¿Qué recompensa buscáis cuando os esforzáis?
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Rellenar mi cabeza con algo que no es arrepentimiento.
No sé definir bien qué es, porque satisfacción desde luego que no.
Esforzarme en cosas me mantiene sobre unos raíles que, además de conducirme a mis supuestas metas, me permiten permanecer centrado y tranquilo. Porque sé que voy de "A" a "B". A "B" voy a llegar. Ni "C", ni "D", ni "E". "B". Seguro. Lo que ocurre es que, cuando llego a mi destino, no siento nada. Como mucho, aquello de liberarte de una mochila repleta de piedras. El chiste es que, en primer lugar, fui yo mismo quien cargó la mochila al establecer un objetivo. Es parecido a clavarte una estaca en el pecho por decisión propia y después extraerla. Por supuesto, alivio sentirás puesto que ya no duele. Pero es que eres imbécil, ¿para qué te clavas una estaca?
Será por eso que dentro del top 3 de comentarios que me hace la gente se encuentra: "¿por qué te metes en cosas tan complicadas?", referenciando lo que estudio o al hecho de que siga estudiando. Cabe destacar que son palabras escupidas por personas que se dirigían a "B" pero, al darse cuenta de que el trayecto sería más largo de lo que en un primer momento pensaban, se fueron bajando en "C", "D", "E", o en la primera estación con flores bonitas que observasen por la ventana. Ahora las flores están muertas.
Así que, podría decir que la recompensa que busco al esforzarme es tranquilidad. Evito alimentar tentaciones al destinar todos mis recursos a la decisión que haya tomado. De esta forma, no me quedarán fuerzas para probar otros caminos, por muy atractivos que me puedan parecer. Desaparece el riesgo de perderme.
Y es que no me atrae particularmente la idea de convertirme en ese señor mayor que vive en un constante tormento por no haberse esforzado lo suficiente en esto o aquello cuando tuvo la oportunidad.
Porque son varias personas sumergidas en ese fango las que he podido conocer. Sin ánimo de frivolizar ya que, gracias a dichas personas, he aprendido esta lección; son como espejos mágicos. Mientras una especie de manto de polvo te impida verte reflejado/a en ellos, enhorabuena. De alguna manera, vas bien. Ahora, si te observas en ellos y ves que el reflejo te saluda, bueno. Tienes un espejo. Enhorabuena también.
Supongo que es fácil predecir que, al igual que estas personas, acabaré ahogándome en uno u otro fango.
Pero, en ese, seguro que no.
No sé definir bien qué es, porque satisfacción desde luego que no.
Esforzarme en cosas me mantiene sobre unos raíles que, además de conducirme a mis supuestas metas, me permiten permanecer centrado y tranquilo. Porque sé que voy de "A" a "B". A "B" voy a llegar. Ni "C", ni "D", ni "E". "B". Seguro. Lo que ocurre es que, cuando llego a mi destino, no siento nada. Como mucho, aquello de liberarte de una mochila repleta de piedras. El chiste es que, en primer lugar, fui yo mismo quien cargó la mochila al establecer un objetivo. Es parecido a clavarte una estaca en el pecho por decisión propia y después extraerla. Por supuesto, alivio sentirás puesto que ya no duele. Pero es que eres imbécil, ¿para qué te clavas una estaca?
Será por eso que dentro del top 3 de comentarios que me hace la gente se encuentra: "¿por qué te metes en cosas tan complicadas?", referenciando lo que estudio o al hecho de que siga estudiando. Cabe destacar que son palabras escupidas por personas que se dirigían a "B" pero, al darse cuenta de que el trayecto sería más largo de lo que en un primer momento pensaban, se fueron bajando en "C", "D", "E", o en la primera estación con flores bonitas que observasen por la ventana. Ahora las flores están muertas.
Así que, podría decir que la recompensa que busco al esforzarme es tranquilidad. Evito alimentar tentaciones al destinar todos mis recursos a la decisión que haya tomado. De esta forma, no me quedarán fuerzas para probar otros caminos, por muy atractivos que me puedan parecer. Desaparece el riesgo de perderme.
Y es que no me atrae particularmente la idea de convertirme en ese señor mayor que vive en un constante tormento por no haberse esforzado lo suficiente en esto o aquello cuando tuvo la oportunidad.
Porque son varias personas sumergidas en ese fango las que he podido conocer. Sin ánimo de frivolizar ya que, gracias a dichas personas, he aprendido esta lección; son como espejos mágicos. Mientras una especie de manto de polvo te impida verte reflejado/a en ellos, enhorabuena. De alguna manera, vas bien. Ahora, si te observas en ellos y ves que el reflejo te saluda, bueno. Tienes un espejo. Enhorabuena también.
Supongo que es fácil predecir que, al igual que estas personas, acabaré ahogándome en uno u otro fango.
Pero, en ese, seguro que no.