¿Tú dirías que quedan pocas personas? No sé si creerte. Los nuevos soportes afectan tanto la escritura como la lectura, pero, más allá de los cambios que puedan venir dados por esto, sigo encontrando personas apasionadas o simplemente interesadas en conocer a través de los libros. Tendríamos que desear ser ignorantes para que desaparecieran escritores y lectores.
Estoy temporalmente de acuerdo con esa cita.
Falta un mes para las PAU, así que es como si hubiera acabado y, a la vez, no hubiera acabado bachillerato. Aunque este curso he suavizado mis ganas de entrar en la uni, ocupándome con el estudio y mis distracciones de siempre, sigo como cuando terminé cuarto de secundaria y me veía a mí mismo babeando a las puertas de la UB; ahora con más razón.
Gracias, ¿los has visto enteros?
No hago juicios morales a partir de eso. En definitiva, el único modo de clasificar las personas según su sabiduría dependería de la edad; está claro que un anciano va a tener mayores conocimientos que un joven aunque este lleve toda su infancia y adolescencia leyendo primero a Poe y luego a Dostoyevski.
Es bueno saberlo. Creo que un lector español podría comprender lo que escribo en catalán con bastante facilidad; de hecho, en mis textos en castellano ya hay una cantidad de calcos y estructuras del catalán que acostumbrarían a cualquiera a la "llengua".
Si la cuestión es tener algo en la boca, prefiero los caramelos. He pasado por fases de adicción a los Ricola de regaliz, a los de miel y a los Solano de crema. Prefiero no probar los de café por miedo a una recaída.
Ni sabía que ese señor también escribe libros.
Siempre he puesto el surrealismo por delante de cualquier otro, aunque la exposición que hay ahora mismo en la Fundación Mapfre me ha gustado demasiado como para que ahora no dijera nada sobre el postimpresionismo. Algunas de las pinturas expuestas demuestran que la búsqueda visual en la que ahora se meten algunos cineastas vanguardistas ya empezó a finales del XIX. Quizá artistas como Cézanne (de quien muchos de ellos aprendieron) fueron los primeros en girar el ojo hacia el ojo mismo y preguntarse por su naturaleza; es un planteamiento que tiene mucho de científico, no creo que antes hubiera sido posible.
Estos últimos meses he ido cambiando algunas de mis opiniones, como esa misma. Quizá me haya empujado a ello que me diera cuenta de que dormir menos de seis horas estaba afectándome en el cabeza. Ahora ando buscando el punto ideal.
Tengo las literaturas francesa y catalana en un pedestal. Con autores como Patrick Modiano o André Gide y Narcís Oller o Rodoreda, he acabado creyendo que hay una relación entre las cualidades de sus obras y las lenguas en las que escriben. Con ellos no solo disfruto por el contenido de las historias; también paso tiempo releyendo sus frases por algo tan intuitivo como la belleza fonética.
En el caso francés, eso sí, no siempre es posible. En edición original solo he hojeado un poco de Céline y algún discurso, pero, con las traducciones, a veces intento imaginarme cómo debía estar escrita cada idea en un principio.