Tuve un día atareado de tarea, leí hasta que salí del trabajo. Al llegar a casa, sentada en mi cama me ha invadido la melancolía y tristeza. Es extraño... Mi pecho se aprisiona, un llanto se asoma pero no termina de salir. Generalmente siento eso de querer aislarme pero no con la tristeza de un niño. Luego de estar meses disociada, sin sentir y viviendo el día a día como un zombie, esto es demasiado extraño y agobiante, siento que voy a explotar y prefiero volver al estado anterior. He hecho un horario que me mantendrá ocupada para que mi mente no sea libre de hundirse, sin embargo, quedan huecos que podrían dar pie a peligrosos pozos... Quizás siga leyendo en esos momentos cualquier cosa distinta a la universidad.
Que gracia me hace la situación, me recuerda cuando de adolescente tenía un ambiente hogareño tan tormentoso que leía frenéticamente para escapar de todo. Lógicamente sé qué ha provocado esto, algo tan tonto, que demuestra mi debilidad y odio a los débiles... Porque si aunque sea fuese arrojar algo de luz real y no otro tiempo de ilusión, podría valer la pena, pero no pasará. Intentaré suprimir éstas tonterías y seguir siendo eficiente en lo que en realidad importa, trabajo y estudio. No hay tiempo para emociones tontas.