B҉e͞n̛ D̀row̢nęd̵

Antes de que Ben, con sus demás compañeros, despertasen en aquel lugar; anteriormente habían estado en una fiesta para celebrar los millones de años que tenía Zalgo.

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En la fiesta hubo de todo, y nadie se acordó de nada.

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Ben cuando se despertó, un dolor significante apoderó su pequeña cabeza, al igual que la mayoría de los asesinos que se encontraban ahí. A pesar de su "mal estar", se levantó.

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Por otro lado, una sustancia transparente, que mejor no saber de qué provenía, se encontraba en la mayor parte del cuello de Ben, dónde, había varios moratones por toda su zona. No le hizo variado caso, ya que, gracias a su vestimenta, podía opacar aquellas marcas con facilidad.

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Miró a su alrededor, anonadado, y intentó buscar la "salida". Hasta que, un robot enigmático y gracioso, paró su rumbo a casa por varios segundos.

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—¿Qué clase de cosa?—Preguntó curioso, mientras se acercaba poco a poco a la chica robótica. Su curiosidad era tan inmensa, que tocó varias veces a la destrozada muchacha.

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—¡Windows, enciéndete!—

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Ben gracias a su fino canal auditivo, pudo escuchar sin dificultad cómo algo o alguien, con pasos marcados en dirección al baño, se acercaba a él.

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Se abrió la puerta, y a su vez, una especie de cadáver; pareciéndose un zombie, se "abalanzó" sobre el cuerpo de Ben.

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Supo por la caída contra su cuerpo, que aquello, lo había provocado alguien o una fuerza exterior; y en sus ideologías, acertó en una de ellas.

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Apartó el cadáver del hombre, y lo lanzó contra el suelo con violencia; todavía tenía la cabeza metida en su reconocimiento asesinario.

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Hiperventilaba, la adrenalina se encontraba todavía en su cuerpo. No muy extraño en un asesino de gama alta cómo él. Sin más distracciones sobre su estado mental y la situación dónde estaba metido; miró a la muchacha y esta, comenzó a presentarse.

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Al saber que se refería sobre la matanza que empleó él con "esfuerzo" sonrió orgulloso, mientras sonreía natural.

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—Está perfecta. La dejé mejor que estaba antes.~—Canturreó.—Por cierto, ¿tú qué haces en un lugar cómo este, y con eso?—Señaló al cadáver descompuesto.

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El rubio, en un momento dado mientras esperaba las respuestas de la contraria, la miró a los ojos, marcando un silencio incómodo.

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Maravillado por el color de los ojos contrarios, tuvo las suficientes ganas maniáticas y psicópatas para arrancárselos. Esto se pudo reflejar en su actitud perversa, y más, en sus endemoniados ojos color vino.

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—O-oye, te arrancaré lo-los ojos, ¿va-vale?...—Nervioso.—N-no te haré da-daño....I pro-promise....—Se acercó levemente a la muchacha, con un pulso tambaleante.

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No sabía lo que hacía, simplemente se dejaba llevar por la "situación" plenamente improvisada.

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Debía de admitir que aquella pregunta le tomó por sorpresa, y su reacción lo manifestó por completo. Iba a responder la pregunta mediante otra, cayendo así en una paradoja sin respuesta alguna, sin embargo, se negó por completo a hacerlo.

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La respuesta era evidente, sí, era real, se podía; tocar, pegar, escupir...Interactuar en definitiva con él. De distinta forma humánica, pero podía.

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Se acercó unos cuantos pasos, marcando acentuadamente sus pequeños pasos por el vacío ambiente. No pronunció ninguna palabra hasta tener aquel individuo lo suficientemente cerca, para poder susurrarle y este escuchará nítidamente.

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—Soy suficientemente real, para que YO. No sea una alucinación.—Respondió cómodamente, en bajo.

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Ben, luego de responder a la pregunta repleta de incógnitas, poco a poco, fue retirándose de ahí, hasta tener la distancia principal que antes tuvieron.

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—Ahora...—Pausó.—¿Quién es más real, tú o yo?—Cuestionó al pelirosado.

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Un grito desgarrador fue promulgado por una joven, quien pedía ayuda de una forma desesperada. Sus expresiones faciales presentaban el absoluto terror, los ojos acaramelados de la muchacha se desvanecían al igual que su voz.

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Los movimientos bruscos fueron debilitándose, quería escaparse, pero era incapaz de poder soltarse. Ben tenía todo el control en la escena.

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El rubio apuñalaba, cortaba, pisoteaba, arrancaba, trituraba y pegaba contra el cuerpo de la débil chica. La sangre que expulsaba el cuerpo empapaba el suelo y el cuerpo de Ben.

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La adrenalina recorría por las venas del rubio, su corazón se aceleró y empezó a ser más rápido con sus movimientos hasta que, el fin de su diversión de acabó; poco a poco, el cuerpo de la muchacha no respondía con normalidad ante los ataques repentinos de Ben contra ella, acabando en su muerte.

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—No, no te mueras. El juego no ha terminado.—Sacudió varias veces el cadáver. Debía de aceptarlo, había muerto.

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Se levantó, y arrastró el cuerpo de la muchacha. El arrastrar el cuerpo le era difícil, ya que, por el camino, algunas de sus extremidades se desgarraban del cuerpo, desprendiéndose de este.

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Al haber un hospital cerca de ahí, abandonado quizá, ya que no había mucha interacción dentro de el; dejó el cadáver en la puerta principal.

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—Adiós, sweetie.—Se despidió de la muerta. Luego de ello, entró al hospital, ensangrentado, quería lavarse; al menos las manos. Era increíble sentir la sangre, pero empeoraba su tacto con las cosas, en otras palabras, le resultaba muy incómodo.

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Recorrió varias plantas, hasta toparse con un baño, entró al de mujeres, ¿qué mas daba eso? y sin más, abrió el grifo. Silbaba durante su lavado; manos y rostro fueron los abrillantados por el agua. Al terminar, se miró en uno de los espejos, y "posó" para ver su rostro.

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—Perfecto.~—

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Ben Drowned es un aficionado de los juegos antiguos e inusuales.

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Toda su atención era fijada en la brillante pantalla, mientras sin mirar en ningún momento el mando, era capaz de mantener una coordinación impecable, sin contar de sus rápidos movimientos con la cámara y espectaculares reflejos ante los movimientos de sus rivales en el videojuego.

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Solo se podía escuchar la música del juego, y el clickeo masivo de los botones, hasta que pasó a la siguiente pantalla; "Level complete, next round."

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Mientras cargaba el siguiente mapa, y todos sus gráficos, Ben bebió una bebida energética para retomar fuerzas, hasta que de repente; una mujer apareció en su habitación.

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Paró inmediatamente de beber aquella sustancia y pausó el videojuego, estaba confuso...¿Quién era ella?...¿Qué hacía en su casa?....

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¿Cómo era posible que una simple humana, a pesar de sus condiciones, haya podido entrar en la casa dónde mayormente hay asesinos en serie y demonios inmortales?

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Ben estaba asombrado con la facilidad de su encuentro, y sin más, su mirada analizó la complexión de la mujer y sus posibles debilidades.

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Sin embargo, para distraerla comenzó su sarta de preguntas acerca de su estancia en su propia habitación; obviamente Ben era tímido, pero si la situación era crítica, podía ser totalmente extrovertido.

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En su controversia, y cambiando totalmente su plan; la mujer intercaló una pregunta antes que Ben. La cuestión era monótona y carente de imaginación, ¿cuántas veces había escuchado aquella pregunta? Miles de veces.

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Sin más, el elfo respondió.

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—Ben.—Pausó.—¿Cómo te has colado?—Cambió de tema totalmente. No quería presentarse.

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Ben, mayormente es conocido por las catástrofes que ha causado, gracias a su comportamiento psicópata.
En su sano juicio, es decir, jamás pediría perdón por sus actos, lo cual, lo vuelve impasible y antipático.

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Se ve incapaz de mantenerse cuerdo, pierde la cabeza si es tentado a muerte. Una de las cosas que lo vuelve locamente feliz, es descuartizar y dejar ciegos a sus víctimas, se "desconoce" el porqué.

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Dejando su lado más vistoso por sus víctimas;
Ben es incapaz de mantener una conversación con alguien desconocido, entra en un círculo de ansiedad y pánico, ya que su aguda timidez es muy abundante en él.

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Es una persona tranquila, y siempre se verá hundido jugando miles de horas indefinidas a variados juegos de consola.
No es capaz de entender las emociones más humanas, ya que, su antipatía se lo impide, aún así, sabe el dolor que aflige cada una de ellas, y es de consolar en cierta forma.

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