Eres demasiado racista. Siempre andas reglúa, pero nunca tomas en cuenta a las escuadras, ¿por qué nunca andas escuadrúa? ¿Ah, ah? ¿Ves cómo eres? ¡¡¡ESO NO ES DEL SEÑOR!!!
Hasta mi almohada me ha abandonado cansada de lágrimas, aquellas que por ese maldito hechizo se han derramado todas las noches, cuidando no molestar a las estrellas del firmamento ni pisar la tierra por miedo de destruirlo todo, desapareciendo mientras dejan un rastro de salitre en la piel.
¿Dejan un rastro de salitre? ¡Qué locura! ¡Qué pecado! Eso sólo hará que se regresen por donde vinieron, como un tsunami que se recoge luego de la destrucción, cuando te asalte una valentía por sorpresa y te den ganas de querer hacer de tus lágrimas rocío sobre la espalda de quien te ha hecho llorar.
Completamente. De hecho, al mezclar un poco del polvo mágico de unos unicornios gays con escamas de dragón, moco de bruja y vellos genitales de centauro, obtienes la cura contra la nostalgia, el mal de amores, la depresión y el cáncer.