¿Se merecía Miyamoto el Principe de Asturias?
Muy buena pregunta. Desde luego, no es inmerecido. Este galardón llega como recompensa a toda una carrera dedicada en cuerpo y alma al desarrollo de videojuegos, donde Miyamoto siempre ha destacado. Ha creado algunas de las franquicias más importantes de la historia, algunas de las cuales marcaron un antes y un después en sus respectivos géneros (el caso más paradigmático es el de Mario), y sigue siendo una pueza clave en el engranaje de Nintendo. Aunque bien es cierto que he leído alguna opinión de usuarios que consideran a Miyamoto demasiado conservador en algunos puntos y de que va siendo hora de que vaya cediendo terreno a nuevas generaciones (este último punto llegó a confirmarlo el mismo Miyamoto, quien dice que se rodea de desarrolladores jóvenes con nuevas ideas).
Ahora bien, dicho esto, cabría preguntarse si entre los candidatos había otros que se lo merecían más. Eso no lo sé, y más aún siendo una categoría denominada "Comunicación y Humanidades", que incluiría ámbitos muy diversos, desde diseñadores de videojuegos (ámbito tecnológico) hasta filósofos (humanidades y letras en general). Casi podría decirse que es un cajón desastre. No puede comprarse la labor de un filósofo con la de un creador de videojeugos, pues pertenecen a ámbitos totalmente diferentes y aportan cosas radicalmente distintas. Quizás habría que reformar esa categoría para hacerla más específica y que compitieran entre iguales. Pero hemos de tener en cuenta que la situación de los videojuegos, aunque cada vez se va aceptando más en el terreno de la cultura y el arte, aún no está normalizada.
Ahora bien, dicho esto, cabría preguntarse si entre los candidatos había otros que se lo merecían más. Eso no lo sé, y más aún siendo una categoría denominada "Comunicación y Humanidades", que incluiría ámbitos muy diversos, desde diseñadores de videojuegos (ámbito tecnológico) hasta filósofos (humanidades y letras en general). Casi podría decirse que es un cajón desastre. No puede comprarse la labor de un filósofo con la de un creador de videojeugos, pues pertenecen a ámbitos totalmente diferentes y aportan cosas radicalmente distintas. Quizás habría que reformar esa categoría para hacerla más específica y que compitieran entre iguales. Pero hemos de tener en cuenta que la situación de los videojuegos, aunque cada vez se va aceptando más en el terreno de la cultura y el arte, aún no está normalizada.