1998.

La noche anterior no había podido dormir lo suficientemente bien para quedar satisfecha. Los gritos de mis vecinos eran cada vez más fuertes y mis mascotas se ponían mucho más revoltosas. Mi cabeza explotaba cada vez que hacía un leve sonido y eso no era bueno. Me levanté de cama con muy pocas ganas, todos habían salido, estaba completamente sola. ‘Bien, tengo la casa para mi’ Apreté mis puños e hice un suave movimiento que para mí era un baile. Y caminé hacía el tocador para buscar alguna pastilla para que se quitara, por suerte quedaba sólo una. Bajé las escaleras y se podía sentir el silencio, a excepción del de mi perrita jugando con una pata de la mesa. Fui hasta la cocina y saqué un pote con frutas picadas que había en la nevera, supuse que era para el postre pero no me importó. Mamá sabía que mis ánimos no eran los más agradables como para impedir comer algo que ya tenía en mente. Era una madre ideal para eso. Me fui con el pote hasta el comedor y encendí el televisor, no había nada como la gente. Seguí mirando y averiguando que podrían dar entre esos canales pagos e inútiles. Hasta que encontré una película del año ’70. Algo interesante.
Luego de un rato sonó el teléfono. Fue extraño porque nadie llamaba ahí. El teléfono en casa era algo innecesario. Respondí a la llamada un poco molesta por haberme hecho levantarme de mi lugar, razón de mi mal humor la noche anterior, y conteste con una dulce voz ‘¿Aló?’ y era su voz, hablaba rápido y se podía escuchar que estaba asustado. Escuchar todo eso fue lo peor. Fue como si tomaran mi corazón y lo quemaran, como si mi cuerpo lo estuvieran bañando el ácido, como si mi alma ya no fuera parte de mi. Haría cualquier cosa porque él estuviera bien. Presté la máxima atención, como nunca antes lo había hecho, y asentí a todo. Tenía miles y una manera de actuar ante tal situación. Era claro, me lo había prometido siempre. Iría y haría cualquier cosa porque estuviera a salvo.
Cortó y yo me quedé unos momentos pegada al teléfono, no lo creía, era imposible. ¿En qué se había metido? ¿Por qué? Corrí hacía la oficina de mamá y busqué entre los cajones su tarjeta de crédito por si eso podría servir de algo.
Lo que más deseaba era que no le pasara nada grave, con todas mis fuerzas.

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