Killua Zoldyck

Shuu-: No estaba completamente seguro si aquellas palabras le sanaban o le herían: Una suave sonrisa estaba dibujada en sus labios, pero de sus tristes ojos púrpuras no dejaban de brotar lágrimas.
Era una sensación que no le agradaba, pero no podía controlarla. Era como si el estar en los brazos de la pelirosa le hiciera sacar todos sus sentimientos a flote, sin su autorización.

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— Mei... ¿Por qué tienes que ser tan amable conmigo?—

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Cuestionaba entre sollozos, con un adorable rubor en sus mejillas, y su respingada y fina nariz colorada.

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— Yo solamente... Te he hecho sufrir... Te he mentido, te he utilizado cuando quise, te herí de incontables maneras... No sé si esté bien que permanezcas junto a mi, ¿Por qué te quedas con alguien tan patético y vacío como yo?—

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Hizo una pausa, un nudo en su garganta le impedía seguir.

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—¿Sabes...?Nunca pensé que llegaría a enamorarme de ti... No sabía que te iba a querer tanto... No me imaginaba que el estar cerca de ti haría que cosas como estas sucedieran...—
Tomó nuevamente la delicada mano de la chica, y la colocó sobre su pecho. El corazón del mayor latía con fuerza, agitado.

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— Puedes hacerme sentir triste y feliz al mismo tiempo... Me encanta, de verdad.—

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Dijo, con aquel coqueto tono de voz suyo y una suave curva ladina en sus labios, acariciando la mano de la chica contra su propia mejilla.

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— Te lo permito. —

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Accedió, ladeando la cabeza con ternura, mirándola dulcemente.

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Killua-: Le proporcionó una enorme sonrisa a la menor al ver que no le había pasado nada; Los enormes orbes azules de esta le traían bastantes recuerdos, unos recuerdos incompletos, distorsionados...
Volvió en sí unos segundos después y se despidió de la menor con su única mano libre, al mismo tiempo que caminaba hacia la puerta de salida.

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— Nos ve-...—

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Y justo antes de terminar, el señor que atendía la tienda interrumpió con una voz fuerte, como la de cualquier anciano.

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“¡Ah, Aiko-Chan! ¿Venías por los Chocorobots también? Lo siento, el chico albino se los llevó todos.”

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Y el mencionado joven paró en seco, tal vez si hubiera salido antes de escuchar aquello pudo haberse ido feliz, pero si se iba ahora se sentiría culpable.

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— Nee, yo puedo darte-...—

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Y un gran portazo en su rostro lo interrumpió; Un pequeño niño había empujado la puerta con suma rapidez y fuerza, y puesto a que Killua se encontraba detrás de esta, recibió un muy fuerte golpe en la nariz, haciendo que esta se enrojeciera y poco después comenzara a sangrar.

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—¡Ittae!—

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Fue lo único que salió de sus labios, cerrando los ojos y llevándose una mano a su respingada y adolorida nariz.
Ahora su ropa y el suelo se habían salpicado de sangre, y el chiquillo causante regresó por donde vino para no ser culpado (?

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Kaneki-: Ante aquella descarada pregunta guardó silencio, sin despegarle la mirada durante unos cuantos segundos. Estaba sorprendido totalmente, nadie preguntaba tal cosa de manera tan repentina.

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—... No te preocupes, nací siendo un humano completamente normal, y ante cualquier tipo de estudio soy y seré siempre uno. Los Ghouls tienen características especiales que se saben con tan solo pasar por un sensor, soy un chico ordinario.—

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Dijo, sonriendo con levedad. Una sonrisa bastante melancólica.
Había mentido en el último punto, pero había sonado completamente tranquilo y natural.
Suspiró, desviando la mirada. Estaba claro que aquella pregunta le había alarmado, y evitaría a toda costa hablar más sobre sí mismo, no quería hablar más de lo que debía.

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— Ah, tu cabello aún está empapado....—

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Dijo, y luego se acercó a ella, para comenzar a secar sus rosados cabellos con una toalla.

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— ¿Y qué me dices de ti? ¿Tú también eres humana, verdad?—

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Cuestionó, era una pregunta trampa.
En ella se decidiría la confianza que le depositaría.

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• Eto-: Sus preciosos orbes aceitunados se veían repletos de emoción, euforia y adrenalina, estaba encendida. Le encantaban las peleas intensas, y a pesar de estar haciéndolo con una humana, esta merecía su respeto al tener tales habilidades.
Alzó una ceja al escuchar su agradecimiento, y cuando aquella oleada de información la golpeó sin avisar pareció quebrantarse, había retrocedido. Sus pupila se contrajo hasta solo dejar un par de pequeños puntos temblorosos en sus ojos, y sus manos y piernas comenzaron a tambalearse. No sabía como reaccionar.
Apretó los dientes ante aquella pregunta, bajando la cabeza.

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—Por qué no.... Por qué no mejor...—

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Y a pesar de estar cabizbaja, se notó como un par de lágrimas resbalaron de sus mejillas, hasta terminar en el suelo.
Apretó un poco los puños, y se secó el rostro con ambos brazos.
Así, poco a poco, levantó la mirada y... Estaba sonriendo, de una manera extrañamente aterradora.

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—¿¡POR QUÉ NO MEJOR TE CALLAS?!—

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Y se impulsó hacia la rubia, tensando los músculos de su mano en señal de que estaba a punto de arrancarle la cabeza con la misma, y justo en ese momento un fuerte golpe la hizo caer al suelo.

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• Ayato-: Él era el causante de aquello; Le había dado una tremenda patada con el talón de su bota en la nuca a la peliverde, con la suficiente fuerza como para hacer que esta fuera azotada sobre el suelo, rompiéndolo en pedazos.
El crujir de los huesos de la menor se escuchó en el proceso, había sido su columna vertebral, y su cuello; Eto ahora estaba inconsciente, con sangre resbalando de sus labios.
El peliazul la cargó en sus brazos, de mala gana.

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—Ustedes dos sí que son dramáticas.—

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Rompió el silencio, con aquel tono de sarcasmo suyo. Comenzó a caminar hacia el interior de la base, para luego detenerse y brindarle una sonrisa desafiante a la rubia.

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—¿Vienes, o prefieres morir a manos de Tatara?—

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Touma-: El notar aquella tímida actitud por parte de la castaña solo hizo que su sonrojo se expandiera aún más, aunque intentó moderarlo como pudo.
“¡Venga, Touma! ¡No comiences con tu actitud de niña ahora!” Se repetía el mayor una y otra vez mentalmente, y es que la mayoría de las personas siempre hacían burlas en cuanto a sus sonrojos descontrolados.

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Le entregó su bolso y sonrió levemente, pasándose una mano por aquellos lacios cabellos rubios que tanto llamaban la atención.

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Aquella sonrisa se agrandó al escuchar que estaba mejor, no había mejor sensación que la que se sentía al ayudar a alguien, al menos a su parecer.

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—¿De verdad? ¡Me alegra! En serio habría sido malo que te fueras, ¡Después del recreo, vienen clases divertidas!—

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Dijo animado, y no mentía. Al sentir ese pequeño apretón llevó su mirada a su mano, notando como la menor aún no le soltaba; Aquello causó un nuevo rubor en él, uno más leve.

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—¡No te preocupes! —
Comentó inocentemente.
Ladeó la cabeza al ver como esta sacaba algo de entre su bolso, y en cuanto notó que esta le ofrecía aquellas galletas sus ojos se iluminaron como si de un niño pequeño se tratase; Había olvidado su almuerzo ese día, el que le ofrecieran comida casera era casi como un milagro. El tan solo verlas delataban que iban a ser exquisitas, se veían suaves y dulces, ¡Como las que sus hermanas hacían!

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—¿De verdad? ¡Gracias! ¡Se ven deliciosas!—

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Las aceptó gustoso, y el timbre de recreo los interrumpió, haciendo que este diera un muy pequeño salto de sorpresa, pues prácticamente tenía la campana detrás suyo.

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—¡Oh, a propósito! La clase que sigue después de receso es cocina, ¡No puedes perdértela! —

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Le dijo, sonriéndole con amabilidad.
Los alumnos comenzaron a salir de sus aulas, incluyendo a aquellas perversas chicas de su clase.

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|| No te apures, yo también había estado algo ocupada uvu Me asustan tus ideas malévolas... 😭||

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Rin-: Al salir de la habitación lo primero que hizo fue llevarse una mano al cabello y suspirar pesadamente. Tenía el presentimiento de que la pelinegra no iba a seguir ninguno de sus consejos, pero al menos este le había advertido todo.
Pasados unos segundos reanudó su caminata y se dirigió a la oficina del director, pues le iban a dar unos papeleos que después del horario escolar, debería organizar. Ese era su trabajo como delegado.
No tardó mucho al entrar al salón de clases, con los brazos cargados de papeles que le tapaban el rostro.
Los dejó en el escritorio y se estiró un poco, para ir y tomar una de las pocas bancas disponibles: Una junto a la ventana, al fondo de la esquina.
Para cuando se sentó ya había atraído la mirada de muchos, especialmente la de las chicas. No se dejaban de escuchar comentarios como “¿Ese es el chico al que transfirieron desde Australia el semestre anterior ?” “¡Ah, lo recuerdo! ¡Ganó el primer lugar en las regionales, y también en las nacionales!” “Escuché que hace unos años había sufrido un accidente y había querido renunciar a la natación...” ”¡Según lo que sé es soltero! ¡Qué guay!”
El pelirrojo hacía como que no escuchaba dichos comentarios, manteniendo su mirada fija en el soleado paisaje que la ventana dejaba ver. Fue ahí, cuando comenzó a escuchar murmuros desagradables por parte de un cuarteto de chicos que se sentaban frente a él.

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Y ahí vio a Melissa, con su típico gesto de pocos amigos en ella. Le sorprendió que esta no les contestara como lo hacía con él, o que comenzara una pelea. Aunque le gustaba entretenerse no quería que eso pasara; Él era el delegado, por lo que debía mantener el orden en la clase, así que si veía que alguien comenzaba a sobrepasarse en algún aspecto debía reñirle.

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Suspiró de alivio al ver a su profesor de cálculo entrar. Como cualquier maestro al iniciar el ciclo, se presentó y contó “un poco” sobre su vida laboral, para después de transcurridos 48 minutos de plática comenzar con un dictado acerca de lo básico de la materia y características.
El joven rubio frente a él sí que era molesto, pues se la pasaba intercambiando bromas con sus amigos durante las clases. Bah, daba igual. Le pondría un reporte si seguía así y listo.

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|| No sé si me expliqué con lo de poner dos pajillas en la bebida, pero sería algo así, sólo que de chocolate uvu ||

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Haise-: Suspiró con levedad, manteniendo aquella sonrisa amigable en su rostro.
Al ver que solo había un café en la mesa tomó saliva, eso no era nada bueno.
Solo sus compañeros lo sabían, pero él era un Ghoul, y aquella bebida estaba repleta de azúcar y chocolate, era como veneno para uno de ellos.

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—¡Oh, no! Sería poco cortés de mi parte aceptarlo sin más...¡Ya sé! ¿Por qué no lo tomamos los dos? ¡Será divertido!—

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Y así, tomó dos popotes y los colocó en el vaso, al mismo tiempo que acomodaba a dicha bebida en el centro de la mesa.

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—¿Ves? ¡Sólo hay que verle el lado bueno a las cosas!—

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Dijo y después, ladeó la cabeza con confusión. No sabía por qué se disculpaba tanto. Él no tenía experiencia alguna con mujeres, por lo que no entendía a lujo de detalles su manera de pensar; Él vivía con 3 hombres, y una chica que nunca salía de su cuarto, así que no había malinterpretado lo que la castaña hizo.

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—¡Ah, no te disculpes! Gracias por ayudarme, seguro que ahora la mancha se removerá más fácil al lavarla.—

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Y se inclinó un poco, subiendo los codps a la mesa para así poder alcanzar la pajilla y beber el chocolatoso café. Sabía asqueroso, los ghouls no podían comer ni beber nada humano, era como ingerir un veneno repugnante, pero sabía como disimularlo.

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—¡Vaya, está bueno! ¡Sabe a ese chocolate súper costoso que venden en la temporada navideña!—

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Kou-: Suspiró, cerrando los ojos. Alice no sabía cuando mantenerse callada, y cuando no debía, pero ya se estaba acostumbrando.
Observó de reojo la estufa y luego cerró nuevamente aquellos fríos orbes, abriéndolos de golpe al ver la estufa.

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—¡Vale, vale! ¡Sabes matar moscas, pero no cocinar!—

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Dijo, por que el agua había llegado a su punto de ebulición hace rato, ahora estaba haciendo bastantes burbujas que incluso hacían que el agua se saliera de la olla y parara en la flama, extinguiéndola. El pelinegro apagó la estufa lo más rápido que pudo.
Suspiró, y se estiró un poco.

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—Deberías descartar la idea del espagueti...—
Dijo con una sonrisa ladina, caminando hacia el lavatrastes y abriendo el grifo de agua fría, para “Lavarse” las manos. La verdad era que el agua hirviente le había caído en el dorso de su mano derecha, quemándola un poco.

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Touma-: Ya sentado junto a ella mantenía su mirada en techo del lugar, con una pequeña sonrisa nerviosa.
Él también era un chico bastante tímido, especialmente cuando hablaba con chicas que a su parecer eran lindas. Pero aún así, quería dejar de lado su timidez para estar junto a ella, no quería hacer que se sintiera triste en su primer día de clases, por que él sabía lo que era ese sentimiento.
Sabía que lo que decía acerca de los nervios era solo una excusa. Lo notaba en sus ojos, pero decidió no decirlo.

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—¡Venga, no eres una molestia! Debería subir un poco esa autoestima, Rinko-Sempai.—

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Dijo animado, con un gesto muy amigable.
Cuando ella por fin se dio cuenta de que él tenía su bolso abrió los ojos con sorpresa. Al mismo tiempo que giraba el rostro a dirección opuesta a ella, se pasaba una mano por el cabello y se sonrojaba.
Ahí estaba su verdadero yo, Kikuchi Touma el chico tímido y espontáneo.

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—A-Ah, eso... L-Lamento tomarlo sin permiso, es sólo que... B-Bueno, tú sabes. No... No habría sido buena idea dejarlo ahí...¡T-Toma!—

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Y se lo entregó con suavidad, desviando la mirada, al mismo tiempo que se cubría la mitad del rostro con una mano y se ponía de pie, intentando calmarse.

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—¿Q-Quieres que te acompañe a la enfermería? Podrías descansar un poco. ¡Además, la enfermera da unos dulces deliciosos!—

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Dijo sonriente, extendiendo una mano hacia la castaña para ayudarle a ponerse de pie.

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|| ¡Si! El manga de TG:re finalmente deja ver la verdadera personalidad de Kanae,y todo lo que está sucediendo con Shuu, así que eso podrá ayudar a definir a ambos chicos uvu Tsukiyama recientemente dejó a cargo a Kanae de toda la familia, y el Papi de Shuu también está de acuerdo en todo lo que él decida, así que... (͡° ͜ʖ ͡°)||

Tsukiyama-: Habría preferido un millón de veces que la pelirosa le hubiera proporcionado una bofetada, o una mirada cortante y fría, por que eso era lo que en ese momento él se merecía. Pero en lugar de eso, obtuvo una sincera y amplia sonrisa nostálgica, que lo hizo sentir aún más culpable que horas antes.
En aquel melancólico abrazo pudo sentir, por encima de su ropa, todos aquellos vendajes y banditas que ahora envolvían a la menor. Todo era culpa suya, y lo sabía; Mei no merecía nada de eso.
Todas y cada una de sus palabras eran como filosas dagas que atentaban contra él, esa dulzura que ella tenía le quemaba por dentro, era doloroso y agradable a la vez, pero no podía soportarlo tanto .
Hundió su barbilla entre el hombro y cuello de esta, cerrando sus ojos con fuerza, al mismo tiempo que la apegaba a él, sin malas intenciones. Solo no quería que lo viera en aquel penoso estado.
Sus ojos comenzaron a humedecerse con una rapidez increíble, en unos pocos segundos ya se encontraba en un llanto que segregaba un montón de emociones encerradas a cada lágrima. Eran sollozos deprimentes, y puros. Tenían un toque de sinceridad y dulzura bastante equilibrado. Ni siquiera el mismísimo Shuu había experimentado algo tan deprimente y reconfortante en un solo momento.

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—Yo.... ¡Lo siento, de.. De verdad! ¡Prometo que.... Nunca más te volveré a poner una mano encima! ¡No quiero hacerte daño! .... Mei... Por favor....—

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Y así, levantó poco a poco su rostro. Sus mejillas estaban sonrosadas, al mismo tiempo que sus ojos se habían coloreado con un dulce rojo alrededor gracias a su llanto; Las lágrimas seguían brotando. Aquella mirada suya estaba llena de arrepentimiento.

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—Perdóname.—

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Dijo, acariciando con suavidad la mejilla izquierda de la chica, sin tocar ninguna de sus heridas.

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Killua-: El día parecía bastante apacible: Como era de esperar en aquella temporada de lluvias, el cielo era nublado y el ambiente bastante frío. Era normal ver como las personas andaban con sus sombrillas y bufandas equipadas; Y así también lo hacía el joven Killua.
Habían pasado casi 7 años desde que decidió revelarse y huir de casa, y siendo honestos, su vida era un paraíso desde entonces. Todos pensaban que era un chico de 17 años bastante común, hasta que descubrían su nombre completo: Sus apellidos cavaban su tumba.
Siendo parte de la legendaria y temida familia de asesinos Zoldyck todo mundo se alejaba de él. Y bueno, con justa razón: Su familia estaba demente.
El joven había decidido tomar un camino distinto, viviendo de sus propios ingresos.
Recientemente había ganado miles y miles de Yenes en peleas, las cuales eran un juego de niños para él, pero bueno, ahora venía lo interesante: Gastar el dinero.
El ojiazul se encontraba en una dulcería, con una sonrisa adorable de oreja a oreja. Observaba con aquellos preciosos orbes zarco todos y cada uno de los dulces con emoción, quería comprarlos todos, pero debía ahorrar para rentar un departamento.

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—¡Señor, cinco cajas de estos, por favor!—

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El cajero se sorprendió, eso serían 500 paquetes de chocolates, pero no se quejó, esos eran más ingresos para él.
Killua tomó las cinco enormes cajas con un brazo como si nada, dejando a todos alrededor atónitos, aunque no era gran cosa ni para él, ni para su familia. Era algo natural.
Suspiró y sacó el dinero correspondiente, pagando sus golosinas para luego dirigirse a la puerta de salida, pero entonces, alguien chocó con él, haciendo que inevitablemente una de las cajas cayera, y justo cuando estaba a punto de golpear la cabeza de aquella persona, el albino se dio media vuelta y, como magia, tomó de nuevo aquel paquete de choco.

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—¿Te encuentras bien?—

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Nagisa-: Al bajar de su habitación y ver todo ordenado una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. ¡Rei ya le había hecho el trabajo de toda la semana! No recogería hasta que sus papás llegaran.
Escuchó su regaño, y este cerró los ojos con fuerza, dejando caer su cabeza hacia atrás como si hiciera un berrinche infantil.

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—¡Waaah, no! ¡No actúes como mamá, Rei-chaan~! —

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Dijo y después hizo un puchero, mirando al peliazul por lo bajo.

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—No me gusta mucho recoger, ¡Ahora que tengo la casa sola, vivo libre! —

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Rió un poco y salió, cerrando la puerta tras de sí. Al momento en el que puso un pie fuera de la casa se congeló; Su hogar era bastante caliente, ¡La nieve enfriaba aún más el ambiente de la ciudad!

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—Woah...¡No sabía que hacía tanto frío!—

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Sopló un poco y se emocionó al ver como salía vapor de entre sus labios.
—¡Es como en las películas!—
Susurró.

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Armin-: No se sabía si las heridas del chico habían sido causadas por tantos golpes aleatorios a su ser, o por lo débil que era su cuerpo, probablemente era por ambos factores, pero se veía fatal. De sus sien izquierda corría un chorro de sangre, al mismo tiempo que de su labio y de sus rodillas; Su pantalón ahora estaba sucio y algo rasgado, al igual que su camiseta blanca, por las patadas que le habían proporcionado.
No se había dado cuenta del momento en el que los golpes pararon, por que tenía los ojos fuertemente cerrados; Así que por tanto, fue grande la sorpresa que se llevó al ver como el chico de antes se veía tan furioso.
Habían varios soldados en el suelo, estaban hechos añicos...¿Habría sido aquel misterioso joven el causante?
Sus ojos se abrieron de par en par al ver el cambio repentino en los cabellos del ahora albino.
Al ser cargado de tal manera se sonrojó con levedad; Estaba a punto de ponerse a forcejear, pero el dolor que sentía no se lo permitía en aquel momento. Decidió permanecer quieto y sumiso por el momento.
Estaba a punto de hablar cuando el mayor le pidió que de callase; El rubio solo sonrió con levedad y desvió la mirada hacia el anaranjado paisaje sobre ambos, para luego, con una dulce y baja voz murmurar...
— ...Gracias.—
Suspiró, e intentó mantenerse lo más quieto posible, no quería ser una carga para el mayor.
Cuando entraron a aquel refugio quedó anonado, era una base muy bien escondida: Era un chico listo al estár en ese lugar.
Al ser sentado sobre aquel sillón apretó los ojos y los labios al mismo tiempo; Estaba adolorido.
A su pregunta abrió ambos de sus orbes turquesa con grandeza, negando deliberadamente.
— ¡E-Estoy bien, tranquilo! Me pasa muy seguido, así que... Creo que me estoy acostumbrando.—
Dijo, no muy orgulloso del hecho; No era capáz de defenderse solo aún.
— Lamento... Lamento todos los problemas que he causado...—
Dijo, agachando la cabeza en señal de disculpa.

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Nagisa-: Asintió con la cabeza a su comentario, al mismo tiempo que hacía un puchero. En realidad había sido menos de una semana, pero a lo que estaban acostumbrados eso era bastante.
Cerró los ojos un poco al ser despeinado, riendo de manera suave.

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—¡SI, estoy libre! ¡Será hermoso!— Eso último lo hizo imitando el tono de voz del mayor.

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—¡Ah, pero ahora mismo estoy en pijama! ¡Me cambiaré en un minuto, puedes pasar mientras! ¡Mis papás no estarán por unas semanas!—
Y corrió a su habitación, buscando que ponerse.
Toda su casa estaba totalmente desordenada, incluso había comida de hace unos días y ropa sucia en el suelo de la sala; Era evidente que Nagisa había estado solo.
Tardó unos dos minutos, y ya estaba completamente arreglado. Se veía más tierno que lo usual en esas ropas tan pachoncitas.

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—¡Listo, vamos, vamos!—

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Dijo con total emoción, dando saltitos con una gran sonrisa.

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