¿Cuál es el mejor regalo que le has hecho a alguien?
Fue uno recíproco. Creo que se lo hice a mi abuelito recién fallecido, tanto como sentí que él me lo dio a mí: estar presentes en los momentos más tortuosos y temibles en los que un ser humano puede estar, mientras estuvo en hospitales de mala muerte, clínicas, y del timbo al tambo entre alaridos de dolor. Mi abuelito era un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Llegó a Venezuela desde Avellino en un barco lleno de tierra y excremento bovino. Estaba sólo, y sólo sobrevivió. Tuvo a su familia, sus nietos, a quienes trató con una delicadeza y un amor indecibles. Él fue una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Casi 80 años de sufrimientos y pérdidas, y aún así, totalmente aniquilado y humillado por el Alzheimer, por las lesiones en sus huesos, por el derramamiento de sangre que en los últimos años de su vida encarnó, se mantuvo estoico, con una valentía felina, aferrado a la vida pues él nunca se dejó vencer por las adversidades ni el sufrimiento. Su vitalidad era tal que llegó a poseer heroicidad de la que sólo se habla en las novelas... Pero así es la muerte, despiadado y cruel. A uno no le queda más que resistir y quedar llorando, con el alma de niño, y oprimir el corazón...