agradecen las habitaciones individuales del hotel y haberse excusado los primeros de la celebración en el restaurante. No es que no les guste la fiesta es que tienen una mejor esperándoles en la habitación. Mucho mejor es cuando por fin el roce puede ser todo lo extenso que quieran.
Jinki se deshace de la camiseta de Minho y apoya su mano justo en el centro de su pecho, las yemas de sus dedos rozando el cuello del moreno y haciéndole estremecer. Deja la mano ahí mientras se acerca a él y le acaricia el cuello con sus labios, pequeños besos que apenas pueden considerarse uno propiamente dicho. La mano viaja hasta uno de sus hombros y se aferra a él buscando apoyo para seguir la escalada de sus labios hacia los ajenos. El primer beso siempre es lento, controlado y medido. Una caricia que tantas veces se han negado en distintas ocasiones, una que se permiten ahora que no hay nadie mirándoles.
Pero es el único lento que consiguen darse, las sensaciones siempre demasiado intensas, las ganas demasiado latentes y pronto tan solo se dejan llevar por los besos y las manos ansiosas que acaban desembocando en jadeos y gemidos con nombres ajenos por protagonistas.
A veces les gusta hacer el tonto, darse cuenta de que pueden ser algo idiotas para que las fans estén contentas; pero solo cuando están así, el uno enredado en el otro desnudos en cuerpo y alma; se dan verdaderamente cuenta de lo difícil que se les hace mantener las distancias. Cada vez más y más difícil. Y el temor de no soportarlo se hace patente en el ambiente hasta que desaparece entre miles de besos y lenguas voraces devorando al otro con ganas, olvidado momentáneamente hasta la próxima vez.
Lo de hacer el idiota encima del escenario es ya una costumbre, pero no una por años de convivencia. Obedece más a una necesidad que a una costumbre. A la necesidad de tocarse aunque sea durante unos segundos y con los ojos cerrados fingiendo hacer el tonto delante de las fans. Es esa sensación de sentirse piel contra piel a pesar de las capas de ropa y del momentáneo toque.
El problema es que más que paliar la necesidad lo que hacen es hacer que crezca exponencialmente. Cuanto menos dura el roce que tratan de hacer que parezca idiota, más grande se hace la necesidad de que ese roce se convierta en una caricia intensa.
Por eso agradecen las habitaciones individuales del hotel y haberse excusado los primeros de la celebración en el restaurante. No es que no les guste la fiesta es que tienen una mejor esperándoles en la habitación. Mucho mejor es cuando por fin el roce puede ser todo lo extenso que quieran.
Jinki se deshace de la camiseta de Minho y apoya su mano justo en el centro de su pecho, las yemas de sus dedos rozando el cuello del moreno y haciéndole estremecer. Deja la mano ahí mientras se acerca a él y le acaricia el cuello con sus labios, pequeños besos que apenas pueden considerarse uno propiamente dicho. La mano viaja hasta uno de sus hombros y se aferra a él buscando apoyo para seguir la escalada de sus labios hacia los ajenos. El primer beso siempre es lento, controlado y medido. Una caricia que tantas veces se han negado en distintas ocasiones, una que se permiten ahora que no hay nadie mirándoles.
Pero es el único lento que consiguen darse, las sensaciones siempre demasiado intensas, las ganas demasiado latentes y pronto tan solo se dejan llevar por los besos y las manos ansiosas que acaban desembocando en jadeos y gemidos con nombres ajenos por protagonistas.
A veces les gusta hacer el tonto, darse cuenta de que pueden ser algo idiotas para que las fans estén contentas; pero solo cuando están así, el uno enredado en el otro desnudos en cuerpo y alma; se dan verdaderamente cuenta de lo difícil que se les hace mantener las distancias. Cada vez más y más difícil. Y el temor de no soportarlo se hace patente en el ambiente hasta que desaparece entre miles de besos y lenguas voraces devorando al otro con ganas, olvidado momentáneamente hasta la próxima vez.
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Mónica Zero