Fue un día como otro cualquiera,el primer día que lo vi, con esa sonrisa en la cara. Lo curioso es que nunca pensé que vería esa sonrisa tantas otras veces, y algo más curioso aún es que nunca pensé que esa sonrisa algún día podría ser para mi. Ahora sé que si, sé que siempre voy a poder contar con esa sonrisa para los momentos malos. Porque aunque todo pasó muy poco a poco, mejor así, porque como dice el dicho, mejor despacio y con buena letra, y es que esto se fue convirtiendo en algo, perfecto, un vínculo muy fuerte, estamos atados a un nudo que no se puede romper, por muchas bombas que le echen. Es entonces cuando te paras a pensar, una tarde, y te das cuenta, te das cuenta de todo, de absolutamente todo, de todos los momentos, de todas las risas y carcajadas, de que esa persona ya no es solo una pequeña parte de ti, si no que es como uno de esos pilares, uno de esos sin los que la torre se cae, por eso yo se, y no me equivoco, que el es uno de mis pilares, y que si el no está, si el desaparece, me caigo, me caigo y rompo, en mil pedazos. Por eso prefiero asegurar, atarlo a mi, decirle que se quede conmigo, para siempre, y que no se vaya nunca, y con esto quiero decir, que no me deje caer, porque puede que vengan muchas tormentas, muchos momentos en el que la torre esté a punto de derrumbarse y no levantarse nunca más, pero solo es cuestión de que el esté ahí, porque tarde o temprano, la tormenta pasa, y vienen días de sol. Con esto quiero decir además, que yo también quiero ser uno de esos pilares, quiero ser una de esas a las que le cuenta todo y una de esas con las que pasa sus mejores momentos, también quiero ser la que le levante cuando tropiece y le cure las heridas cuando se haga daño.