Son pocas las veces en que la voz de una persona puede hacerme sentir que se me atoran las emociones en la garganta. No sólo fue la historia —que sí que me impactó—, también fue la preciosa voz, la interpretación y lo más importante, que fuese capaz de transmitir todos sus sentimientos. Y bueno, agreguemos que el tema que interpretó es bellísimo.
Nietzsche dijo en «Así habló Zaratustra» algo como que hay que tomar nuestros demonios y convertirlos en ángeles. ¿No es bonito? Y bueno, además tiene sentido. Tomar todo lo malo, todo lo dañino y buscarle una ventaja. Convertir los defectos en virtudes.
Creo que cuando tenía 13-14 años era un poco más madura que ahora. O tal vez más consciente. Yo tenía esa ideología nietzscheana, yo hablaba de las cualidades de forma dual, que pueden ayudarnos tanto como perjudicarnos y que la clave estaba en saber cómo aprovecharlas. No sé qué pasó conmigo a partir de ahí, pero al leer cosas como las que dijo Nietzsche, o voces magníficas como la de Anna, siento como si estuviese en un deja vu. Recuerdo más claramente lo que era y digo: joder, aprovecha tus demonios.
« En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en tus virtudes y alegrías.
Y aunque fueses de la estirpe de los coléricos o de la de los lujuriosos, o de los fanáticos de su fe o de los vengativos: Al final todas tus pasiones se convirtieron en virtudes y todos tus demonios en ángeles.
En otro tiempo tenías perros salvajes en tu mazmorra: pero al final se transformaron en pájaros y en amables cantoras.
De tus venenos has extraído tu bálsamo, has ordeñado a tu vaca Tribulación, - ahora bebes la dulce leche de sus ubres. Y ninguna cosa malvada surgirá ya de ti en el futuro, a no ser el mal que surja de la lucha de tus virtudes».