Si pudieras elegir un talento especial, ¿cuál escogerías?
Escribir con furia y belleza páginas enteras en el Word de la Laptop sin parar, cual si me desangrase tras un abatimiento mortal y sólo el sonido del teclado sea lo que me mantuviera sujeto a la vida. Suena un poco dramático, pero cuando uno ha leído a autores cuya prosa frenética nos penetra los sentidos cual si nos enterrasen un cuchillo filoso en cada línea que leemos, escritores malditos, lúcidos y sensibles, como Cioran, Dostoievski, Goethe o el mismo Nietzsche, y se siente ineluctablemente absorbido por su dolor y su reticencia, uno, en el fondo, desea (sueña), escribir (y ser) como ellos, ya no sólo por el poder de su palabras y el inmediato efecto que causa en quien las recibe, en el lector, sino porque con tan sólo imaginar que de la propia mente brotan esas ideas, ese flujo de lava existencial, esos destellos de lucidez tan impresionantes, me entra una sensación de gratitud y satisfacción indecibles. Pienso que hay escritores quienes en público se mofan de su propia escritura, pero que en el fondo sientes una felicidad y un orgullo colosal. Es más, apuesto a que así es en la realidad.