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Raquel Laviana

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Que los recuerdos pasan, los buenos momentos se olvidan.
Las sonrisas interminables se vuelven en llantos desconsolados.
Los días despejados se llenan de nubarrones negros.
Los parques llenos de niños, ahora provocan un vacío con un enorme silencio.
Las hojas que se movían con la brisa, ahora no existen, tan solo pueden observarse las marchitadas ramas.
Los te quieros con sentimiento se vuelven en ganas de echar un polvo.
Y los para siempre nunca son para siempre.
Sabiendo esto solo toca arriesgarse y disfrutar de la felicidad momentanea que te da la vida.

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mg y opinas?

Giro la mirada, en ese mismo instante puedo ver esos ojos sangrientos que provocaron un espasmo en mi corazón.
Detrás de la cerradura de esa puerta pude ver el sufrimiento encerrado tras un largo tiempo.
Esos ojos trasmitían miedo, pedían ayuda.
Me quedé paralizado, consternado ante aquella horrible y fatídica situación.
Mi mano abría el pomo de aquella puerta y las manos blancas de aquella muchacha se volvieron negras, aquellos ojos de ayuda se volvieron en miradas de odio y rencor, su pelo, negro como el carbón y sus uńas sucias y largas sumergían mi cuerpo ante aquella horrible sala de desesperación.
Nunca más se supo de él, los gritos que provenían de aquella casa esa noche inundaban la calle.
Nadie nunca pisó esa casa y jamás miraron a través del agujero de aquella espantosa cerradura.

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mejor amiga?

Me miras, aparto la vista y sonrío debes pensar que chica más tonta y me quiero morir.
Te acercas, me dices esa sonrisa tan bonita tiene que estar acompañadas de un precioso nombre.
Me avergüenzo, mis mejillas cálidas y rojas, mi corazón latiendo fuertemente y mi voz temblorosa pronunciaron estas palabras:
Rosa, me llamo Rosa.
Él me dijo que mi nombre concordoba con mi preciosa cara, me dijo que las flores más bonitas siempre estaban solas destacando y yo era una de ellas.
Quise saber su nombre, palabras secas salían de mi boca mientras mi corazón estaba a punto de salir por mi boca.
Me dijo que se llamaba Daniel, me encantó su nombre, bueno... en general me encantó él.
Notaba mi nerviosismo, asi que decidió escribir su número de teléfono en mi brazo.
Nunca nadie me había echo sentir tanto rozándome con un objeto, solo la razón de tenerle cerca era suficiente para hacer que mi corazón sintiese lo que nunca jamás había sentido.
Los días pasaban, no me atrevía a llamarle no quería parecer esa chica pesada del metro.
Llaman a la puerta, alguien me ha enviado flores, Daniel.
Una postal cuyas palabras llegaron a mi alma.
Sabía que tu preciosas manos no se atreverían a marcar el teléfono asi que decidí buscar por todos los lados para dar con esa flor de loto que me ha conquistado.
Mis ojos llorosos de emoción no pueden creerse lo que están leyendo, malamente puedo ver una sombra atravesar la puerta de mi casa, las lágrimas inundaban mi vista.
Cuando la preciosa voz de ese precioso chico del metro penetraba en mis oídos diciendo aquí tienes a tu Romeo, nunca te vas a escapar mi julieta.
Sus suaves manos apartaban las lágrimas de mi cara, haciendo que pudiese ver su precioso y claro rostro.
Me coge pasionalmente de la cintura y me besa.
Todos los días de mi vida he recordado que la vida me ha echado en cara el echo de creer en los ampres a primera vista, pero es cierto.
Daniel sigue a mi lado y no me arrepiento nada de haber cogido el metro equivocado.

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