Ser "promiscuo" no hace a una persona más atractiva ni de lejos, sino que le hace parecer alguien realmente fácil, disponible, manejable y dispuesto a lo que sea. Vamos, aquellos o aquellas que carecen de orgullo y amor propio o que al menos van tan campantes por la vida aparentándolo cual Heidi en los montes suizos. Y la verdad es que para quien no busca una relación seria y le apetece desfogarse sexualmente, como ocurre en muchos casos, que te venga un sujeto; ya sea femenino o masculino, de este calibre es como que te toque la lotería sin haber comprado si quiera un boleto; como le ocurre al hombre del cafelito de los veintiún euros del anuncio de Navidades de este año.
¿O por qué crees que personas que físicamente no son gran cosa pero que tienen una moral un tanto... distraída (se dice de gentucilla "guarrona" presta a sobetearse con todo quisqui) ligan un montón? Pues porque se sabe de antemano que no van a rechazarte si les pides echar un polvo así por las buenas, no porque su belleza o su inteligencia te hayan deslumbrado o te interesen lo más mínimo en cuanto a lo que "sentido romántico" se refiere.

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Esas personas son las que acaban convirtiéndose en los felpudos de los demás, sus objetos de desfogue de usar y tirar. Ya que lo que en verdad hace a una persona atractiva o más atractiva de lo que es, aparte de su apariencia física y su higiene personal, es su sentido del humor, su carácter, su personalidad y lo que pueda ofrecer a nivel intelectual, social y sentimental. Ale Alá, con Buda y con Sumatra.