Kysu Pato

Has marcado un periodo clave en mi existencia, desde luego. Supongo que hay un antes y un después de aquel mes de abril de 2010. Pero nadie se dio cuenta en aquel momento de la gran hostia que me había dado la vida. Se había reído de mí en mis narices, se burló de todo lo que fui y de todo lo que soñé ser. Me rompió en mil pedazos todas las ilusiones, quebró mis planes de futuro y los arrojó al suelo como si fueran basura.
Pero fue curioso. Muy curioso. A día de hoy todavía me sorprendo del cambió que di aquellos días. Antes, era una persona deprimida y reprimida, aferrada a un pasado lleno de traumas que no me hacían ningún bien. Obsesionada con mis fracasos, sin ser capaz de ver mis éxitos. Odiaba y detestaba a todo el mundo, no soportaba la presencia de nadie, no podía sino vestir una máscara diferente cada día, esperando que nadie se diera cuenta del engaño.
Sin embargo, recibí aquella noticia. Aquel golpe que debería haberme arrojado a la miseria, a lo más oscuro de mi ser, de donde no volvería a salir jamás. Me estaba muriendo. Y no había solución alguna. ¿Qué hice entonces? Vivir. Se acabaron de alguna manera, aunque seguían las cicatrices, todos los problemas del pasado, todos los demonios, todas las sombras que atormentaban mis pensamientos. No, no se fueron. Más bien las acepté. Acepté que estaban ahí y que ahí seguirían, pero yo también. Y lucharía. Porque si iba a morir, no quería hacerlo rodeada de oscuridad, sino de luz.
Empecé a salir de fiesta con gente que realmente me caía bien, gente con la que me gustaba estar. Me rodeé de buenas personas que cada día me repetían que era maravillosa. Y me alejé, poco a poco, de aquellos que intentaban convencerme de lo contrario.
Así llegó 2011. Y se fue él. A día de hoy me sigo preguntando el porqué de tantas cosas. Incluso sueño con él en demasiadas ocasiones. Estuvo ahí y marcó mi paso por el mundo positiva y negativamente. Yo sabía que no quería que siguiera a mi lado, pero en el fondo siempre se albergan dudas.
2011 y 2012 fueron dos años parecidos en ciertos aspectos. Viajes, fiestas, amigos, errores, aciertos... Pero lo mejor de todo era aquella sensación de estar viviendo los últimos días de mi vida. Cuando te dicen que no te queda ni un mes para que todo termine y ves que pasan dos años desde aquello te sientes más vivo que nunca. Y cada día es una partida que le ganas a la Muerte, otro amanecer que te ríes de ella, otro anochecer que no viene a visitarte.
2013 tuvo su pequeña recaída. Cada vez más visitas a hospitales. Cada vez más pruebas. Cada vez menos esperanzas. Pero no importaba. Me estaba rodeando de gente maravillosa, y tenía a Tamaki como razón para continuar día a día. Con un nuevo objetivo: Terminar la carrera. Cosa que cumplo ya este año, el 2014.
Acabamos de empezar junio, y ya he tenido un semestre movidito. Rupturas, gente nueva, un nuevo quebradero de cabeza que va a volverme loca... Pero aquí sigo. Y no puedo escribir más, porque me quedo sin caracteres :(

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Enamorada... No creo que pueda albergar un sentimiento tan fuerte dentro de mí. El amor es algo que me supera, que desconozco, y que, por supuesto, no busco. Simplemente creo.que no estoy hecha para los sentimientos.
Muchas veces en mi vida he soñado con algo así. La existencia de alguien cuya sola presencia te cause angustia y felicidad al mismo tiempo. La satisfacción de tener a tu lado a la persona por la que darías todo... Y el dolor ante el pensamiento de perderle.
Enamoramiento... Bueno, quizás ahora esté sintiendo algo que se aproxima. La necesidad de estar con esa persona, el echar de menos cada momento, el temor de no volver a verle, la incertidumbre de no saber qué quiere de mí y cuándo se cansará... Si eso es estar enamorada, me voy a cagar en sus muertos, porque, sea lo que sea, me está jodiendo por dentro.

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