Ella (Zarza Alejandra)

Veo complicidad, cimentada sobre el engaño. Veo la independencia blandiendo el carrete de un hilo. Un abrecartas en la mesilla de un cuarto alquilado que podría ser un puñal o la herramienta con la que desgajar una fruta madura. Atisbo una apuesta que nadie hace. El caer sobre el contrario a golpe de necesidad. Algo que se rompe. Un viaje eterno sin salir de una misma ciudad. Unos compases, y unas piernas bailando con ellos. Una rendición que oscila entre la comodidad y la conveniencia. Dos gatos en la intimidad ajena interrogados por los ratones. Manchas en la ropa que no se lavan. Un huir por la puerta de atrás. El arrebato de una confesión que llega tarde. Y la piel desnuda del insomnio compartido en una copa.

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Veo el juego. De ellos. Nuestro. O solo mío.

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Vaya respiro que aún nos quede el inventar.

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Le gusta esa libertad en las ruedas. El tintineo de un móvil fabricado con plumas de arrendajo. La aptitud al volante agita algunas cosas dentro de los cajones. Lapiceros, rotuladores.
Calcular distancias puede costar. Caminar siempre se le ha dado mejor. Pero aquello suponía un techo. Y un colchón.

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Lo mejor eran las paradas. Al borde de los cañones. En bosques de secuoyas y eucaliptos.
Abría las ventanillas. Dejaba entrar el olor a resina. Abría la puerta. Dejaba salir las piernas. Colgaban del escalón.
El pelo grasiento y enredado, tras días sin lavar. Las trenzas transformadas en un amasijo de lana. Todo nudos y desastre.

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El animal salía también. Las patas hundidas en el barro, regresando al útero. Por algo se llamaba Tierra. Y eso que no le gustaban los perros. Eran ruidosos, dependientes y sucios. Tierra, en cambio, tenía más de coyote. De entidad transversal al espacio.
Silbaba para dentro en vez de ladrar. Desaparecía de repente para regresar de la caza de alimañas que transportaba entre sus colmillos. Y hablaba de una compañía cercana a la persuasión. Vino un día a ella, sin más.

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A veces en su cola refulgían pequeñas gemas. Estrellas como reminiscencias perecidas en aquellos bosques. Luciérnagas fantasmagóricas que ella corría, los dedos torpes hilvanados en rojo por el frío y la humedad, a encerrar a trazos en su cuaderno de dibujo.
Otras veces abocetaba los enjambres de abejas que se apelotonaban en el parabrisas. Danzando símbolos totémicos en sus patas. Escupiendo cadáveres de insectos más grandes que ellas.
O los cimientos de la geometría más antigua que hallaba en el ocaso de un fragmento de corteza o en las vetas de la piedra sesgada por un rayo.

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El refugio se rompía solo por alguna llamada.
Como la de aquella pareja encargada de encarnar la buena cristiandad, que había visto pagada su confianza por la moneda del hurto y la ingratitud.
Bloqueaba el número.
O la de aquel chico que forzaba la coincidencia en los últimos baluartes reinantes a lo largo de la carretera.
O la de los ecos, amarres, dedos lejanos intentando recuperarla.
Cuando resultaba insistente y el chirrido tecnológico rasgaba sus esquemas, lo desterraba al primer cubo de deshechos que encontraba. Y vuelta a empezar.

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No buscar era no dejarse encontrar. Con eso bastaba.

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[Nunca me ha gustado mucho el escribir yo sola, así en plan historia hilada, coherente y larga. Por apetencia propia soy más de textos cortos. Así que el escribir sobre un solo personaje, como tal, tampoco es algo que tenga en mente o me apeteciese. Lo guay del rol es precisamente lo que aporta el rol. El hacerlo entre varios, improvisar y que no esté del todo en tu mano lo que va a pasar.
El problema también es que dentro del tiempo libre me gustaría hacer mil cosas diferentes. Pero si lo tuviese al 100%, sin ninguna otra preocupación, y tuviese papel y un boli para solo escribir como método de distracción, creo que haría eso. Textos y relatos cortos. Escenas. Circunstancias varias, con nexo de unión o sin él. Y con múltiples interpretaciones.

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Si fuese obligatoriamente destinado al rol sigo con la cosa de que me encantaría un personaje ambientado en el género Western. Engancharme como antaño, con varias personas, a algo de esta temática.

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Y en realidad lo que sí me apetece y no sé si se le puede llamar por completo escritura es hacer un comic, uniendo esta idea de textos pero con un hilo en común. Algo onírico, visual, poético, interpretable a piezas, un poco también relacionado con una variante del mundo western y que igual sí que tendría una figura protagonista. Pero vamos, llevo esto rondando por dentro desde hace más de tres años, a raíz de una ilustración y un texto que hice, pero ni tiempo, ni perfilado el asunto ni nada. Y tampoco es que me sienta últimamente muy dadivosa y desbordante en esto de ideas e imaginación, siendo sincera. ]

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[¿Quién ha dicho que vaya a volver? No me he pronunciado al respecto. Simplemente me he pasado por aquí, que aún lo hago a veces, y he contestado un par de conversaciones rápidas por VK. Pero eso no significa nada.
Le tengo ganas a Zarza, pero es que casi nunca tengo tiempo para esto. El poquísimo tiempo libre que tengo prefiero emplearlo en hacer ejercicio, leer, ver una película o una serie, crear contenido para redes/plataformas de pago o avanzar en mis propios proyectos.
Bien es cierto que, creo, de ahora al 5 de enero voy a tener algo más de calma y tiempo y quiero ir "roleando" un poco, aunque sea a nivel conversación entre personajes, pero nunca digas nunca y, a parte, es tal la cantidad de cosas que quiero hacer y tengo apuntadas en la lista de “para cuando haya tiempo” que me colapso y al final en 20 días no me va a dar tiempo ni a la mitad, que me conozco.
Así que lo siento mucho pero no creo que Zarza tenga mucha más resurrección, y menos a nivel publicar aquí por ask que parece una tontería pero lleva su tiempo. Ya me gustaría pero no doy pa más. Mi sueño es que los días tengan 42 horas o poder duplicarme y hacer varias cosas a la vez. Pero hasta entonces ... :( ]

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Todo ser vivo que crezca, evolucione y respire sufre cambios inevitables en base a su entorno y experiencias. La excepción, y me atrevería a decir imposibilidad, sería la pasividad completa del espíritu frente a los vapuleantes actos de la linealidad.

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Las variables que una vez fuimos se arremolinan de tal forma que algunos recordamos los yo como lumbres inseguras y de dudable pertenencia. Y eso que han llegado a ser hermanas. Pienso en ellas como en los cachorros que un día le sorprenden a uno siendo perros. Para mí colgadas, piezas de carnicería de barrio. Un catálogo no análogo. La frívola, la impertinente, la voraz, la vencida. En todas un pellizco. En ninguna inocencia. Te diría cuánto de la anterior se mantiene en la siguiente. Si lo supiera.

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Como narradora he aprendido que el mejor truco es no contar hacia atrás.
Una civilización crece sobre las ruinas arrasadas de la que le precedió.

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[Sí, en VK estoy. Pero en realidad, como personaje ficticio, no estoy demasiada activa en ninguna de ellas porque ni con cuarentena tiene el día horas suficientes para que me cunda la vida. Así que si estoy muy off es por eso.
En Vk más que nada es para rolear, apenas subo de momento publicaciones (y lo de rolear muy despacito y espaciado por la misma razón). Y luego por ask tengo pendientes cosas que contestar y textos y narraciones que escribir pero de nuevo cuando saque rato y energía para ello. En realidad en dónde estoy más activa estoy es en mis redes “personales” pero porque son enfocadas a mi profesión. A ti creo que te tenía agregada desde mi facebook. Pero vamos, incluso por ahí subo más ilustraciones que textos. Escribir me cuesta más tiempo y esfuerzo que dibujar, por eso lo pongo siempre como algo secundario en mis prioridades en cuanto a gestionar horas del día]

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[Pues mira, justo el otro día me hice yo una cuenta en VK para rolear con una persona. De momento no te puedo decir qué tal porque solo he iniciado rol y tampoco le estoy prestando mucha atención ni tiempo a la cuenta. Ni siquiera he agregado a nadie. Quien quiera agregarme y pedirme rol, bienvenido sea. He colgado también una fichita de Ella, por si sirve de ayuda para conocer más al personaje:

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https://vk.com/id592042742

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En principio parece que por allí se mueve gente, pero no sé, igual es todo fachada como pasaba hace unos años aquí, que eran cuatro gatos que no roleaban con 20 cuentas cada uno. También he leído por ahí que hay gente que se ha trasladado a Instagram, pero que aquello es más de falsete y malos rollos que otra cosa. Pero tampoco lo he probado, y siempre creo que lo mejor es experimentar las cosas por uno mismo y con su propio criterio y juicio.]

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Yo puedo contarte el momento exacto en que supe de la existencia de Ella. Dónde comienza nuestra historia. Antes incluso de se la conociese con ese nombre.
Me llamo Engin Menderes. Nací en Ankara, Turquía, hace sesenta y cuatro años. Provengo de una familia ligada al arte, y mi oficio no me ha desviado de ese camino. Compra, venta, exposiciones, galerías, difusión, mecenazgo … Negocio con cualquier creación artística. Con la belleza.

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Hará unos meses, como tantos otros fines de semana, me dispuse a madrugar, coger el Land Rover y subirme al monte a cazar. Uno de los ya pocos deportes que mi médico me permite realizar. Era un domingo como este, en pleno invierno. La noche anterior había nevado. Cazar en terreno blanco supone para cualquier cazador un aliciente adicional. Toda huella y rastro queda marcado en la nieve. Rastrear presas y abatirlas antes de que ellas te escuchen a ti requiere de una destreza y práctica especial que convierte el triunfo en una satisfacción aún mayor que la caza en cualquier otra estación del año.
Siguiendo las huellas recientes de un zorro por el cauce del río, escuché un ruido. Chapoteo en el agua. Me descolgué la Benelli del hombro y avancé entre zarzales, listo para capturar al que yo creía un animal.
No era tal.

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Sumergida en el agua helada, de cintura para abajo, vi a una mujer. La blancura de su piel competía con la de la nieve. La melena negra caía sobre su espalda. Talle estrecho. Caderas anchas. Me quedé petrificado. Sentí vacilar de la realidad y acercarme a la fantasía. La escena era una pintura cuya mano podría haber sido la de William Waterhouse o Herbert Draper. Una Ophelia en vertical. Un ser llegado desde los cuentos de la infancia.
Vi entonces la ropa sobre unas piedras. No era ninguna habitante de mitología europea. Era humana. Me pregunté qué haría allí, helándose, desnuda, sola, en un coto de caza.

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-Señorita …

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Procedí a una cuidadosa aproximación.
Al escucharme se giró de golpe, sobresaltada.
Observé su rostro. Tragué saliva.

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-¿Qué hace aquí? …Es peligroso. Esto es un coto de caza.

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Su mirada era como un dardo fiero. Ningún otro animal me habría mirado así, con esa belleza salvaje.
Tiritaba. Los labios amoratados.
Probablemente ni siquiera hablase mi lengua, a juzgar por su expresión de sentirse invadida como por un ser de otro planeta.
Dejé la carabina en el suelo, despacio. Me quité la chaqueta, cálida. Le extendí la mano. Movimientos lentos.

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-Venga. Acérquese. No le haré daño. Enfermará si se queda ahí.

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Unos minutos me costó convencerla. Tuve que adentrarme también en el agua. Las botas se me calaron. La rodeé con la chaqueta y froté su cuerpo para hacerle entrar en calor. Parecía muerta en vida.

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-Venga conmigo. Necesita un lugar caliente. Está helada.

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Logré llevarla hasta el coche. No sin silenciosas reticencias.

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Desde entonces evito por todos los medios que vuelva a sentir el frío.

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¿Qué quién soy? Soy solo lo que tú quieras que sea.
Me compongo de millones de esquirlas de cristales indefinidos, pero no se me permite enseñarte ni la mitad de ellos.
Existo únicamente para alimentar tus fantasías, y crear otras nuevas entre estas cuatro paredes en las que encierro mi alma. Si te atreves a entrar, tira los dados, cuenta casillas y pide un deseo, yo me encargaré de transformarlo en realidad al final del juego.
¿Qué ocurre? ¿Aún insistes en saber más?
¿Quieres que te hable de la isla? De Trópico de Cáncer. De su exotismo y sus conjuras. De sus venenos y sus eminentes visitas. Del placer entre los árboles frutales. De las experimentales drogas que entran a espuertas. Si te portas bien, te llevaré allí.
Ah, ¿que quieres que te hable de mí? Me gusta ser descrita como un lienzo erótico. Un Klimt o un Schielle. Rota. Tradicional. Húmeda. Real. Añoro constantemente el mar, y su olor a sal. No soy una simple meretriz. Nadie trabaja como yo lo hago. Seguro que piensas que soy de esas mujeres que no tuvo una vida fácil, y tienes razón. Pero yo transformé la crueldad en esencia. La exprimí y me deleité con ella en un cóctel de dejarse llevar. Y eso es lo que te invito a que hagas en este momento.
¿Entras entonces? Te trataré con el mayor de los cuidados. O no.
¿Las normas? Sí, por supuesto que las hay.
Primera. Queda prohibido sentir una vez vuelvas a salir por la puerta. Lo que se concibe aquí, se queda aquí.
Segunda. No podrás contarle a nadie lo que oigas o vivas estando conmigo.
Tercera. Jamás te dejaré contemplar mi rostro.

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(10:20 de la mañana. Abril de 2018)
Comedor del Hotel Regent.
Vivaz barrio de una opulenta y europea Berlín.

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Dos hombres trajeados, ambos entre los 40 y los 50, se encuentran sentados al fondo. Anónimos sin nombre. En la mesa, dos cafés exóticamente aromatizados, a casi 6 euros la taza, y un plato con cruasanes.

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(…)

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-¿Has estado ya con la nueva? La que se hace llamar Ella.

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-El sábado pasado.

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-¿Y bien? ¿Qué te parece?

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-Me gusta. Es …diferente. A las otras de su profesión. Y he conocido unas cuantas. Su cuerpo, cómo se mueve, cómo se expresa. Tiene el don de la palabra. Es inteligente. Y es buena en lo suyo. Mucho. Logra lo que quiere, y lo que quieres tú, sin ni siquiera tocarte. Nunca me había pasado nada igual. Y su cara …Eso tiene su morbo.

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-Sí. He oído cosas sobre ese detalle. Que le quemaron y por eso se cubre el rostro. Que si tiene una cicatriz o una mancha que la afea. Que si es bizca. He llegado a oír incluso a quien afirma que es ciega.

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-No me pareció precisamente ciega. Y si es así lo disimula bien y tiene el resto de sentidos muy despiertos. No, no creo que sea nada de eso. Pienso que es puro marketing. Una forma de suscitar misterio y que repitamos plato, a ver si con otra vez hallamos algo nuevo o nos deja ver algo más. Y funciona.

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-Probablemente tengas razón. Pero aún así … es como si ocultase algo. Mira, de mujeres entiendo un rato. Si todas son falsas e interesadas juraría que ésta lo es el doble. Te aconsejo disfrutar de ella pero sin intimar demasiado. Podría darte problemas.

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-Lo dice quien ha reclamado su compañía …¿cuántas veces ya?

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-Cuatro. El próximo fin de semana la veo de nuevo. Aún así conozco los límites.

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-Lo tendré en cuenta. Pero resulta difícil ponerse prohibiciones cuando es el deseo quién las dicta.

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