Contaré una pequeña anécdota.
Cuando era más chica, 14 años como mucho, estaba subiendo por la Benecharo para ir a mi casa con mi padre y mi hermana y había un perrito blanco en una puerta de una casa sentado. El perro salió y caminó un par de pasos cuesta abajo y se volvió a sentar tranquilo. Salió el dueño, un puto viejo amargado, y empezó a pegarle al perro de ostias porque se movió de la puerta y el perro estaba llorando. Mi padre tuvo que agarrarme porque empecé a gritarle y a decirle de todo al viejo desde la acera de en frente y fui a tirarme al cuello y a pegarle. El viejo se cagó todo y se metió en la casa con el perro y mi padre seguía agarrándome subiendo por la cuesta.
Conclusión: si maltratas a un animal y te tengo delante, puede que no sea el animal el que termine mal, porque me da mucho asco ese tipo de personas.