∆•▿~◭▿◭Jason Sebástian Luna✿~

Para algunas cosas si es demasiado tarde - PT 2

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La vida los ha llevado a lugares diferentes con personas desiguales. Se echan de menos, se necesitan con una intensidad que rompe los números de la física. Sus pensamientos se chocan y se entrelazan nuevamente, saben que ahora se convirtieron en el fruto prohibido, no pueden hacer nada, excepto romperle el corazón a quienes están allí. Y prefieren seguir con una mentira. Sin saber que es una bomba que va creciendo con el tiempo.

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Te dan la mejor noticia de tu vida: estás embarazada.

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Tienes hijos, los miras como aquel ciego que vio por primera vez. Sonríes y ahora se han convertido en el sentido de tu vida, juegas todo el día con ellos, haces las tareas por las noches, les cantas una canción de cuna antes de dormirse, rezas porque sean felices en esta vida. Y ahora estás dispuesta a dar la vida por alguno de ellos.

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Crecen, llegan a la universidad y se gradúan. Te mencionan en las palabras de agradecimiento y se te hace inevitable no llorar porque se han realizado como profesionales. Te sientes orgullosa de ellos, tus ojos te brillan y las arrugas salen. Tu pelo ahora es blanco ceniza.

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Se van casando, uno por uno.

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Finalmente se casa el último, lloras de felicidad, porque tus hijos están gozando a plenitud de la vida y se han realizado como personas. Lo que siempre deseaste para ellos: lo mejor de este mundo.

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Pasa el tiempo, mucho tiempo. Sigues allí, quieta, sin mover ni siquiera los labios, porque sabes que si dices algo, terminarás por romperte el corazón.

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No aguantas más, rompes el silencio.
El divorcio está en trámite.
Legalmente divorciados.
Lo buscas por toda la ciudad, te dan la dirección de uno de sus hijos.
Te da malas noticias: ha muerto.
Vas al cementerio, le llevas rosas rojas -como él solía llevarte-.
Le hablas y le dices cuánto lo amas.
Das el último suspiro antes de irte.

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Para algunas cosas si es demasiado tarde - PT 1

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Pareciera que no tuvieses una historia que contar a los demás y entonces parece que la única salida que encuentras es saltar al mar y dejar que te lleve a cualquier isla desierta, esperando que nadie te encuentre, porque te sientes un poco cansada: cansada de la mayor parte de las cosas y de la mayoría de gente, porque, a día de hoy, el sol ha salido para todos, pero no llega a calentar tu hogar.O al menos así le llamas al bucle de emociones repentinas y deseos fugaces.

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Sales, caminas un poco por esos lugares donde un día fuiste feliz, sin importar si en un futuro lamentarías no tener cerca a la persona que estuvo allí. Respiras, inhalas nostalgia, entonces el recuerdo se apodera de ti y comienzas a llorarle. Te lamentas por no haber hecho nada para detenerlo cuando un día te dijo que no sabía cuál era su norte, y no hiciste nada porque creíste que lo perderías más; porque ni siquiera tú sabías encontrarte en el mapa que tienes. Aún no le encuentras un significado a las emociones momentáneas y a los sentimientos inestables.

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Levantas la frente, ves a las estrellas y pareciera que desde que se fue, han perdido el brillo tan peculiar que las caracterizaba cuando las observabas cuando todavía creías en ti; cuando todavía tenías esperanza de tener una historia digna que contar a tus hijos y señalarles quién fue el amor de tu vida.

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Conoces a otra persona con la que te sientes bien, se ve buena gente: entonces comienzan a salir y a mandarse mensajes de texto. Comienzan a dedicarse canciones y a recitarse poemas. Van al cine y ven una película con una trama no tan buena, pero con buenos actores.

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Pasan los días, las semanas, los meses, incluso los años. Llegas a conocer del todo a esa persona y te pide matrimonio. Aceptas con lágrimas en los ojos, aunque no sabe que esas lágrimas no son por emoción, sino por resignación a la persona con la que un día planeaste un futuro.

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Llega el día de tu boda, caminas al altar con una sonrisa disfrazada de tanta soledad; se escucha un estremecedor "sí" al "aceptas amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe". Todos se levantan, aplauden y se produce un eco en la iglesia.

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Te duermes todas las noches junto a alguien tan diferente al que soñaste desde pequeña; él duerme, pero tú sufres de insomnio, porque tu vida no es la que planificaste. Una lágrima cae y moja la almohada. Sueñas despierta. Duermes y tus sueños son tristes. Lo echas de menos, lo amas con locura a pesar del tiempo, todavía sigues emocionándote con la idea de que algún día puedas encontrarlo de nuevo. Te sientes culpable, no quieres hacerle daño a la persona con la que duermes cada noche, porque tus pensamientos vuelan lejos de ese lugar, muy lejos: tratando de encontrar de una razón para seguir en el camino, para no caer en el mismo tormento.

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En serio, chicos. Busquen hasta por debajo de las piedras lo que realmente aman, no dejen que otro más sensato venga a quitarles lo que desde un principio está destinado para ser de ustedes. Porque suele pasar, lo que quieres quizás no tenga fecha de vencimiento, pero sí está a la disposición de todos. Cualquiera puede venir y tomarlo. Y es ahí donde tienen que actuar lo más pronto posible, para que no se te sean arrebatados. Un día, un amigo me dijo que ya estaba un poco cansado de ir detrás de sus sueños, porque parecía que todas las puertas se le cerraban automáticamente en la cara. Y yo le dije que si las puertas se le cerraban, tenía que aprender técnicas para abrirlas. Y si de tus sueños se trata, no existen excusas para no realizarlos, porque al final de día los sueños son sólo eso: sueños. Nada más. Pero qué bonito cuando se van haciendo realidad. ¿No crees que es una bonita forma de que la vida nos demuestre que todo el sacrificio ha valido la pena? Ha valido todas las noches de insomnio, todas las caídas, todos los golpes en la cara cuando se te cerraban las puertas, todos los tropiezos que sufriste para llegar. Hay gente que todavía no sabe que los grandes sueños son los que llevan más tiempo en cocinarse, pero que llega el día donde dices “Valió la pena” y no cae solamente una lágrima, sino también gotas de sudor, porque luchaste y perseveraste hasta el final. En serio, yo sólo quería decirles eso: que luchen y que perseveren, y que no importa cuán pesadas sean las palabras de los demás, que no te hagan caer de lo alto que estás, porque mientras ellas critican, tú realizas. Esa es la gran diferencia. ¡Ánimo! Y no te rindas.

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