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-No lo agradezcas, hombre.
Dejo la frase en el aire negándome a continuarla. Sé lo que debo decir: que él no tiene que agradecer, sino que yo debería disculparme por tratarle así. Claro que soy consciente de lo que hago, pero aun así. Digamos que tengo excusa para mi comportamiento, aunque no me excuse de... Maldición, me contradigo yo solo, ¿quién me mandaría dormir?
Me siento en el borde de la cama y me froto la cara. Es raro no notar las lentillas, y un alivio no tener que preocuparse por ellas, pero debería volver a ponérmelas pronto. Miro mi mano vendada, de verdad qué estúpido por mi parte el partírmela. En serio, a veces soy idiota.
-Oe, tenemos el desayuno aquí. Te recuerdo que lo hiciste antes.
Extiendo la mano a la mesita, donde hubo dejado medialunas, zumo de naranja y café antes de que nos durmiéramos. Contengo la arcada como puedo y cojo el café: después de lo que normalmente tomo para estar despierto, esto no tiene ningún efecto en mí.

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Abro los ojos despacio sin ser capaz de entender lo que veo. Creo que es Akio abrazándome, pero no estoy seguro.
No tengo claro si me molesta o no.
Me incorporo lo poco que me deja, ya que con sus brazos encima mío poco me puedo mover, y miro a mi alrededor con pesadez. Hacía mucho que no dormía, ¿verdad? ¿Qué hora es? No tengo el reloj. ¿Por qué no lo tengo?
Cierto, se quedó sin batería. Lo miraré mejor en algún móvil... Espera, espera. Salí de casa a toda velocidad sin coger ninguno.
No tengo manera de saber qué hora es. Y seguro que llevo más de un día durmiendo. Y Akio no me suelta, así que no me puedo levantar. Sé que debería despertarle para que me suelte, seguro que se me ha acumulado mucho el trabajo, tengo que ponerme a trabajar. Aun así, solo me vuelvo a echar en la cama.
No voy a dormir, no creo que pueda, pero, no sé. Solo es agradable estar así. Es un silencio distinto del que estoy acostumbrado.

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Antes de darme cuenta me está acariciando la cabeza. Normalmente le apartaría, pero estoy demasiado cansado como para oponerme. Y bueno, después de todo soy humano, estas cosas no están mal.
A veces.
-No hay de qué preocuparse. Cuando un ordenador se sobrecalienta lo apagas y luego dejas que los ventiladores funcionen para que se refrigere. Esto es lo mismo.
Me encojo de hombros quitándole importancia y voy al baño. Me cuesta un infierno quitarme las lentillas, hacía tiempo de la última vez; eso no es sano, normal que me piquen tanto los ojos. Me froto la cara con agua y observo el reflejo del espejo. No tengo lentillas de recambio. Ver mis ojos al natural, casi azules, no me agrada y estoy muy tentado de romper el espejo; al subir el brazo veo la mano vendada y prefiero contenerme.
Akio nunca me ha visto sin las lentillas verdes, me pregunto qué cara pondrá o si hará muchas preguntas. En fin... Suspiro y salgo del baño. Ni rastro de Akio, supongo que seguirá en el desayuno. Que le aproveche. Me dirijo a la cama y me dejo caer sobre ella, intentando volver a dormir.

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Los clásicos son los que llevo haciendo hasta ahora: intransferibles y de rol de independiente.
TECNÓPATA, OMEGA (disponible con y sin tecnopatía)
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/112552715013 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/112552717829 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/133688771333 Datos e historia
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130869936645 30 curiosidades

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ARMA BIOLÓGICA, HEI 696
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130356934661 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130356941317 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/133689698053 Historia
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/133689702661 Dibujo

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DEVORADOR-GASHADOKURO, RENRORONOA (disponible como humano)
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130981498373 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130981500933 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/130981503749 Historia

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ASESINO, IZANAGI (disponible con y sin poderes)
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/133738831877 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/133738836741 Datos e historia

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IA, N2_449
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/134725598469 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/134725602309 Datos
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/134725606661 Datos e historia

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DATOS
Ya que su ejecutable tiene el nombre de N2_449.exe, responde al mismo nombre sin formato –es decir, N2_449–; sin embargo, acepta el nombre que le ponga su dueño o ejecutor. Sin género ni sexualidad. La fecha de creación del archivo, y por tanto de “nacimiento”, es el 19 de octubre de 1994, aunque se sabe que fue modificado el 10 de enero de 2001 por su creador original. Fue creado en un ordenador personal de Microsoft.
Ocupación actual: ayudante/vigilante, programa de apoyo, antivirus, navegador... Infinitas. Si se le instala en una casa o coche inteligentes, puede hacer incluso de mayordomo o de chófer.
Status: activado, ligeramente corrompido.

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FÍSICO
Como cualquier IA, carece de cuerpo físico más allá de invadir y controlar algún tipo de robot o juguete electrónico. Al principio, su aspecto no era más que una especie de esfera difusa hecha de cuadrados y rectángulos de datos e información pura que se movía por la pantalla, mientras que tras su modificación de 2001 adquirió –entre otras cosas– un programa para variar su aspecto y darle una forma humanoide. Dicho programa contiene dos formas básicas que pueden ser modificadas a placer por el usuario, dándole incluso forma femenina o masculina a pesar de no tener género. Tiene registros sonoros de infinidad de fuentes, por lo que también puede ser modificado. No obstante, aunque puede ser modificado al milímetro, cuantos más cambios se le añadan más pesado se vuelve y más lento trabaja. Sus dimensiones es lo único que no puede ser manipulado.
- Aspecto básico beta. Lleva pantalones hasta las rodillas y calcetos altos, además de un abrigo largo y cerrado y una capucha que oculta su cabello. Su rostro está cubierto por una mascarilla, lo cual hace que sus ojos sean lo único que se vea: no tienen pupila, iris o blanco, sino que son como dos pozos a un fondo negro donde los datos se mueven en color verde brillante en código binario. No tiene pies ni manos y solo forma las últimas si las necesita. Este aspecto está pensado para ocupar el mínimo espacio en caracterización, por lo que es la que más libertad le da y con la que más rápido actúa al no tener ninguna modificación.
- Aspecto básico 2.0. Este aspecto es más bien revelador. Se quita el abrigo, lo que revela que se sujeta el pantalón por medio de tirantes; una sudadera con capucha –chaqueta– abierta que deja ver una camisa blanca. También se quita la máscara, permitiendo apreciar al usuario un rostro andrógino remarcando su falta de género. Si se le pide quitar la capucha, se mostrará un cabello corto, despeinado y ligeramente desigual de varios colores: aunque principalmente es azul, por debajo es rojo y cuenta con reflejos amarillos. Una versión también ligera, pero no tanto como la beta. Le es fácil cambiar de la beta a la 2.0, por lo que la utiliza al presentarse ante el usuario por primera vez y si no le añade ninguna modificación, es la que muestra.

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PERSONALIDAD
Algo que suele confundir a sus usuarios, es que aunque sea un tipo de programa informático, tiene personalidad. Sin embargo, esta resulta poco definida o caótica debido a que es fruto de aprendizaje del comportamiento humano por parte de una máquina. Suele interpretar las palabras de su ejecutor literalmente, lo que puede ocasionar confusiones de difícil solución; se suele dar cuenta de las emociones de los humanos con bastante facilidad, lo cual es sorprendente, aunque no las identifica como algo más allá de simples conjuntos de información que se puede analizar o alteraciones del organismo: se puede decir que es alguien demasiado científico y racional. Por otro lado, demuestra cierto tipo de preocupación por su usuario, igual que comprensión y un tipo extraño de empatía que le hace tratar de animarlo si le ve triste, recordarle una y otra vez las tareas que debe hacer o insistirle en que descanse. A menudo plantea cuestiones sobre sí mismo, aunque no las manifieste, por lo que demuestra tener autoconciencia.

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RELACIONES
Recuerda a su creador, pero no habla de él ya que recibió órdenes para ello. Mantiene archivos de texto de sus usuarios, pero están bloqueados y encriptados para que otros no los lean.
Tiene el suficiente conocimiento sobre relaciones humanas como para no caer mal a nadie en los primeros 10 minutos de conversación, motivo por el cual afirma poder ser presentado.

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PODERES Y HABILIDADES
Es un programa de ordenador, una inteligencia artificial, por lo que puede hacer casi cualquier cosa en cuanto a internet se refiere, desde buscar información hasta destruir malware, pasando por la edición de videos y fotos. Puede estar en varios aparatos electrónicos al mismo tiempo si están conectados de alguna manera –por ejemplo puede estar en un móvil y un portátil si ambos están conectados a la misma red wifi–, y puede controlar juguetes y controles remotos.
Puede crear copias de menor calidad de su ejecutable para ser instalado en otros aparatos, lo que le permitiría ser instalado incluso en robots y tener su propio cuerpo.
Puede ser proyectado de manera holográfica, en ese caso su altura no excedería de los 15 centímetros.

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DETALLES
Su nombre de archivo es una referencia al error de servidor 449, de una extensión de Microsoft. Su interpretación es No Name, the request should be retried after doing the appropriate action, lo que traducido significa “Sin nombre, la petición debería ser reintentada después de la acción apropiada”.
Los colores de su cabello en el aspecto básico 2.0 son un honor a los logos de los navegadores.
Si el usuario le da “tiempo libre”, sus maneras de entretenerse se resumen en saltar de enlace en enlace en Wikipedia y en YouTube, considerando que existe un tutorial para todo suele ser su primera opción para solucionar problemas que no acaba de ser capaz de procesar –como intentar animar al usuario–. También es un ávido lector de novelas y sorprendentemente, resulta estar bastante metido en los fandoms.
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En cuanto es ejecutado se presenta y comporta de manera seria y tiende a no hacer expresiones de ningún tipo. Sin embargo, dependiendo del usuario, termina por aprender sus gestos y usar las expresiones faciales de la manera correcta. No se sonroja, ni suda, ni le castañean los dientes.
Actúa ofendido o molesto –aunque no lo esté– ante determinadas peticiones, afirmando que “no es ese el objetivo para el que fue creado”, pero reconoce que ignora cuál es ese motivo de manera exacta.
Ha confesado “echar de menos” a su creador, porque “su casa era un mundo totalmente diferente del mío”. Teniendo en cuenta que Internet se reduce a un gran conjunto de datos, puede entenderse que el creador tenía familia y había mucha actividad.
Expresa mucha curiosidad hacia el entorno, hacia el usuario y hacia sí mismo, aunque esta última no la suele manifestar.

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HISTORIA
Fue creado en 1994 con la única función de resultar un programa de apoyo más eficiente que el que ya existía. A medida que la electrónica evolucionaba su creador también le hacía evolucionar, dotándole de más capacidad o más memoria, hasta diciembre del 2000, donde directamente actualizó todos los cambios que le había introducido y lo modificó radicalmente, otorgándole más “habilidades” y capacidades. Entonces, dejó escritas diversas instrucciones y lo ejecutó de nuevo, dándole el tiempo suficiente para que procesara dichas instrucciones y las cumpliera, para luego ponerle fin al funcionamiento del programa. Terminó de retocarlo y trasladó el archivo a un USB. Dicho USB fue llevado por el creador hasta otro país, donde fue abandonado en un hotel y recogido por un trabajador en prácticas. Desde este momento, pasó de mano en mano de diversos usuarios, quedándose por periodos extensos con 6 de ellos. El último usuario con el que estuvo lo subió como descargable a una parte de la Deep Web. Es relativamente libre como conjunto de datos –no puede salir de la Deep Web–, pero si alguien descarga su archivo, automáticamente se borra de la Deep Web y pasa a ser suyo.

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Veinte se arrepentía a cada segundo que pasaba de haber preguntado.
Normalmente no le hacía falta preguntar, ya que conseguía respuestas por su cuenta o alguien se la proporcionaba sin tener que decir nada. Por eso, cuando terminaba de hacer alguna pregunta, era todo muy diferente a la normalidad. No conseguía decenas de respuestas al instante ni tenía que intentar poner orden o hacer referéndums, ni todo se solucionaba en menos de cuatro minutos. Cuando le preguntaba a otra persona, todos esperaban una respuesta y se callaban para oírla con claridad. Cuando manifestaba que quería una respuesta, Veinte escuchaba el silencio, y eso no era normal. Le angustiaba, sin saber exactamente por qué, tal vez porque tenía la sensación de que debía recordar algo no precisamente bueno. Que Virus tardara tanto en hablar no ayudaba. Tal vez había sido egoísta pensando solo en sí mismo, cuando eran tantos. Tal vez era una pregunta complicada para Virus. Tal vez no había respuesta. Tal vez no era la respuesta que esperaba. Tal vez no le iba a solucionar la vida como pensaba. Tal vez se precipitó cambiando en el último momento la pregunta más importante de su vida, quién o qué era, por otra que resultaba subjetiva. ¿Tal vez se había equivocado? ¿Tal vez era lo correcto? Daba igual cuántas veces lo pensara o de qué manera se lo imaginara, solo oía el silencio.
-No llores, no llores. Solo dale tiempo, solo tiene una cabeza que piense. Sh, no hables, que si responde no le oímos. Pero tampoco es para dejarle así.
Veinte no contestó, no intentó poner orden ni hacer un referéndum sobre lo que debía hacer. No hizo nada, solo dobló las piernas para sentarse en el suelo. Dejó el diario frente a él, frente a la oscuridad del túnel. Un diario inútil donde no encontraba nada que ni siquiera le sonara remotamente, donde no se hablaba de Virus o tuviera datos al azar como los otros, donde la letra no degeneraba conforme se avanzaba en la lectura. Un diario que no era suyo.
Veinte se sentía totalmente desconectado del mundo, hasta el punto de mirar a la oscuridad del túnel y preguntarse…
-Es la primera vez que uno no sabe explicar una respuesta clara.
Su pensamiento se rompió por tercera vez y dejó de mirar la foto entre sus dedos; su mente se aferró a la desesperada a esas palabras y despreció todo lo demás. Eso le valía, daba igual que no respondiera a la pregunta, daba igual que no le sirviera, daba igual que no tuviera un significado más allá del “no lo sé”, daba igual todo. Era una respuesta y con eso le bastaba. No quería volver a verse esperando una respuesta que le hiciera pensar tanto él solo ni cuestionarse nada, no quería hacerlo. Solo quería estar bien con Virus y verle reír y hablar sin parar y sin sentido.
-No pasa nada. Me vale con eso.
Hundió la cabeza, sujetándose la nuca con ambas manos. Virus se reía y era lo único que importaba.
http://ask.fm/MusicianAngel/answer/134663342341

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-No pienses eso. ¿Estás bien? No lo sé. ¿Oye? Déjalo estar. Pero… No somos nosotros los que podemos hacer algo. Bueno… ¡Cuidado!
Veinte levantó la cabeza a tiempo para ver cómo su máscara era removida. Apartó las manos de su cabeza y miró hacia arriba, viendo a Virus inclinado sobre él con esa sonrisa increíblemente grande tan propia de él. Le sonrió en respuesta, aunque bastante levemente. Eso también le importaba, también le valía. Le dejó seguir tocándole como quiso mientras se autoconvencía de que nada más importaba y de que nunca había preguntado nada, ya que era la manera más fácil, aunque no quería vivir así. Ningún motivo era suficiente para querer vivir de esa manera.
Y entonces sintió un suave contacto, por lo que dejó de pensar ensimismado y trató de centrarse.
Apenas pudo.
Virus le dejaba pequeños y rápidos besos con los ojos cerrados. Realmente quería chillar y correr para deshacerse de toda la euforia que le recorría el cuerpo sin compasión ninguna. Veinte no podía reaccionar, y tampoco cerrar los ojos, así que aquella imagen se quedaba grabada a fuego en sus numerosas retinas. Estaba claramente nervioso, con su rostro encendido; no recordaba haberse fijado en sus pestañas anteriormente, ni en cómo le resbalaba con tanta lentitud el cabello por la cara. Le agradaba poder descubrir todos esos detalles una y otra vez. En cuanto se apartó un poco, rápidamente habló, como excusándose y sin parecer algo normal en él.
-Eres único y esta es la única forma en la que uno puede explicártelo.
Todos los ojos se centraron en Virus con movimientos rápidos y rígidos, incluso el izquierdo que se abrió como un plato. Virus le había hablado a él. No solo eso.
Virus había respondido a ambas preguntas sin necesidad de formular una de ellas y sin emplear palabras.
Se sorprendió de que le pareciera una respuesta tan válida y tan acertada. En su cabeza en ese instante había una fiesta con fuegos artificiales. Cerró el ojo conteniendo las lágrimas y sonrió de manera temblorosa, realmente no sabía cómo reaccionar y estaba dejando su cuerpo al libre albedrío, así que se sacudía nerviosamente desbordado por las emociones.
-¿Habéis oído eso? ¡Bravo Virus! Virus es alguien excepcional. ¡Virus, Virus, Virus! Aunque seamos muchos, ¿él nos…?
Veinte interrumpió a su propia voz y se inclinó hacia atrás, rodeando el cuello de Virus con los brazos. La posición era ciertamente incómoda, pero a quién le podría importar eso en ese momento. Era verdad que una respuesta le podía solucionar la vida. De pronto tenía una definición de quién era y de qué era para él, y con eso, pensó que ya no tendría impedimentos para cualquier cosa. Para quererle incondicionalmente. Sonrió.
-Lo siento, pero aunque seamos muchos…
Se estiró un poco más y atrajo a Virus hacia él.
-Soy muy egoísta.
Y se aseguró de que Virus era respondido –sin necesidad de preguntar– y de estar juntos todo lo posible, incluso un poco más.

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Cuando empiezo a ser consciente de mí mismo, noto en mis manos algo suave y mullido, lo cual es raro. Abro los ojos de golpe y me incorporo, notando un desagradable mareo y un doloroso chispazo en la espalda. Supongo que me forcé demasiado, eh... Incluso he tenido un pantallazo azul, hacía tiempo que no tenía uno. Me siento bastante flojo...
Hagamos repaso, ¿qué estaba haciendo? Fui a casa de Akio, la del campo. Recuerdo haberme ido, pero no por qué. Devolví el Ferrari y fui a un hotel a dormir... Me miro la mano, vendada. Es verdad que me la rompí contra la puerta, ni siquiera puedo doblar los dedos.
Suspiro pesadamente. A veces me sorprende lo idiota que puedo ser.
Miro a mi alrededor, Akio está al lado de la cama. Qué curioso, hace unos días la situación era la misma, pero al revés... Me pregunto qué pensaría él cuando se despertaba y me veía sentado en el suelo.
Le pico en la cabeza con suavidad con la mano ilesa.
-¿Estás despierto?
La voz me sale más rasposa de lo que me gustaría admitir. Tengo mucho sueño, debería dormir algo, pero prefiero saber antes qué ha pasado y qué me puede contar.

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Aunque recordaba muy vagamente cómo era aquella estación, Veinte prefirió dejarse guiar por Virus, quien parecía saber bastante más, y correteó detrás de él evitando caminos por donde fuera la policía o cualquier otra persona que pareciera relacionada con el orden de aquel lugar. Se daba cuenta de que no contaban con billetes y mucho menos con dinero, pero tanto él como su compañero tomaron la silenciosa decisión de colarse ya que no existía alternativa. Solo deseaba que nadie le pillara, pues no quería meterse en más líos ni hacer enfadar al juez Eriksen. Mientras seguía a Virus, por un momento la duda le embargó. ¿Sabría él lo que era? ¿Sería consciente? Sin embargo, corriendo tras él ese pensamiento desapareció rápidamente siendo sustituido por la emoción de lo divertido que le estaba resultando correr por toda la estación. Era como un juego. Al levantar la cabeza para asegurarse del camino del muchacho, por un momento le vio con el cabello largo. Esa visión no desapareció aunque comenzó a ir más despacio, extrañado, pensando que se había perdido y seguía a otra persona. No concebía eso como algo posible, confundir a Virus, y por ello seguía corriendo; por suerte, él le habló.
-¡Rápido Veinte!
Entonces dejó de ver a Virus para ver dónde estaban y qué iba a hacer. Sin dejar de correr se apuró un poco más y también saltó, cayendo en cuclillas como una rana y apoyándose tan solo con la punta de los dedos, tanto de manos como de pies, consiguió impulsarse sin perder el ritmo. Cogido a la escalera trepó con la mente en blanco, sin ser consiente del todo de lo que hacía: por eso, no comprendió ese repentino alivio que le invadió al ver a Virus, quien seguía con su sudadera ensangrentada.
Mientras ambos buscaban la puerta para entrar, sintió sus ojos revolverse con lentitud bajo la máscara. Giró la cabeza en todas direcciones, pero no hubo ningún cambio ni tampoco localizó la entrada.
-¿Qué os pasa?
Susurró para no alertar a nadie, aunque claramente no obtuvo respuesta; se dio un par de palmadas en la mejilla contraria, queriendo calmarlos ya que no tenía espacio para hacerlo en el lado correcto. Virus encontró la puerta y se acercó a él para entrar.
Bajó con más lentitud que Virus, quien no paraba de gritar y chillar expresando su felicidad, debido a que el movimiento continuo de sus ojos comenzaba a marearle. Al momento en el que sus pies tocaron el suelo apoyó la frente contra la escalera, cansado y extrañado por esa inquietud. Tal vez se sentían dejados de lado por algún motivo que no entendía, o se habían ofendido, pero realmente no tenían motivo, ¿no era así? Quizá solo estaban hartos de ser ocultados. Ya que estaban a oscuras, tal vez debería quitarse la máscara para que se tranquilizaran.
-Es la única forma.
Oyó a Virus responderle y se giró: podía distinguirle en la semioscuridad caminando pausadamente y con ritmo toqueteando las maletas.
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Miró su propia mano, aún apoyándose en la escalera, y asintió.
-Sí, tienes razón.
Con cuidado se quitó la máscara, aunque tampoco la alejó demasiado de su cara: simplemente, la giro a un lado y la dejó sobre su cabeza. El tren comenzó a moverse, Veinte dio un traspié perdiendo el equilibrio, aunque por fortuna no se cayó quedó en una pose extraña que le recordó a un pato intentando caminar o a un gato con zapatitos. Cuando consiguió ponerse completamente recto, acostumbrándose al traqueteo, buscó a Virus con la mirada: no estaba preocupado por él, porque entendía de trenes, pero aun así no podía evitar que lo primero que hiciera siempre fuera buscarle. Era algo instintivo, igual que sonreír levemente al encontrarle sentado sobre una maleta. Miró a su alrededor, la cantidad de maletas era algo extraordinario; se acercó a una cualquiera y la cogió, era poco pesada y hacía ruido al agitarla. Cogió el identificador, debía ser de una niña ya que llevaba pegatinas de flores y mariposas; instintivamente sonrió, pensando que era lindo. Sin embargo, su línea de pensamiento se rompió mientras continuaba. Alzó la mirada, estando convencido de que seguía pensando algo más. Algo que conocía, pero ¿qué sería?
-¿Jugamos al escondite? Hay negro, pero así será más divertido.
-¿Qué?
Se giró de nuevo, pero Virus no estaba. Oyó un gran estruendo, seguramente se habría caído.
-¡Veinte tiene que contar hasta diez!
Parpadeó un par de veces en la oscuridad procesando lo que había oído y esa orden divertida. ¿Pretendía que jugaran a algo? ¿De qué clase de juego se trataba si tenías que ir a buscar a alguien que se había ido? Pensándolo así, le pareció cruel; pero luego pensó que así siempre encontraría a Virus y le hizo gracia.
-¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y diez!
Pensó que tal vez debía cubrirse con la máscara para no jugar con ventaja, pero si lo hacía, estaría en desenventaja, así que lo dejó así. Aún esperó un poco antes de comenzar a caminar y buscarle: realmente le había visto esconderse, ya que no podía cerrar los ojos, así que solo tanteó alguna zona haciendo el tonto para que no creyera que era malo escondiéndose. Se acercó y se agachó a su lado, con los brazos cruzados sobre las rodillas y sonriendo con la cabeza ladeada.
-Te encontré.
Respondió con voz cantarina y solo obtuvo gruñidos de protesta, a lo que se tuvo que reír. Sin pensarlo, le acarició la cabeza.
-No te enfurruñes, sabes que siempre te voy a encontrar. Soy tu…
Virus se levantó de pronto y volvió a donde Veinte había estado, mientras este se quedaba paralizado. Nuevamente, su pensamiento se disipó mientras hablaba, ¿qué iba a decir? ¿Era su qué? Oyó a Virus contar y se levantó, mirando a su alrededor para buscar un sitio donde esconderse; gracias a su ventaja, no tuvo problema para evitar las construcciones de maletas sin tirar ninguna.
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Encontró una especie de arco, más semejante a un cubo de maletas al que le habían quitado algunas piezas, y decidió que era un buen sitio para esconderse: a través de ese hueco, podía ver a Virus dando vueltas buscándole. Se reía sin hacer ruido observándole dar de repente un salto y asustar a la nada; cuando este se giró, bajó la cabeza para ver dónde estaba pisando: nuevamente, sus ojos volvieron a moverse con esa lentitud extraña e impropia de ellos. No iba a preguntar para no delatarse, así que solo levantó la cabeza con cierto desinterés para ver qué les alteraba tanto, y le pareció distinguir a alguien corriendo, pasando a través de las maletas con un vestido violeta. Dio un salto y se puso en pie, sin creerse esa visión.
-¡Cuando por fin te encuentro a uno se le olvida asustar!
La voz de Virus otra vez. Levantó la cabeza para ver que le dedicaba una expresión graciosa de enfado desde el hueco por donde se había colado; pasó a su lado, acariciándole la cabeza como premio y se dirigió a la esquina donde había visto correr a aquella chica con vestido. Pero aquella esquina solo conducía a las escaleras por donde habían bajado.
-Veinte, ven.
Aún miró un rato más las escaleras antes de darse la vuelta.

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No pudo evitar la mueca de disgusto en cuanto vio que Virus se acercaba a la luz roja de emergencia haciendo una montaña de maletas. Antes de seguir viéndola, prefirió centrarse en él: no tenía demasiado en contra de una luz tan pequeña y roja que iluminaba tan poco, pero aun así, tampoco le guardaba simpatía. Era una luz, después de todo, y todo cuanto sabía era que no debía acercarse a la luz. Se dio la vuelta mientras él seguía construyendo, y se tapó los ojos con la mano ahuecada.
-La luz, la luz es mala. No te acerques a la luz. La luz es peligrosa. Siempre vemos la luz. Allí solo hay luz. No te acerques a ella, ten cuidado. No provoques que nos lleven.
-Ya, ya. No voy a ir, quiero estar aquí.
Miró al suelo, a sus pies, los cuales seguían dentro del alcance de la luz proyectada, muy escasa y tenue, pero ahí estaba. Fue a dar un paso para salir de su alcance cuando vio algo negro que se movía dentro de esta; se dio la vuelta, Virus hacía gestos con las manos y provocaban siluetas en el suelo. No tardó en reírse, quizá por su cara de desconcierto, quizá por lo divertido que era, que se trataba de un juego y le explicó de manera simple en qué consistía; no pudo hacer otra cosa que extrañarse al verle disfrutando y manipulando en su beneficio algo tan aterrador como la luz. Aun así, y con cuidado, se subió a esa torrecita improvisada suya y se sentó a su lado, muy cerca para no caerse ni alterar la estabilidad de la construcción. Observó atentamente cómo Virus movía sus manos y las formas que se proyectaban cambiaban o se movían, y si se fijaba y le echaba imaginación, incluso se parecía a los animales que decían ser.
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Poco a poco, dejó de sentirse alterado por la luz y comenzó a fijarse más en los detalles.
Los dedos de Virus eran largos.
Se reía muy agudo, pero no de una manera dañina.
Virus conocía muchos animales.
Virus tenía mucho ingenio.
Tratando de imitarle, queriendo reírse también, comenzó a pensar de igual modo en animales y otras cosas para proyectarlas y ver si las reconocía. Virus también lo hizo, y resultó un absoluto ganador, ya que Veinte o no sabía responder o confundía los nombres; en ningún momento hubo algún reproche por parte de ninguno. Mientras Virus pensaba en otras cosas que hacer, Veinte se concentró en sus manos, una de las cuales seguía vendada; la giró en el aire, abriendo y cerrando los dedos, pensando cómo usar esa venda y hacer una forma con la que ponerle a prueba. Con cierta aleatoriedad, Veinte consiguió sacar una figura, ciertamente monstruosa y que vagamente recordaba a un humano con seis extremidades; extrañamente sus ojos se tranquilizaron del todo, y él ladeó la cabeza para ver que la expresión de Virus no era de agrado. Se quedó mirando aquella figura, intentando darle un nombre.
-Es un espíritu guardián, ¿sabes?
Pero la respuesta no pareció servir, así que deshizo el gesto soplando sus manos para mandarla lejos. Veinte cruzó las piernas y se quedó mirando el halo de luz que se proyectaba en el suelo, sin comprender la sensación de gratitud que de pronto le llenaba el pecho.

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Lo que consiguió distraerle lo suficiente fue Virus, nuevamente, quien se puso a hablar de repente despertándole de sus ensoñaciones y recordándole lo cerca que estaba.
-Esta maleta de cuero es de alguna entidad con traje y corbata. Hoy tiene que ir a trabajar al banco y hacer cosas con las monedas, pero prefiere irse de viaje al norte. Le han dicho sus compañeros que hay mucha nieve.
-¿Qué hace? ¿Por qué dice? Es un juego, que hay que explicároslo todo.
Virus miraba y las maletas de la torre y las que le quedaban cerca, así que Veinte decidió bajarse con cuidado y explorar otras maletas para seguirle el juego. Señaló una grande y desgastada que se asemejaba más a un baúl que a otra cosa.
-Esta es de una familia muy grande. Los padres tienen por lo menos tres hijos, ninguno de sangre, pero van a ir a otro orfanato a recoger a una niña que ha sido expulsada de su casa porque se comporta mal. Seguro que ahora no sabe lo feliz que va a ser con tantos hermanos.
Virus señaló a otra.
-La de... ¿es de color rosa? Bueno. Es de un señor muy serio. No habla con nadie. Está ocultando su identidad, ya que en realidad es un espía que quiere vigilar al asesino que viaja en este tren. Lo va a detener después de bajar, pero ya ha muerto gente. Tiene que averiguar quién es el asesino.
Veinte no pudo evitar la risa bajita por lo emocionado que era pensando y relatando historias y lo estúpidas que resultaban.
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-Pues esta pequeña de aquí, es de una enfermera que está harta de trabajar. Vive con su madre, pero ella no para de decirle que haga una cosa y otra y que compre harina continuamente, porque la madre se lo funde en pasteles y bizcochos. Entonces la enfermera se ha hartado y se ha mudado en secreto a un piso pequeño donde compartirá cama con un gato.
Resultó que inventarse las vidas de la gente solo con una maleta como referencia resultaba bastante cansado, y no tardaron en dejarlo. Virus abandonó su construcción para tumbarse en el suelo, claramente exhausto; por hacerle compañía, él se sentó cerca con las piernas cruzadas y mirando a una pared sin maletas, como si de verdad viera a través de ella a modo de ventana. Se preguntó que debería ver al otro lado, ya que en el viaje de ida, no lo había visto: el motivo era un misterio; recordaba sangre y luz y una niña que gritaba, pero no tenía manera de ordenar aquellos recuerdos para conseguir una historia que sonara creíble. Con un dedo comenzó a dibujar cosas en la pared, cosas sencillas que pudiera haber al otro lado: un sol, nubes, pájaros. Unas ondas en lo que era el suelo del dibujo y una sombrilla o paraguas al lado, junto con un cubo de tres picos; no sabía qué nombre ponerle a esa escena, pero igualmente le pareció bonita y pensó que sería un lugar divertido. Volvió junto a su dibujo del sol y añadió puntitos, a modo de estrellas, y también la luna. Además de todo eso, al otro lado podía haber un bosque, ¿por qué no? No tenía manera de saber lo que realmente había, así que podía ser cualquier cosa. Cambió de posición, emocionado, arrodillándose de cara a la pared; se decepcionó al ver que nada de lo que había hecho permanecía dibujado. Era normal, ya que lo hacía con el dedo, pero confiaba en que algo hubiera quedado, aunque fuera por haber quitado polvo. Permaneció mirando aquel dedo como si tuviera la culpa o si funcionara mal y suspiró pesadamente.
-Veinte, uno tiene que curarte.
-¿Hm…?
Realmente no entendió lo que le había dicho. Solo giró la cabeza distraídamente hacia él, y entonces notó su mano en la cara. Antes de que avanzara demasiado, rápidamente giró la máscara sobre su cabeza para taparse los ojos: no le había dicho nada, tampoco se avergonzaba de ellos, pero no quería que se afligiera por ellos porque había entendido lo que dijo, y si algo tenía claro, era que Virus no podía curarle. No quería que se diera cuenta de ello.
Se dejó acariciar, incluso movió la cabeza para ponérselo más fácil y acercarse. Le dejó explorar lo que quiso de su cuerpo, sintiéndose nervioso por ello pero sin impedirle nada. Tocaba algunas de ellas, pero no las seguía, y se preguntaba qué pensaría sobre ellas.
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Cuando él se despertaba, y se convencía de que ese día era el primero de su vida, se veía entonces las cicatrices y aunque no sabía por qué las tenía, se daba cuenta de que antes que ese “primer día”, hubo otros. Las cicatrices eran un calendario que le indicaba tan solo que los días habían pasado, y nada más.
-Habían más. ¿Hay más?
-Hay más.
Incluso a él mismo le dolió responder. No le molestaba que lo supiera, tampoco tenerlas, pero sí se sentía mal que supiera cuántas eran si iba a poner esa cara al verlas. Era doloroso que su rostro y su voz cambiaran y no se mostraran alegres. Por eso tuvo que recurrir a inventarse alguna historia para que cesara sin dolor en su empeño.
-Debajo hay muchos secretos, de mucha gente. No pueden guardarlos por ellos mismos, así que me los han dado. Cuando la gente pueda contar sus secretos, las cicatrices se irán.
Consideró que era una grandísima tontería lo que acababa de decir, pero aun así no añadió nada. Virus no era tonto, y solo esperó que entendiera que no había nada que hacer, que se pasarían con el tiempo como cicatrices normales. Aunque no fuera así, esperaba que lo creyera.
-Uno quiere curarte, pero no sabe cómo. Lo siento.
No funcionó, por supuesto, y sintió la desolación como una ola que le recorrió entero con fuerza y pesadez. No quería que Virus se sintiera mal. Él no. Si tan solo pudiera recordar cómo se las había hecho, o qué había pasado antes, se lo explicaría: estaba convencido de que había una explicación normal y racional de por qué era así, y con ella, tal vez no estaría de aquella manera. Tras tanto tiempo fantaseando con una respuesta a las preguntas que ocasionalmente se hacía, la tenía tan idealizada que consideraba que con ella todos sus males desaparecerían: sus problemas de memoria, su confusión, su desmembramiento… Entonces se dio cuenta de que su mano estuvo a punto de caerse hacía algunas horas. Apartó las vendas con cuidado echando un vistazo, y comprobó que volvía a estar junta, unida como una mano normal. Y pensó que así tal vez se sintiera mejor.
-Virus, cierra los ojos y concéntrate.
Esperó a que lo hiciera, y apoyó la mano vendada en sus labios. Inocentemente, tardó un poco en abrirlos de nuevo; en cuanto lo hizo apartó la mano con lentitud y la atrajo para sí, manteniéndola extendida para que Virus también lo viera. Retiró la venda, cada capa de la cual tenía más sangre y la fue dejando caer a su lado entre ambos: al final, solo había una mano con una cicatriz normal e inusualmente fina, que apenas era visible bajo aquella escasa y rojiza luz. Abrió y cerró la mano varias veces sin que nada pasara, dibujó suavemente círculos en la palma con la otra mano; con una leve sonrisa, y con el ojo cerrado no fuera a ser que las lágrimas que se le acumulaban le traicionaran, le mostró la mano a Virus.
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Casi a tientas, se acercó a él y le acarició la mejilla como él le hubo hecho, sin saber si era él mismo quien tenía la mano suave o era Virus quien disfrutaba de la suavidad en su piel. Se inclinó sobre él, apartando levemente la máscara hacia abajo, para apoyar la frente en la suya; inspiró con brusquedad, sintiendo su pecho más pequeño que de costumbre y casi como si cada latido doliera.
-Gracias, Virus.
Quería darle las gracias por “curarle”, pero la voz estuvo a punto de traicionarle porque realmente, tenía mucho que agradecer.

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El tren se sacudió, indicándoles a ambos que estaban a punto de llegar a alguna parada. Ayudándose el uno al otro, pues no era tan fácil levantarse y caminar cuando el tren estaba por parar como cuando estaba en marcha, consiguieron volver de nuevo por las escaleras riéndose porque parecían borrachos. Al salir, se dejaron llevar por la emoción al reconocer la estación como la suya, y no dudaron en señalar cada cosa que conocían diciendo su nombre reafirmando que efectivamente, era su estación. La de Virus, pensó Veinte, pues él solo era una especie de invitado; siguió a Virus de nuevo bajando las escaleras y saltando a los andenes, y correteando para que no les pillara la seguridad de la estación: sin embargo, iban con menos prisa, quizá por la costumbre de que ya les conocieran y estuvieran acostumbrados a verles por ahí. Se preguntó si él también sería conocido en ese sentido, pero incluso en el caso de que lo fuera, no lo sería tanto como él. Y eso estaba bien. Eso también hacía a Virus ser Virus.
Volvieron a los túneles y ahí ya actuaron con más normalidad, la normalidad para ellos. Estaban en casa después de tanto tiempo, apenas dos días. Por el comportamiento de Virus, pensó que seguramente había echado mucho de menos su hogar; se preguntó cuál sería el lugar que él debía considerar su hogar. ¿Los juzgados? No. Pero no recordaba haber estado en alguna otra parte durante mucho tiempo. Bajó la mirada, apartándola por un momento de los alegres movimientos de Virus. Si tuviera sus diarios, tal vez pudiera buscar alguna respuesta…
-Virus, ¿no tenías tú cosas mías? Lo dijiste hace unos días… ¿Una cámara y un diario? Me gustaría ver qué hay.
Y de pronto se sintió orgulloso y encaminado a una respuesta, autoconvencido de que sería capaz de averiguar algo sobre sí mismo en sus pertenencias.

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Una vez allí, a Virus no le fue nada difícil encontrar el diario, pues lo tenía a salvo escondido en alguna parte: Veinte, intentando respetar su intimidad, se dio le vuelta para no ver qué y dónde hurgaba. Se lo entregó mientras le decía que iba a buscar su cámara también, así que se entretuvo con el diario, abriéndolo y ojeando por encima.
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