[11/12/18]
No son las tres de la tarde, y no me importa que el reloj diga eso.
No son las tres de la tarde, porque esta oscuro, muy oscuro. Aparte llueve, no mucho, pero llueve. No son las tres de la tarde porque estoy en mi punto máximo de sensibilidad, y se me empañan los ojos. Tanto que no puedo ver que estoy escribiendo. Así que vuelvan a disculparme, pero ahora por como puedo llegar a escribir.
Tampoco importa, es un texto para mi, o para lo que queda de mi. Así como tampoco importa, si esto, donde plasmo mis sentimientos, se perdiera, por un rato, o para siempre, en el universo.
Pero volvamos a que no son las tres de la tarde, tres y veintitrés, más exactamente. Para mi son las dos de la mañana, o ningún horario. Sólo es de noche. Porque estoy llorando, y las tres de la tarde no se llora.
Aparte, no tengo sueño, y a las tres de la tarde siempre tengo sueño, o hambre, por lo menos.
Ahora siento cansancio, pero de otra manera. Un cansancio mental. Casi como íntimo. Nadie se da cuenta, a veces ni yo me quiero dar cuenta.
Es ese cansancio que seca, que te consume. Que te excede tanto que ya no sentís nada. Bueno, sentís toda la nada junta, y se anula. Se satura tu mente, entonces ya no te importa. Porque no estás bien, pero no te importa. Porque te quema el pecho, pero no te importa. Porque te rompe el alma, pero no te importa. No te importa. Ya está, no importa, ya pasó.
Porque pasó, de eso también quiero hablar. Pasó. Ya pasó. Hace diez minutos, que te reíste de mi, de mi forma de ser. Te reíste de como me sentía, y de todas las personas que se sienten así. Pasó, hace diez minutos. Te reiste de mi estado mental. Pero ya pasó, y no lo estoy dejando pasar, te estoy diciendo que ya pasó. Que lo hiciste, lo dijiste, lo firmaste con una risa. Y me hice un bollito, adelante tuyo, y no eran las tres de la tarde, eran como las cinco y media. Y me hice un bollito, un bollito humillado. Y no me podía ir, porque creías que lo que hacías estaba bien. Y no podía llorar, porque a las cinco de la tarde tampoco se llora. Me quedé callada, también te reíste de eso. Pero está bien, ya pasó, y no lo dejo pasar, pero pasó. Pasó y pesó. Porque ensucia al aura, y la mugre pesa. Y tanta mugre arriba, un día me va a hundir.
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