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Textos sin sentido

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Amistad, Coz, Escote, Garaje, Taxi

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El TAXI me dejó junto al auditorio. Estaba nerviosa. Era la primera vez que tenía una cita desde la muerte de mi esposa.
Su perfil en Tinder me encantó y para mi sorpresa ella hizo match. Empezamos a hablar, a congeniar, y, aunque al principio solo buscaba AMISTAD, poco a poco empecé a valorar la posibilidad de querer algo más con ella. Así que di el paso y le pedí quedar.
Otro de mis nervios era que, al conocerla por apps, no fuera lo que se veía en las fotos, pero apareció puntual, con un vestido negro, con un potente ESCOTE al que se fueron mis ojos. Fue inevitable.
Pero ella era mucho más que un buen físico. Tenía cultura, labia, inteligencia y sentido del humor. Como cuando me contó esa anécdota de cuando un caballo le dio una COZ. A pesar de lo grave de los hechos, hizo muchas bromas al respecto y eso terminó por conquistarme. Estaba convencida de haber tomado la mejor decisión.
La velada continuó tras la cena.
Me monté en su coche y fuimos hasta su casa. O eso creía porque aparcó el vehículo en el GARAJE. Nos sentamos en la terraza con una copa de vino en la mano. Hablamos de todo. De repente sonaron las sirenas de varios coches de policía. Me entraron sudores fríos. Ella me preguntó qué me pasaba, pero yo no respondí. Traté de huir y fue cuando todo se precipitó.
"Soy Ariana Domínguez, policía nacional. Y quedas detenida"

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Coco, Cubo, Mapa, Pelo y Tiza

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Llevaba quince días a la deriva cuando avistó la isla. Una sonrisa forzada se le dibujo en su cara. Estaba subido en un arcón de madera que le había servido como bote salvavidas. Llevaba días apenas sin comer, pero al menos había llegado a tierra.
Remó todo lo que pudo para tocar arena de la playa. Rompió a llorar. Estaba débil, pero había que trabajar. Montó un refugio con ramas y hojas sabiendo que ese sería su hogar durante una larga temporada, aunque mantenía la esperanza de ser encontrado.
Pudo alimentarse de COCOS y de los peces que conseguía pescar, que guardaba en un CUBO para no acabar con las provisiones.
Una vez recuperadas las energías se dedicó a explorar la isla, dibujando un MAPA mental para evitar no volver a los mismos sitios.
Un día cualquiera, volvió a explorar la isla. Caminó durante varios minutos, u horas, o días. Había perdido la cuenta. Todo eso era nuevo para él. Por ahí no había pasado.
De repente escucha unas voces. Él se esconde tras unos robustos árboles. Hay un campamento. Ve dos camiones y tres cabañas. Hay varios hombres en un corro comentando algo que no acierta a descifrar. Él se alegra. No sabe qué hacen ahí, pero puede ser su oportunidad de salir de la isla. Aunque se ha adaptado bien a su nuevo hábitat echa de menos a su familia. Especialmente a su hija, que acababa de nacer.
Sigue agazapado tras los árboles tratando de buscar alguna forma de acercarse sin que ellos le vean como una amenaza. Tanto tiempo ahí y es consciente de que ha perdido bastante de su humanidad y actúa por instinto de supervivencia.
Un hombre, con el PELO castaño y rizado, dispara contra algo. Él se asusta, pero no sale de su escondite. El hombre castaño se acerca en dirección del disparo. Es ahí cuando descubre lo que pasa. El hombre ha matado a un animal y se vuelve con su cuerpo al campamento. Esa gente no le van a ayudar, solo han venido a cazar.
Si tenía algún plan, lo olvidó en ese momento. Porque salió disparado hacia él, mordiéndole una pierna como si fuera una presa. Esa maniobra alertó a los demás, que dispararon sus armas contra él, librándose por los pelos. El hombre consiguió zafarse del salvaje, pero él salió corriendo evitando nuevos disparos.
Llega a una playa, donde hay dos lanchas. "Si no puedo acabar con ellos, puedo huir con una lancha y dejarlos aquí", dijo antes de volver a correr.
Antes de poder llegar a la lancha se va al suelo. Alguien le ha disparado y ha alcanzado en la pierna. Sangra abundantemente, pero no se rinde. Se pone en pie, cojea, pero corre hasta que otro disparo le alcanza la otra pierna. Intenta reptar, pero no avanza y le alcanzan por detrás.
Con las dos heridas de bala queda a merced de su verdugo que le da la vuelta. Puede observar a un hombre calvo con una gran cicatriz en el brazo y unos ojos que le suenan, pero no reconoce. El hombre saca una TIZA de su bolsillo, se agacha y le hace una marca. Cierra los ojos buscando compasión. Se oye otro disparo

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Crisis, Golf, Gráfico, Letra y Prospecto

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El accidente le había dejado graves secuelas. Su vitalidad se perdió entre el amasijo de hierros en el que se convirtió su coche. Él pudo salir por los pelos. Todo lo contrario que su hija, que estaba tranquilamente jugando a un videojuego de GOLF. Ella murió en el acto. Sin embargo, a él le dolía más el estar vivo con grandes traumas. Siempre decía que "Debía haber sido yo el muerto, para estar así prefiero morir"
Especialmente duro era el día del accidente. Le dolía y le era prácticamente imposible acudir a los homenajes que recibía. Él iba siempre al lugar del siniestro. Era duro, pero era una forma de conectar con su hija.
Ni los medicamentos, cuyos PROSPECTOS, tiraba a la basura sin leer, ni las largas sesiones de terapia mitigaban su dolor, aunque agradecía el esfuerzo a su terapeuta. Quizá su única amiga en todo este proceso.
Aquel 3 de marzo iba a ser especial. Primero porque era la primera vez desde el accidente, en que la fecha coincidía con el día de la semana en que ocurrió. Jueves. Lo cuál era doblemente doloroso. Segundo porque la zona del siniestro había cambiado. En aquel descampado, había ahora un centro comercial. Y él rompió a llorar. "No podéis hacer esto con mi dolor", dijo con rabia. Fue ahí cuando descubrió que la vida no espera nadie. Que la vida sigue. Que tu peor CRISIS no le interesa a nadie. Y que tus traumas no los podrás superar encerrándote en tus recuerdos. El llanto se tornó en una sonrisa. La primera sonrisa sincera que salió de sus labios.
Al volver a su casa, se encerró en la habitación de su hija, que estaba igual a cómo ella la dejó aquel fatídico día. Abrió el baúl que ella tenía junto a la cama. Y rebuscó entre sus cosas.
Encontró sus antiguos libros de texto del colegio - los de matemáticas pintarrajeados con GRÁFICOS -, algunos deberes y trabajos corregidos - con buenas notas -, pero sin duda lo que más ilusión le hizo encontrar fue aquella carta que leyó delante de sus compañeros y el resto de padres explicando porqué sus padres eran los mejores. Aquellas LETRAS le removieron algo. Volvió a llorar, pero ya no sentía rabia. Ella no querría que no fuera feliz y aquellas palabras le insuflaron ese aire que ya no tenía.
"Voy a vivir por ti. Es lo que hubieras querido"

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Burdel, Derrape, Esquí, Sangre y Sótano

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Gordon llegaba al BURDEL con cinco minutos de retraso respecto a la hora acordada. Cuando entró no había nadie. Ni siquiera las chicas que amenizaban las noches con sus bailes eróticos. Ante el riesgo de que aquella reunión fuera una emboscada, sacó su pistola y siguió caminando. Primero se dirigió a la barra. Despejado. Continuó por el pasillo hasta el almacén. Vacío. Su sentido de alarma se agudiza más aún. Una parte de él le dice que debe volver por donde ha venido, pero le hace caso a su otra parte, la que quiere que suba al piso de arriba.
Despacio sube las escaleras y una a una abre las puertas de todas las habitaciones. Son las que usan las chicas para sus encuentros. Cada una tiene la suya. Gordon solo había subido una vez - con esta son dos - a ese piso con una de las chicas. Con Sarina, de ascendencia rusa aunque nacida en Boston. Su habitación era la última que abrió y fue en la única en la que entró.
Todo estaba muy ordenado. Las sábanas de la cama, el tocador. Solo el cuadro con una mujer practicando ESQUÍ estaba algo torcido. Aquello le olía a chamusquina, pero siguió revisando todo el local buscando esa respuesta a porqué no había nadie ahí cuando era el lugar de la quedada.
Lo siguiente que hizo fue bajar al SÓTANO, que estaba oscuro. Sacó su móvil y activo la linterna. Allí encontró lo que buscaba. La prueba de que aquello era una trampa. Había SANGRE, pero la gran prueba era ese molesto "tic tac". No hacía falta ser muy listo. Era una bomba, aunque no la veía físicamente. Y estaba completamente convencido de que si la había construido no había forma de desactivarla. Así que actuó con lógica, salió corriendo sin mirar atrás.
Gordon se montó en su coche, dejando las marcas de su neumático tras un DERRAPE. Poco después la explosión. Se había librado por los pelos. Ahora la pregunta era otra. ¿Quién quería verle muerto?

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Barrera, Entrevista, Error, Lechuga y Nieve

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No debí hacer aquella ENTREVISTA - Se lamentaba Federico refiriéndose a la entrevista que dio hace unos años, en la que confesó el delito que lo llevó a prisión - Fue un ERROR - Concluyó.
Los allí presentes se sorprendieron que lo recordara teniendo en cuenta que jamás habló de ello. Uno de ellos, que estaba agitando una bola de NIEVE, se atrevió a preguntar.
- Creí que me iban a preguntar por mi carrera, por mi nuevo disco - Respondió a la pregunta - Pero el periodista me acorraló y lo admití todo.
A los quince minutos esas declaraciones se le volvieron en su contra. Perdió a su familia, patrocinadores, contratos... Y su carrera se estancó. Para colmo, al periodista, le halagaron por sacar a la luz "la doble vida de Fede Ríos"
- Al juicio llegué como culpable - Continuó - Y lo era, no lo niego, pero es allí dónde debía confesar o no lo que había hecho. No ante un periodista oportunista. Atravesé una BARRERA y no hubo vuelta atrás. Fue mucho más duro el juicio mediático
- Ese es el precio de la fama - Dijo una mujer, que comía un bocadillo de tortilla con dos hojas de LECHUGA - Tu fama es inmensa y todo lo que pasa a tu alrrededor se magnifica.
- Pues esa fama no me gusta - Respondió con esa mirada de querer asesinarla. Para él había dicho algo tan obvio que no era ni necesario comentarlo.
Federico bebió un trago de agua de su botella antes de recibir la última pregunta. Quizá, la pregunta que más esperaba.
- ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de quince años cuentas todo esto?
- Porque ya va siendo hora de contar mi verdad

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Derrota, Manguera, Musgo, Pizarra y Ron

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Tras la octava DERROTA consecutiva las caras eran un poema. Todo eran malas palabras, algunos ánimos poco convincentes y un deseo irracional de acabar cuanto antes la temporada.
Con ese ánimo, en la reunión entre el presidente y el técnico iban a saltar unas chispas que ni los bomberos podrían apagar, ni con la MANGUERA más potente existente.
- No puedo entender que después de quedar 5º y entrar en Europa la temporada pasada, estemos a peleando por no descender - Comenta al presidente apoyando las manos contra el escritorio y mirando fijamente al entrenador.
- ¿Me vas a despedir? - Preguntó el entrenador
- No - Se mostró contundente - Al menos por ahora. Ahora llega el derbi y si lo perdemos tendré que tomar medidas.
El entrenador sintió la espada sobre su cabeza. Su puesto tenía fecha de caducidad y una victoria en el derbi no le iba a dar tranquilidad, solo una semana más de sufrimiento. Él, que jamás se había visto en esas, que siempre había cumplido los contratos firmados, hubiera preferido que le dijeran "¡Estás despedido!" Para otros entrenadores el hecho de ser ratificados en el cargo podía ser una bomba de oxígeno, para él no, para él no era más que alargar una agonía, a no ser que los resultados cambiaran de golpe. Aún así no pensaba pasar la oportunidad de decirle al presidente lo que pensaba de su gestión.
- Esto es un equipo - Empezó diciendo - Y cuando la temporada pasada tuvimos el mayor éxito de este club todos tuvimos parte de culpa. Ahora que tenemos una mala racha también la tenemos que tener.
El presidente, que miraba por la ventana como entrenaban algunos equipos de la cantera, se dio la vuelta incrédulo
- ¿Qué quieres decirme? - Preguntó
- ¡Qué vendiste a nuestro jugador estrella y no trajiste a alguien de reemplazo. Y que tampoco trajiste al lateral izquierdo que pedí. Éramos débiles ahí, y lo seguimos siendo. ¡Estoy jugando con un lateral derecho por la izquierda! - Gritó con un tono de desesperación.
Empezó a llover, como si la escena no tuviera suficiente dramatismo. Un potente chaparrón que mojó todo en un corto espacio de tiempo.
- Hay jugadores que no han dado el nivel. Y eso no es culpa mía - Exclamó el presidente, que golpeó con fuerza el escritorio. Todo lo que había encima - especialmente un vaso que tenía un poco de RON - tembló.
- Sí, pero no has reforzado la plantilla con los jugadores que te pedí. El lateral izquierdo era prioritario. Y ahora tengo al único del plantel lesionado - Recriminó.
El presidente se largó y el entrenador se quedó en su despacho colocando los imanes en la PIZARRA.
"Confío en vosotros", se dijo. "Necesitamos que salga el sol. Ya hay suficiente MUSGO"

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Alarma, Culto, Manillar, Trío y Táctil

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- Jaime me ha ofrecido un TRÍO - Dice Virginia con la misma cara de sorpresa que tenía cuando se lo dijo.
- ¿En serio? ¿Jaime? - Pregunta Fátima con la misma incredulidad - Pero si es el tipo más soso que conozco.
- Dice que puede mantener la llama de nuestra relación - Explica Virginia.
- Alguna vez me has contando que en la cama no te da lo que necesitas, pero no entiendo ese cambio tan brusco de rumbo. No creo que sea porque por fin te ha escuchado.
Virginia se toma el botellín de cerveza con rapidez. Aún tiembla. Sigue en shock por la propuesta.
Jaime se había levantado pronto, tras la primera ALARMA, algo raro en él que siempre pone cinco o seis porque las va posponiendo.
Al salir de la ducha con la toalla atada a la cintura, Jaime lo lanzó.
- Oye, cariño - Comienza diciendo Jaime - He estado pensando. ¿Por qué no hablamos con a alguna amiga tuya y le proponemos un trío?
Virginia, que estaba aún con las legañas en los ojos, se gira como un resorte. Se había despertado de golpe.
- Sí, ya sabes - Continúa Jaime ante la falta de respuesta de su novia - 1, 2 y 3. Un trío
- Ya se lo que es un trío, bobo, pero esto no me lo puedes decir de sopetón. No puedes decirme esto como si me dijeras tengo que arreglar el MANILLAR de la bici - Responde indignada Virginia, que no puede digerir la propuesta.
- ¿Y por qué una amiga mía? ¿No tienes el suficiente valor para decírselo a una de las tuyas? ¿O a tu secretaria esa que se te insinúa casi todos los días?
- Cariño - Jaime no esperaba una reacción tan hostil - No te pongas así. Solo quería hacer algo especial por nuestro octavo aniversario.
- Tengo que pensarlo - Zanja Virginia que abandona la habitación sin pasar por la ducha.
Mientras desayuna, juega con la pantalla TÁCTIL de la tableta. Se mete en su correo, juega a algunos juegos y de repente se mete en el historial de búsqueda. Había recordado que Jaime había estado con ella recientemente. Había estado metido en muchas páginas de chicas "para cumplir todas tus fantasías".
- Lo del trío va en serio - Dice en voz alta algo inquieta porque esos perfiles tienen algunos días y se lo ha comunicado hoy, pero en todos dice buscar a chica para trío, lo cuál es un alivio para ella ya que no le estaba poniendo los cuernos.
Lo que seguía sin entender es por qué ahora, por qué, después de ocho años sin pasar del "misionero" quiere un trío. Entonces pensó en su prima, que era sexóloga, una mujer CULTA que en las reuniones familiares siempre hablaba de las bondades de los tríos. Era su único tema de conversación. "Seguro que ha sido ella quién le ha metido esto en la cabeza"
Un carraspeo de Fátima le devuelve a la realidad.
- Y tú... ¿Qué le has dicho? ¿Vas a aceptar?

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Niebla, Oveja, Sacrificio, Testículo, Xilófono

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Marina llegó a la escena del crimen bajo una NIEBLA densa. Apenas podía distinguir la luz de las linternas de sus compañeros. Superó el cordón policial
- ¿Qué tenemos? - Preguntó Marina
- Es un hombre de mediana edad - Dijo el forense, que estaba de rodillas junto al cuerpo - Parece que le dispararon al corazón, pero tiene bastante signos de tortura.
Marina amagó con vomitar cuando escuchaba al forense decir "signos de tortura", odiaba a esos psicópatas que hacían sufrir a otros por puro placer, pero aún no había visto lo peor. El hombre tenía los pantalones bajados y pudo ver que le faltaba un TESTÍCULO.
- ¿Sabemos quién es? - Preguntó una vez que se recompuso de lo que acaba de ver.
- Parece que se trata de Iván Tortosa - Dijo el detective Morán a su espalda - Trabajaba dando clase de XILÓFONO en la escuela...
- Ya sé quién es - Interrumpió Marina llena de rabia por dentro - Da clases a mi hijo. Voy a hablar con su mujer. Vosotros - Señaló a Morán, pero también se dirigió al otro detective - Seguid recabando pistas.
Marina se dirigió al coche apretando los puños, pero se frenó en seco junto a la altura de los faros
- Ah Morán - Anunció - No le cuentes al jefe que conozco a la víctima. Al menos por ahora.
Se metió en el coche y condujo hacia la casa del profesor de piano. Sabía que, a esas horas tan intempestivas, aún la mujer estaría despierta viendo algún programa de videntes que daban en la tele.
Marina aparcó junto a la puerta, que estaba abierta. No necesitó llamar. Caminó por el camino que le llevaba al porche. La luz que salía por la ventana era su única iluminación. Subió las escaleras y casi se tropieza con la OVEJA de piedra, la escultura favorita de su hijo. "Posiblemente ya no la vuelva a ver", dijo lamentándose mientras la recolocaba.
La mujer la recibió con un camisón fino a pesar del frío que hacía, estaba agarrada a un cojín. Se encontraba con los ojos húmedos como si ya supiera la muerte de su marido, pero no era por eso, porque cuando Marina se lo comunicó lloró desconsoladamente.
- Tengo que hacerte unas preguntas - Dijo Marina, al tiempo que le entregaba un pañuelo a la mujer de la víctima.
Ella solo pudo asentir con la cabeza. Así que las dos entraron en casa. La tele estaba encendida y se estaban emitiendo anuncios de casas de apuestas. Marina se sentó en el sofá y la mujer en su butaca.
Antes de empezar a preguntar recibió una llamada de Morán. La cogió disculpándose ante la mujer
- Creemos que estamos ante un asesino en serie - Dijo Morán al otro lado de la línea - Este asesinato parece estar relacionado con otros. Creemos que el asesino usa a las víctimas como un SACRIFICIO.
- Vale - Dijo ella - Mantenedme informada.

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Camino, Factura, Fractura, Maletín, Tacón

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Con mucho cuidado, Jorge se sienta en su butaca. Ha apoyado las muletas junto a la máquina tragaperras. Pide la consumición al camarero, mientras le escribe a su amigo. "En CAMINO", recibe de respuesta.
Con el zumo de naranja en su mano ve pasar a mucha gente. Le gustaba imaginarse a qué lugares irían todas esas personas y así, de paso, vería llegar a su amigo. A quién no esperaba era a Alicia, su antigua novia de juventud, que la había dejado por su hermano y aún no se lo había perdonado. Ni a él, ni a ella.
Él no pensaba dirigirle la palabra, pero ella se acercó. Quizá movida por el morbo de la escayola.
- ¿Qué te ha pasado? - Pregunta con preocupación
- Tengo una FRACTURA en el tobillo - Dijo con muy pocas ganas. Deseaba que después de su saciada curiosidad se largara, pero ella se sentó
- Han pasado 10 años - Dijo, mientras llamaba la atención al camarero - Y no hay día que no me arrepienta de lo que pasó.
- Es un poco tarde ¿no crees? - Respondió él visiblemente molesto. Él buscaba con la mirada la llegada de su amigo, pero se estaba retrasando "convenientemente" - Me alegro de verte, de verdad, pero sigues siendo ese cuchillo clavado en mi espada. Supongo que ya te habrás casado y tendrás dos hijos. Y yo solo tengo esta maldita lesión.
Ella se quedó en silencio. No esperaba esa reacción tan arisca. Él siempre había sido un tipo alegre y siempre ponía buena cara a los problemas. Aquella situación le había dolido de verdad
- Ya no salgo con tu hermano - Dijo ella. Bajó la mirada hacia la mesa. Allí descansaba el MALETÍN que Alicia traía consigo
Jorge cambió el semblante. A pesar del daño, no le deseaba ningún mal, pero tampoco dijo nada. Se quedó en silencio esperando que Alicia le contara la historia de cómo lo dejaron, pero nada. No hubo historia, ni detalles. Solo un silencio incómodo que rompió la propia Alicia cuando miró, furtivamente su móvil.
- Se me está haciendo un poco tarde - Dijo levantándose - Tengo que pagar algunas FACTURAS y los TACONES me están matando

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Dinero, Espantapájaros, Mordisco, Sábana, Uva

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Juliett nunca había corrido tanto en su vida. Ni siquiera cuando tenía la costumbre de correr varios maratones. Así que cuando dejó de correr apenas podía mantenerse en pie. Se apoyó junto a un ESPANTAPÁJAROS a recuperar el resuello. Y siguió. No tenía tiempo que perder. Su posición estaba al descubierto.
Aquellos sicarios ya sabía que la tal Mary Roshdile, la amable mujer que regentaba la tienda de libros de la ciudad, era, en realidad era Juliett Perkins, una espía que se había cargado a todo un escuadrón del llamado "Clan de los besugos". Ahora, ellos buscaban venganza.
Era un día más en la vida de Juliett bajo su alias. Abrió su tienda a eso de las diez, justo después de pasar por la cafetería de Rose, dónde pidió un bocadillo de panceta y queso. Media hora después, cuando le pegaba el primer MORDISCO al bocadillo un hombre de aspecto rudo, con tatuajes por todo el cuerpo y vestido completamente de negro entraba en la tienda. Podría ser un cliente más, pero Juliett empezó a sospechar cuando un segundo tipo de las mismas características entró. No pensó en otras posibilidades, simplemente empezó a correr. Sin mirar atrás. Los sicarios la perseguían.
Consiguió llegar a su casa. Abrió la puerta del garaje, y se metió rodando cual Indiana Jones. Enfrente del garaje estaba su almacén secreto de armas. Metió el código y aquella puerta se abrió dejando al descubierto su espectacular colección armamentística. Cogió dos pistolas, un rifle de asaltos y cinco granadas. Y de la caja fuerte sacó un montón de DINERO, diez fajos de billetes que hacían un total de 50000$
- Ya está todo - Dijo, mostrándose alerta.
Aún quedaba coger su investigación. No pensaba dejar su misión a pesar de haber sido descubierta y encontrarse en peligro. La guardaba bajo las SÁBANAS.
Con todo en su poder, se asomó a la ventana. Uno de los sicarios ya estaba en las inmediaciones. "El otro no andará lejos", pensó antes de decidir qué hacer. Y lo que decidió fue subir al tejado y dejarse caer hasta las vides que ya empezaban a dar UVAS. "Por ahí será más fácil escapar", dijo confiando que solo fueran dos los sicarios que habían venido a por ella

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Conversación, Código, Insulto, Piña, Solitario

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Las mesas de póker estaban vacías. Solo estaban ellos dos. Uno frente al otro. Uno, John "Tigre" Jennkins tiene las manos apoyadas en la mesa. Otro, Elijah, un tipo especialmente peligroso, solo tenía una mano apoyada en la mesa. La otra la tiene en el bolsillo
- ¿Para qué has llamado? - Se impacienta John
Elijah saca un papel del bolsillo y lo arrastra por el tapete. John lo coge y lo lee a hurtadillas, como si de una mano de póker se tratara.
- Ese es el CÓDIGO de una caja fuerte que contiene mil millones de dólares en diamantes - Dice Elijah - Quiero que los robes para mí.
- Pero si ya tienes esto en tu poder... ¿Por qué no los robas tú? - Se extraña John, que hace ademán de levantarse, pero se mantiene sentado
- Porque yo nunca me mancho las manos, chaval - Dice Elijah con superioridad moral - Además tengo una motivación extra para ti.
Saca su móvil y marca un número. Se pone el aparato en la oreja. "Haz tu magia", dice. Poco después recibe un mensaje. El móvil está colocado justo en el centro de la mesa. Elijah lo desbloquea y John puede ver lo que pasa. Su hija, agarrada a su peluche y con una pistola pasando por su cara. John se mosquea.
- Eres un cabrón - John, se levanta y señala a su interlocutor.
- Si no robas esos diamantes, simplemente ella... - Elijah hace el gesto de una pistola con sus dedos - Se acabó la CONVERSACIÓN.
Elijah se levanta y se larga de allí. John está paralizado y lleno de rabia. Solo consigue proferir INSULTOS en la distancia.
Elijah se da la vuelta.
- Tienes setenta y dos horas - Dice, desapareciendo, al tiempo en que las luces del casino se apagan.
John solo puede pensar en su hija. Tiene que hacerlo, no le queda otra. Pero si sale mal sería él y no Elijah quién acabaría en prisión.
Sale del casino y entra en su coche. Su chófer y guardaespaldas espera apoyado en el vehículo.
- ¿Qué ha pasado? - Pregunta.
John no quiere responder. Directamente entra en el coche. Saca su móvil. Y llama a Peter, el tipo más SOLITARIO que conoce, pero el único en quién puede confiar.
- Hola Peter. Estoy en un lío y necesito tu ayuda. Quedamos en "Flamingo". Te invito a una PIÑA colada.

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Éxito, Huella, Leche, Pensión y Sombra

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Miguel desayunaba su clásico vaso de LECHE con sus dos galletas con mantequilla mientras veía las noticias. No era muy de ver los informativos, pero aquella mañana quería saber si su hermano, ciclista profesional, había tenido el ÉXITO que buscaba en su primera participación en una de las pruebas más duras del panorama ciclista.
Tras varios sucesos horribles, casos de corrupción y alguna noticia buena, llegaron los deportes. Miguel puso más interés a la tele en ese momento, con el vaso de leche casi vacío y la mitad de la última galleta reposando en el plato.
La periodista, embutida en un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas, se paseaba delante del videowall que mostraba imágenes de los dos mejores equipos españoles que habían ganado sus partidos en la liga.
Finalmente, llegó la noticia que Miguel esperaba, pero no eran buenas. Un holandés había vencido la prueba, y el mejor español no era su hermano. Le había visto fugazmente en las imágenes. Reconocería ese casco en cualquier parte.
- Tendrá que intentarlo otra vez - Se dijo a sí mismo al mismo tiempo que recibía una llamada de un número desconocido.
La respondió una vez que superó su extrañeza.
- ¿Miguel? - Preguntó la voz al otro lado - ¿Eres tú?
- Sí, soy yo - Respondió - ¿Tú quién eres?
- Soy Ernesto, tú hermano.
Miguel no había reconocido esa voz. Se estaba golpeando la cabeza por ello cuando Ernesto empezó a contar su relato.
- No sé dónde estoy - Dijo para comenzar - Estoy en una especie de PENSIÓN, pero nada más. Debí desvanecerme durante la carrera. No sé cómo he llegado hasta aquí
Miguel estaba en silencio, atónito
- No recuerdo nada - Continuó - Iba bien colocado. Era el décimo, o el undécimo. Seguía la HUELLA de uno de los favoritos como me había dicho mi entrenador. "Tienes que ser su SOMBRA", me dijo - Ernesto imitaba la voz del entrenador. - Y de repente me despierto aquí.
- Pero... ¿Estás bien? - Preguntó Miguel
- Sí - Dijo él - Me están cuidando bien. Solo necesito que vengas a buscarme.

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Altavoz, Anuncio, Fuego, Grito y Pradera

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Por el ALTAVOZ van sondando, aleatoriamente, las canciones favoritas de Andrea. Ella, mientras, se está dando una ducha. El agua moja todas las partes de su cuerpo. Ha quedado con Carlos, un chico que ha conocido días atrás y que ha conseguido romper su negativa a las citas. "Siempre me salen mal", responde cuando le preguntan ante eso.
Cuando la playlist se interrumpió por unos ANUNCIOS de algunos festivales, Andrea se llenaba el pelo de champú. Cuando la música volvió, ella volvía a estar bajo el agua, pero más nerviosa. Su primera cita en años.
Al salir de la ducha, miró su móvil. Ni un mensaje del tal Carlos. La última notificación era de esta mañana a las doce del mediodía cuando decía que pasaría a recogerla. Que no hubiera nuevas notificaciones era buena señal. Al menos eso quería creer.
Se vistió entre miradas furtivas al móvil. Estaba nerviosa. No recordaba estar más nerviosa en su vida. Ni cuando tuvo el examen para acceder a la universidad. Recordaba aquel GRITO de alivio que lanzó al acabar. Y ese era otro motivo por el que no le gustaban las citas. Se ponía tan nerviosa que se ponía a pensar qué iba a salir mal. A veces eran cosas improbables, pero siempre se ponía en lo peor.
No iba a ser menos esa noche. Empezó a enumerar todas las posibilidades de que saliera mal. Desde que Carlos no apareciera, a que el restaurante se prendiera FUEGO. Y así se ponía aún más nerviosa. Porque la hora de quedada ya se había sobrepasado por cinco minutos. "Sabía que iba a salir mal", se dijo. "Ya me ha dejado tirada"
Pero nada más lejos. El claxon del coche sonó y Andrea se levantó como un resorte. Carlos esperaba con un descapotable y él estaba elegantemente vestido. Ella se quedó mirando fijamente. Lo mismo que él
- Estás preciosa - Dijo
Ella no respondió. Andrea vivía en ese lugar en el que se autoboicoteaba, aunque poco a poco se estaba dando la oportunidad de disfrutar.
- He reservado en el restaurante "La Esquina" a las 22:00 - Dijo - ¿Quieres dar antes un paseo por la PRADERA?

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Agua, Cadera, Diadema, Disfraz, y Orificio

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A Águeda no le apetecía nada ir con su familia, pero debía estar allí. Levantarse de la cama y ver la lluvia golpeando contra el cristal le daba pereza. La misma pereza que le daba ir hasta el baño, meterse en la ducha y dejar que el AGUA le cayera por todo su cuerpo, pero allí estaba ella mojada porque "no puedes faltar"
Así que se vistió. Con desgana, pero se vistió. Eligió para la ocasión unos vaqueros y una camiseta negra con el dibujo de un corazón roto. Una metáfora de lo que sentía. Completó su atuendo con una DIADEMA en el pelo. Un pelo que se peinó sin mucho esmero, pero lo suficiente para disimular su desgana.
Se puso el abrigo con aquel ORIFICIO en el bolsillo. "Debí haberlo llevado a coser", dijo ella mientras cogía las llaves y el móvil. Resopló antes de salir de casa. "Con lo bien que se estaba en casa"
Esa última frase se la iba repitiendo mientras caminaba bajo la intensa lluvia, acompañada por un fuerte viento. Pensó en darse la vuelta varias veces, pero no era una mujer de incumplir las promesas. Y se lo había prometido a su madre.
Después de recorrer los dos kilómetros de distancia, sin haber sacado las manos de los bolsillos ni para limpiarse las gafas empapadas, y a escasos quinientos metros del lugar de destino, una ráfaga de viento inesperada estuvo a punto de tirarla al suelo. Frenó con la CADERA en el cristal. Cuando recobró la vertical, se dio cuenta de lo que pasaba. Reconoció a su madre, a pesar de aquel DISFRAZ de dinosaurio que llevaba puesto.
- ¡Sorpresa! - Gritaron todos al unísono. A Águeda se le escapó la primera sonrisa del día. Ahora lo entendía todo.
Águeda estaba feliz, ahora sí, aunque solo le faltaba una cosa. Estar disfrazada como el resto de los invitados

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Alumno, Cámara, Décimo, Munición, Ombligo

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A pesar de haber quedado DÉCIMO en la prueba, Brandon fue la persona más feliz. No le importaba haber quedado a más de diez minutos del vencedor, el gran favorito, ni que se hubiera descolgado muy pronto del grupo de cabeza. Brandon era feliz porque solo dos años antes pudo haberse quedado en silla de ruedas por un accidente de moto.
Aquella carrera fue la primera profesional que disputó. Algo que los médicos veían inviable. "No volverás a correr", le dijo el más optimista.
Brandon no recuerda mucho del accidente. Recuerda el día lluvioso, recuerda su chupa favorita de cuero, el cruce, el giro a la derecha...
Lo siguiente que recuerda es despertar en el hospital, con su hermana y su pareja, con una CÁMARA en el cuello.
Las graves lesiones eran evidentes, pero Brandon no se dio por vencido. Tuvo que aprender de nuevo a caminar, como un ALUMNO que aprende por primera vez los números.
Y así llegó a aquella carrera. No tenía grandes esperanzas, solo quería acabar. Sufrió en los primeros kilómetros, pero se vio delante, lo que era MUNICIÓN para su motivación. Finalmente quedó en la décima posición, superando todas las expectativas.
En la meta se abrazó efusivamente a su pareja, quién trabajaba para el periódico local, y quería una foto del nuevo héroe. El héroe que no se rindió a pesar de tenerlo todo en contra.
- Y ahora... ¿Qué vas a hacer? - Le preguntó su pareja.
- Ahora - Hizo una pausa para beber agua - Tatuarme la fecha de hoy junto al OMBLIGO.

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Alcohol, Andamio, Catálogo, Dardo, Farola

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Jaime volvía a su casa borracho como una cuba. Iba haciendo zig-zag. Su amigo Enrique le había dicho que se fuera, que ya se había bebido más ALCOHOL del que podía procesar. Él, que en un principio se negó, acabó accediendo. Cuando se puso a besar a aquella FAROLA como si fuera Jenni, la mujer por la que bebía los vientos, creyó que era momento de irse, pero aún le quedaba otro obstáculo, volver a casa.
Y no fue fácil. Al llegar al primer parque que atravesó ya había amagado dos veces con irse al suelo. Quizá la suerte, o su habilidad para caminar borracho le mantenían de pie. Dentro del mismo tuvo que parar un par de veces para dejar de ver el mundo girando. Se movía tanto en el banco que parecía estar posando para un CATÁLOGO de moda.
Aún le quedaba la parte más difícil. Su calle. Están haciendo obras y hay que atravesar un ANDAMIO. Él, mientras cantaba el himno de Francia a pleno pulmón, dudaba si pasarlo por debajo, o por fuera, esquivando a otros borrachos como él. Lo pasó por debajo, pero chocó con uno de las vigas de soporte y este se tambaleó.
Subió las escaleras. Y llegó a su piso. A duras penas consiguió introducir la llave, pero se chocó con la panza de su padre, con cara de pocos amigos.
- Menuda puntería - Dijo con mucha dificultad - He lanzado un DARDO y he hecho diana.

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Batería, Burbuja, Esquina, Manifestación y Pregunta

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Jazmin odiaba las MANIFESTACIONES. Siempre se producían bajo su calle, lo cuál le estresaba. Las odiaba porque siempre había algún gracioso que le parecía divertido mear en su portal como un perro marcando su territorio.
Aunque sobre todo las odiaba por lo que le pasó años atrás en una de ellas.
Era Julio, un martes para ser más exactos. Ella volvía de trabajar, cuando al doblar la ESQUINA se topó con una de ellas. La primera fila sujetaba una pancarta que ocupaba todo el ancho de la carretera. Estaban manifestándose en contra de la nueva ley que preparaba el gobierno sobre el sistema sanitario. A ella ni le va ni le venía, pero decidió unirse. Siempre se preguntó qué le movió a meterse, pero nunca tenía una respuesta a esa PREGUNTA.
Los manifestantes gritaban proclamas que Jazmín no entendía, pero aplaudía intentando incluirse en las protestas. Y por un momento lo consiguió, pero entonces algo pasó. Escuchó unos gritos a su espalda. y sintió un golpe. Se dolía en el suelo, llorando y buscando su móvil para llamar alguien, con la mala suerte de que estaba sin BATERÍA.
Se puso de pie con intención de seguir. Sin darle mucha importancia a lo sucedido, pero entonces se topó de frente con su problema. Se encontró cara a cara con Martín, su ex novio. El ex novio por el que había huido de Francia.
- ¿Cómo me has encontrado? - Preguntó ella extrañada
- Han pasado cinco años - Dijo él excusándose - No he venido a buscarte
- Y yo me lo creo - Jazmin comentó desafiante - Si así fuera, no me habrías golpeado.
Jazmin se sentía acorralada entre los demás manifestantes. Su cara mostraba el pavor que ese hombre le provocaba. Sentía la necesidad de huir. Como lo hizo en Francia.
Después de un acuerdo que salió mal, Martín llego a casa apestando a alcohol. Ella, como todas las noches, le esperaba con un beso en los labios y un "¿Qué tal el día, cariño?", pero él no estaba de humor para formalidades. La apartó de un empujón que hizo que Jazmin resbalara por el suelo. Se acercó a ella con ánimo de golpearla, pero a en el último momento se frenó.
- Voy a tomarme un baño con BURBUJAS - Dijo - Quiero la cena, después
Pero Jazmin, jamás le haría esa cena. Ya había visto suficiente

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Language: English