Rolea un beso, por favor.
Estábamos sentados junto al lago, mirando las estrellas y riendo de las estupideces que creíamos ver en ellas. Me sentía tan nerviosa al estar con él, no sabía la razón, no tenía fundamentos. Cada vez que hablaba miraba cada uno de sus rasgos detenidamente. Sus hermosos ojos color miel, sus labios carnosos y deseables.
— Khloe, estoy hablando.
Sentí su risa sonar y me despegue de mi pensamiento
— ¿Que decías? Perdón, estaba algo distraída.
Mire hacia el lago, esperando una respuesta, cuando sentí que pasaba su brazo por mi alrededor. Lo miré sonriendo y con una expresión curiosa en mi rostro.
— Tengo la impresión de que algo te sucede.
Respondió mirando mis ojos fijamente. Sentí mi corazón chocar contra mi camiseta, pensé que se iba a salir y realmente no sabía que decirle.
— ¿Por que dices eso?
— Estás extraña.
— Vale, supongo que estoy cansada. Ya sabes, hemos estado todo el día fuera de casa.
Mordió su labio inferior evitando soltar la risa y tomó mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Respire profundamente y mire nuestra pequeña conexión, con la esperanza de que esto se convirtiera en algo más que un contacto de manos.
Puso nuestras manos entrelazadas sobre mis piernas y movía sus dedos jugando con los míos, acariciando mi mano de manera lenta.
Lo miré y volvió su mirada hacia mi, sentí que se acercaba cada vez más, hasta que la distancia que nos separaba eran solo centímetros. Sonreí y me devolvió la sonrisa, para luego eliminar la distancia que nos separaba. Lo primero fue solo un contacto, un pequeño roce de labios. Intente alejar mi rostro, algo avergonzada, pero el lo impidió, posando una de sus manos sobre mi mejilla. Cerré los ojos y volvió a restaurar el contacto, pero esta vez sus labios abrieron los míos dando paso a su lengua dentro de mi boca. Jugó lentamente con la mía, haciendo que el beso se tornara dulce y nada grotesco. Luego cuando ya ninguno de los dos podía seguir conteniendo la respiración, nos separamos. Abrí los ojos y lo miré detenidamente, sin nada que decir, sin palabras. Él sonrió y me susurro algo que jamás voy a olvidar, algo que me hizo sentir la chica más afortunada del mundo.
—Te amo.
— Khloe, estoy hablando.
Sentí su risa sonar y me despegue de mi pensamiento
— ¿Que decías? Perdón, estaba algo distraída.
Mire hacia el lago, esperando una respuesta, cuando sentí que pasaba su brazo por mi alrededor. Lo miré sonriendo y con una expresión curiosa en mi rostro.
— Tengo la impresión de que algo te sucede.
Respondió mirando mis ojos fijamente. Sentí mi corazón chocar contra mi camiseta, pensé que se iba a salir y realmente no sabía que decirle.
— ¿Por que dices eso?
— Estás extraña.
— Vale, supongo que estoy cansada. Ya sabes, hemos estado todo el día fuera de casa.
Mordió su labio inferior evitando soltar la risa y tomó mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Respire profundamente y mire nuestra pequeña conexión, con la esperanza de que esto se convirtiera en algo más que un contacto de manos.
Puso nuestras manos entrelazadas sobre mis piernas y movía sus dedos jugando con los míos, acariciando mi mano de manera lenta.
Lo miré y volvió su mirada hacia mi, sentí que se acercaba cada vez más, hasta que la distancia que nos separaba eran solo centímetros. Sonreí y me devolvió la sonrisa, para luego eliminar la distancia que nos separaba. Lo primero fue solo un contacto, un pequeño roce de labios. Intente alejar mi rostro, algo avergonzada, pero el lo impidió, posando una de sus manos sobre mi mejilla. Cerré los ojos y volvió a restaurar el contacto, pero esta vez sus labios abrieron los míos dando paso a su lengua dentro de mi boca. Jugó lentamente con la mía, haciendo que el beso se tornara dulce y nada grotesco. Luego cuando ya ninguno de los dos podía seguir conteniendo la respiración, nos separamos. Abrí los ojos y lo miré detenidamente, sin nada que decir, sin palabras. Él sonrió y me susurro algo que jamás voy a olvidar, algo que me hizo sentir la chica más afortunada del mundo.
—Te amo.