Liberty Wolf

Tengo el alma afónica de tanto grito silencioso, las manos sobrias de lo que podía haber sentido y los ojos ebrios de tanto anhelarte.

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Tengo el reloj desgastado por dentro y las heridas más grandes cosidas con hilo azul para que dejen una cicatriz eterna y así recuerde que siempre estuvieron ahí para hacerme más fuerte.

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Tengo imaginación que brota en lo mas interno de mi mente y que se niega a salir de su refugio además de un corazón intenso que hace el intento de no parar su latir.

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Estoy aquí escribiendo unas letras que buscan la salida correcta pero que no encuentran la frase concreta que las deje cruzar la puerta y pasar a otro nivel.

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Estoy aquí flotando ante la nada, con lo invisible llenándome las ojeras de sonrisas y las risas de lágrimas...

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Esperando mi rosa blanca, para poder teñirla con el rojo de mi sangre y que así tenga ese color tan profundo que tanto me gusta.

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He explotado.
He explotado en palabras como tú me dijiste. Esto parece un caos, un volcán que estalla dejando todo recubierto de cenizas a su paso.
He explotado.
Y no sabes como duele en esta noche de Julio bajo las sábanas de flores y el ventilador encendido al máximo para que pueda respirar.
Puedo sentir la agonía deslizándose por mis muslos, gritándome que no se quiere ir, que quedan preguntas e inseguridades a las que responder.
He estallado con palabras porque es lo único que sé hacer bien o por lo menos eso creo porque ya ni siquiera me fío de ello.
Porque no sabes lo que duele ver que el filo de la vida te acompañe a cada paso queriendo apuñalarte por la espalda sin que te des cuenta, para que duela más.
Porque no sabes como se resquebraja lo que soy y lo que he sido cada vez que miro hacia delante, solo quiero gritar, pero a la mayoría de la gente no les gusta el ruido en plenas vacaciones de verano.
No puedes imaginarte ni por un solo segundo lo que es sentir que solo vives por vivir, que no puedes olvidar.
Ver que todo aquello en lo que creías se ha roto y te ha cortado de paso.
Ver que todos siguen su camino sin mirar atrás mientras tú te quedas en las mismas preguntas, en lo que pudo y lo que hubiera podido ser.
Sentir que dudas demasiado, que ya no puedes dormir por las noches queriendo tapar ese vacío nocturno con la radio en tus oídos.
Porque ya no sé que hacer para dejar de creer que todo lo que me rodea es tóxico, tan tóxico y adictivo que duele.
Y aún así sigo clavándome la aguja en la misma herida cada vez que me cruzo de piernas en cualquier banco con los auriculares martirizandome una y otra vez, sin poder escribir.
Maldita sea, si pudiera ser yo hace unos años. Joder, si no fuera yo, ¿cómo sería mi vida?

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"Deja que ese sentimiento te inunde el alma como cuando la lluvia los cristales empaña, respira hondo mientras te hundes en la miseria de lo que sientes, pero vívelo, ahora y no después, antes de que den las doce o las diez en el reloj de cuco. Hola buenos días, soy la sombra de lo que fui y aquí me tienes, más brillante que nunca a pesar de la oscuridad de mi pasado. Buenas tardes, hace mucho que no pasabas por mi mente querida niña, ¿cómo te ha ido sin inocencia? Pequeña ingenua, ¿qué haces creyendo en los cuentos que el abuelo te cuenta? Buenas noches querido futuro, ¿qué me espera al otro lado de la puerta blanca? pareces inalcanzable aunque aparezcas en menos de un segundo todos los minutos de mis días. Vive itensamente me susurró al oído un halo de energía invisible. Vive, vive, vive..."
Da igual si el tiempo se te escapa de las manos, es simplemente la sensación que te da respirar.

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Era una mañana de invierno, una mañana cualquiera con gente cualquiera y libros en la estantería.
La luz se filtró tras la persiana rota del cuarto de al lado despertándola de un profundo sueño del cual no se acordaba. Amy se levantó de la silla en la que se había quedado dormida la noche anterior, se acarició sus pelirrojos mechones y pisó el suelo de hormigón, se tambaleó un segundo al sentir el frío que se colaba por sus calcetines y después siguió caminando de puntillas.
La bolsa negra se encontraba en el salón con unos cuatro o cinco kilos de cocaína en su interior. Ella no tenía nada que ver, ella no quería tener que ver con nada.

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Las asas de aquella bolsa estaban algo desgastadas, supuso que estarían así por el largo viaje que habría recorrido hasta su casa, se preguntó cuantas personas habrían sujetado aquel saco sin saber que escondía tras la cremallera, se preguntó si era hora de parar.

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Por ese pasillo que llevaba hacia su salón habían pasado cincuenta y cinco sacos en un año, en un piso de alquiler en el cual solo podía tomar la mitad de las decisiones e incluso menos. Y esconder o destruir aquella droga, le podría costar la vida, tampoco tenía a donde ir y esa bolsa negra de una sola cremallera a punto de reventar era su perdición pero a la vez podía salvarla la vida.

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Ella se preguntaba si era necesario tener que ensuciarse las manos para vivir.
Y se dio cuenta de que no era así.

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Así qué, con el corazón a punto de reventarla en el pecho y sin oír a su compañero de piso que se acercaba sigilosamente, arrojó la droga por la ventana, que cayó sobre un pozo sin fondo.
Richard, resopló con furia mientras la observaba apretando los puños sobre su cabeza, dejó al descubierto un arma de calibre 8 y gritando a Amy disparó contra ella, ensuciando el hormigón de polvora, ensuciando su vida para siempre.

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Ella con ojos de espanto se quedó apoyada en la varandilla con el cuerpo medio fuera del balcón.
Su compañero la miró con ira y la empujó con cara de desdicha.

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Y Amy, al caer en aquel pozo, antes de desnucarse, se dio cuenta de que ella había construído su propio fondo y que el mal cada día para las personas tiene más sentido y predominaba más que ese bien que ella hacía mucho que no encontraba, ese bien que ya jamás encontraría.

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