¿Cómo reaccionáis ante situaciones que os ponen al límite?
[Visiones.]
Podía notar el frío y la humedad de la tierra cubriendo mis pezuñas, el fuerte viento agitaba las hojas de miles de sauces de forma descontrolada golpeando además mi blanco pelaje, más brillante que la propia nieve que envolvía aquel lugar. Aunque no lo entendía muy bien, yo estaba corriendo y, a pesar del fuerte dolor que sentía en ese momento, algo muy intenso me impedía parar de correr. Era como si intentara huir de algo, o de alguien, como si buscara algo desesperadamente, algo esencial, necesario para poder respirar, poder vivir...
Me detengo, estoy exhausta y agotada. Tengo un frío indescriptible y ganas de llorar, pero soy fuerte. Cojo aire y, en un intento por incorporarme empiezo a toser, escupir sangre, la cual tiñe de rojo la nieve. Alzo la vista y tras un intenso suspiro se halla un espejo:
- Pero no soy yo, ¿Quién soy? Soy la del espejo... Eres un lobo!!
Michelle estaba realmente confundida. Pudo comprobar que ella era la del espejo y a través de él, un lobo, un lobo blanco con unos inmensos ojos naranjas, pero aunque no comprendía donde estaba ni lo que estaba pasando, si pudo sentir algo familiar y confortable, como si aquellos ojos ya los hubiera visto en un pasado.
- ¿Quién eres?
[Vuelta a la realidad.]
- ¡Michi despierta!
- ¿Qué me ha pasado, dónde estoy?
De repente cobro el sentido. Con los párpados entre abiertos vuelvo a ver sus grandes ojos azules, era Ellen.
- Te desmayaste en el baño de mi casa mientras te lavabas el tatuaje, empezaste a hablar en sueños y a desvariar. Tuve que traerte aquí.
Giro mi cabeza hacia abajo y me paro a observar la vía de mi antebrazo y las sábanas azules de hospital que cubrían mis piernas. Efectivamente estaba en el hospital y la cabeza no paraba de darme vueltas. El sueño había sido muy intenso, tan intenso que parecía real.
-¡¡¡Michi te estoy hablando, no pases de mi, hostia!!!
- Ellen, necesito salir de aquí.
- ¡De qué coño estás hablando!
- [Grito.] ¡QUE ME SAQUES DE AQUÍ! ¡YA!
Podía notar el frío y la humedad de la tierra cubriendo mis pezuñas, el fuerte viento agitaba las hojas de miles de sauces de forma descontrolada golpeando además mi blanco pelaje, más brillante que la propia nieve que envolvía aquel lugar. Aunque no lo entendía muy bien, yo estaba corriendo y, a pesar del fuerte dolor que sentía en ese momento, algo muy intenso me impedía parar de correr. Era como si intentara huir de algo, o de alguien, como si buscara algo desesperadamente, algo esencial, necesario para poder respirar, poder vivir...
Me detengo, estoy exhausta y agotada. Tengo un frío indescriptible y ganas de llorar, pero soy fuerte. Cojo aire y, en un intento por incorporarme empiezo a toser, escupir sangre, la cual tiñe de rojo la nieve. Alzo la vista y tras un intenso suspiro se halla un espejo:
- Pero no soy yo, ¿Quién soy? Soy la del espejo... Eres un lobo!!
Michelle estaba realmente confundida. Pudo comprobar que ella era la del espejo y a través de él, un lobo, un lobo blanco con unos inmensos ojos naranjas, pero aunque no comprendía donde estaba ni lo que estaba pasando, si pudo sentir algo familiar y confortable, como si aquellos ojos ya los hubiera visto en un pasado.
- ¿Quién eres?
[Vuelta a la realidad.]
- ¡Michi despierta!
- ¿Qué me ha pasado, dónde estoy?
De repente cobro el sentido. Con los párpados entre abiertos vuelvo a ver sus grandes ojos azules, era Ellen.
- Te desmayaste en el baño de mi casa mientras te lavabas el tatuaje, empezaste a hablar en sueños y a desvariar. Tuve que traerte aquí.
Giro mi cabeza hacia abajo y me paro a observar la vía de mi antebrazo y las sábanas azules de hospital que cubrían mis piernas. Efectivamente estaba en el hospital y la cabeza no paraba de darme vueltas. El sueño había sido muy intenso, tan intenso que parecía real.
-¡¡¡Michi te estoy hablando, no pases de mi, hostia!!!
- Ellen, necesito salir de aquí.
- ¡De qué coño estás hablando!
- [Grito.] ¡QUE ME SAQUES DE AQUÍ! ¡YA!