Eris.

Aquella noche ella se durmio con el sonido de las gotas rebotando en su cristal de la ventana, aquel día había sido muy duro, no sabía que hacer, no sabía sí dejarle marchar o ir tras él, la lluvia le transmitia pureza, el perfume de la brisa hiba acompañado de recuerdos. El día en que se conocieron, ella queria desaparecer del mundo, estaba paseando por la arena y sin darse cuenta se desplomo contra el suelo, no tenia fuerzas, el haber llorado tanto últimamente la había dejado sin fuerzas, no pensaba que ese día llegaria, ella no creía que acabaria de ese modo, aunque era sospechoso el haberlo pasado tan mal. De repente sintio como la levantaban, pero no queria abrir los ojos, solamente quería ahogarse en un llanto profundo y silencioso. Él la había ayudado sin conocerse todavia, al verla allí estirada en la arena, le entiernecio tanto que le dijo "No pasa nada pequeña, ya estoy aquí" Fue como un presentimiento, fue el destino el que quiso que sin conocerse, se conocieran dentro de sus sueños y en sus corazónes, desde hace tiempo ya, soñaban aquel momento.

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Él era un chico corriente, con una voz normal y una boca normal, pero para ella aquel chico era la perfeccion, su voz sonaba en sus oidos como melodia de la brisa y su boca, su boca era su mayor deseo, se conocian desde niños. A los cinco años prometieron no separase nunca y él le dio su cadena, pero eran niños no sabian lo que decian, se enfadaron mutuamente y negaron tragarse el orgullo, se distanciaron. Al cabo de cinco años despues, ella estaba en un parque, un parque al que solian ir de niños a jugar, recordaba cada momento vivido como si de ese mismo día se tratase, soñaba despierta recordando viejos tiempos, recordando la promesa que quedo en nada, llevaba puesta la cadena, siempre la llevaba puesta, rara vez se la habia quitado en diez años, iba con ella a todas partes, hasta se duchaba con ella. De repente un chico se sento en el banco de al lado. Tenia el pelo color cobre, los ojos eran verdes, de un verde rama, su mirada hipnotizaba, sus labios eran carnosos.
- ¿Perdona, sueles venir a este parque?
Desperto inmediatamente de su sueño, su mirada realmente cautibava, se había sentado a su lado, en el mismo banco en el que estaba ella, Pero que tonta todavia no le había respondido, se apresuro a responder antes de que el chico creyera que no le había oido y repitiera la pregunta, pero ¿Y que le respondia? Lo primero que saliera, el caso era responderle con la verdad.
- No, pero de pequeña venia cada tarde a jugar con un viejo amigo..
- Yo tambien, eran tan bonitos aquellos tiempos, ¿Y tu nombre? ¿Como es tu nombre?
- Lara, ¿Y el tuyo?
- ¿Lara?
- Sí, Lara.
El chico se quedo pensativo y no respondio hasta los cinco minutos, se le hicieron eternos, no sabia que decir para romper el hielo..
- Aún no me has dicho tu nombre..
- Ah, sí, perdon, es que estaba recordando.. Mi nombre es.. Oscar.
Miles de sentimientos, emociones, recuerdos le asaltaron al escuchar ese nombre, no podía ser, él.. No podía, no, no podía ser, se levanto, pero él le agarro suavemente del brazo y fue bajando hasta la mano, hasta que se la cogio. Ella no sabia que hacer, no sabia si salir corriendo o hacerle caso a su corazón y quedarse en sus brazos que era lo que ella deseaba, opto por la primera opcion.
- Lo siento, me tengo que ir.
- No lo hagas, no lo vuelvas a hacer.
Demasiado tarde ella ya se había ido corriendo, pero no se dio cuenta de que al correr se le habia caido al suelo la cadena que le regalo. Ella al darse cuenta se toco el cuello y se giro, le vio a él agachado para recogerla del suelo, fue hacia él.
- Te he hechado de menos, no ha habido lugar en mi corazón para otra persona que no fueras tú, te recuerdo a cada instante, a cada segundo, necesitaba oir tú voz de nuevo, volver a ver tu adorada sonrisa, esa que tanto añoro, te sigo deseando como el primer día y sigo esperandote. Cuando te fuiste el reloj de mi corazón se paro y me prometi a mi misma que no volveria latir de esta manera hasta que llegara el día en que te viera de nuevo. Ha llegado..

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