; ꜱᴄᴘ - 049 ;

Una anhelada esperanza atravesó sus ojos esmeraldas tras la máscara adherida, teniendo aquella ilusión de recibir una respuesta totalmente afirmativa que pronto se convertiría en solo un sueño hecho añicos. La confusión y la tensión complicaba su compostura llevándolo a deshacer todo contacto físico con el contrario, como era alejar sus manos y retroceder su espalda levemente, pasmado.
Y antes de que pudiera decir algo al respecto, él estaba tomando las riendas demasiado rápido. Cuando se levantó, SCP-049 hizo lo mismo, pero de una manera casi violenta.

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— ¡NO—! no... ¿qué esta... usted insinuando...? ¿m-mi señor...? — balbuceó a una mezcla de volúmenes entre fuertes y bajas, a tal modo de que no podía aclarecer siquiera sus palabras, solo otorgando su mirada completamente atónita y confundida.
Empezaba a sentirse aterrorizado. Ese sentimiento de... otra vez no tener ninguna clase de "libertad" a un campo libre y tranquilo, con la única persona que en verdad ha estrechado una relación profunda... era increíble para él sentir que todo iba a desmoronarse a su perspectiva.

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El doctor mantenía clavada la mirada en Cain sin prestar atención a nada más que a él, inquieto de verlo desaparecer otra vez. Lo odiaba, lo detestaba, ese encierro maligno que ha acabado con toda su cordura y motivación...

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Por desgracia, gracias a la ansiosa actitud hostil el enmascarado doctor no podía darse cuenta de la verdadera intención.

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— A...amado señor... no... no puede- ¡¡¡CAAAIN—!!! ¡¡REGRESÉNLO, SE LOS IMPLORO—!! — gritando a todo pulmón y arrematando la compuerta que justo se había cerrado, un aterrador silencio se produjo después de que ya perdió la visión de su amado señor.

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— Ah... comprende mi punto. — respondió, aliviando el agarre de sus manos que suavemente se deslizaban sobre ellas para alejarse.
La vista del enmascarado se volvió firme al rostro masculino con la intención de demostrar su imparable determinación. Un detalle peculiar fue que, en ese instante, el "doctor" lucía un tanto diferente; sus ojos expandidos que fueron la única luz a través de los agujeros, una postura que le hacía verse rígidamente agitado y una inesperada actitud que lograba dejar escapar una ansiosa impaciencia.

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SCP-049 ahora tomaría los brazos de Caín, con fuerza, queriendo poder aferrarse aún más a él sin querer vivir otra experiencia con su ausencia. Estaba angustiado, y a través de las cámaras de seguridad y desde la pequeña vista que daba la celda al exterior, sus acciones podrían llamar la atención y calificarse como actos hostiles.

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— ¡No puedo permitir nuestras privatizaciones de la gran libertad, MI SEÑOR! ¡POR SUPUESTO QUE DEBE VERLO, CON SUS ALABADOS OJOS! Yo... usted... tenemos... nosotros tenemos una misión que cumplir en nuestros caminos. Vivir, sentir, experimentar, acontecer, crear... no podría soportar... desgraciados impedimentos... ¡son BLASFEMIAS que irrumpen y arremeten en NUESTRA CONTRA! — exclamaba, teniendo una mezcla de emociones indescriptibles.

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En un leve y fugaz reacción, la atención de el "doctor" fue completamente recaída en el ya mencionado una vez sintió un peculiar tacto con sus palmas cubiertas en guantes oscuros, clavando así sus ojos esmeraldas en los de el contrario con una aire de asombro y agradecimiento. De alguna forma... volver a sentir la mas mínima calidez de su parte le dejaba maravillado, casi sin palabras.

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— No se preocupe por mí, ni por este sitio tan abrumante. No tendré peligro en la soledad... pero, tampoco puedo confiarle una respuesta positiva, como si he estado satisfecho con ello. No quiero mentirle. — bajó un poco el tono de voz hasta volverlo un murmuro, a su vez que inclinaba ligeramente su cabeza hacia abajo en un semblante afligido.
— Es... sofocante. Sé que usted entenderá mis condiciones, y estará de mi parte. — 049 empezó a sujetar las manos morenas con fuerza, como si retejiese un sentimiento muy negativo.

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— Caín, señor... quiero pedirle, solo a usted; acompáñeme a velar por un futuro mejor. Los ángeles no le decepcionarán en sus deseos. Este destino no... no puede... continuar... — poco a poco se le dificultaba la voz.

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Mantuvo un paciente silencio tras escuchar una tercera voz detrás, retrocediendo un poco hacia el fondo para dar paso a Caín, que fue capaz de ingresar sin mucho problema. Ha pasado ya bastantes semanas que no recibía una visita, y mucho menos una tan especial como era esta ocasión.

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Quizás no lo parecía por la máscara, pero el doctor estaba alegremente conmocionado de tenerlo justo a su lado.

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— He rezado, implorado, incluso intercambiando mi alma por su bienestar, mi señor, desde el más allá de los poderes sabios y de leal grandeza, desde el mundo de la misericordia y el trono de nuestros dioses... ellos... ellos han escuchado mi súplica diaria, por usted, nunca me rendí. Tuve esperanza de que tendrías protección y volverías a mí... — expresó con una respiración levemente agitada que poco a poco se aliviaba a medida que se acercó y tomó asiento para acompañarle y disfrutar de su agradable compañía que tanto deseó.

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— He sido finalmente bendecido por su visita. — juntó sus manos, entrecerrando sus ojos de modo que sonreiría secretamente. Se sentía muy realizado, sentirse útil de haber "sido capaz de protegerlo."

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— Rahina... — llamó una vez más su nombre en casi una súplica, manteniendo una distancia adecuada para evitar algún otro problema. No era muy común que el sentimiento de culpabilidad le afligiera de tal modo que su voz se entrecortase. Casi nunca sucedía... y ahora, una vez más, lo tenía claro.

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Sentía una extraña necesidad de corresponder tal acto de afecto. Pero, dado a las circunstancias, tuvo que ser paciente y esperar el momento.
049 quería compensar todo lo ocurrido.

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— Si le hace sentir bien, me encuentro mucho mejor... y debo decir que lo estaría aún más si tuviera cuidado. Y descansara un poco. — le dedicó algunas palabras para animarla, manteniendo la serenidad necesaria para lograr expresarse con sinceridad y convencerla.

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Por si no fuera poco, también estaría otorgándole una vista tranquila que mucho podía apreciarse desde los agujeros de la máscara.

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Sumergió su consciencia en la indiferencia, casi inexpresivo, reteniendo el mal augurio que sintió en el momento. Las palabras dichas detuvieron sus pasos por alrededor de unos segundos, hasta que partió tras no poder desaparecer los diversos negativos pensares que ahora invadían su mente. El peligro que ahora lo comprometía.

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Una vez que reanudó su pesado caminar, oyó los veloces pasos sobre las escaleras. No logró visualizar su velocidad totalmente, pues cuando la llegó a ver ya estaba rodeado en sus brazos, sintiendo un sincero abrazo que inmediatamente lo paralizó.
La razón del porqué estaba atónito no fue por lo sucedido y su consolación, más bien se trataba de su salud. Específicamente el anillo.

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— ¡Ra... Rahina, el anillo–! — exclamó el doctor, teniendo ambas de sus manos suspendidas en el aire de la sorpresa, fijando sus ojos esmeraldas sobre ella.

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Necesitaba parar. El tiempo de contacto que ha tenido con el anillo podría ser capaz de perjudicarla justo ahora, y eso lo alteró.

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— ¡Mi señora! ¡Por favor, alejese! ¡No le de uso al anillo ahora, será muy peligroso para usted! ¡Este asunto no tiene ningún caso, ninguna importancia! ¡como usted!

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La angustia forzosa fue lo único que percibía a sus alrededores. Era víctima de miradas atemorizadas, unas deprimentes, otras llenas de rechazo por ser una anomalía de la existencia a los ojos humanos. Estaba más que claro; se enfrentaba a la rutina del personal de contención, siendo transportado por guardias expertos de una manera que inmovilizaba todo su cuerpo a excepción de sus piernas, limitándolo solo a avanzar acatando las órdenes de los responsables. No era un proceso lo bastante cómodo a su opinión, pero era de admirar la cuánta seguridad que poseía la organización. Se sentía halagado por presenciar una y otra vez aquellos sucesos, siendo probable la razón por la cuál no demostraba ningún acto de forcejeo o escape.
Además, algo le tenía demasiado curioso: uno de los superiores encargados le avisó de un presunto "sujeto de pruebas" listo a su disposición, llenándolo con más intriga cada centímetro recorrido. También sea una de las razones de porqué seguía las instrucciones con calma y sin incomodidades.

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SCP-049 mantuvo acciones pacíficas, además de un claro silencio a pesar de los comentarios terceros que solía recibir cada vez que realizaban el transporte. Quizás por educación o respeto.

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Y es que, pronto el recorrido fue finalizado tras llegar a la celda correspondiente. Los guardias de seguridad accedieron a darle paso tan pronto como las puertas fueron abiertas, brindando al doctor un empujón para evitar que tuviera tiempo en reaccionar en contra, seguido de cerrar nuevamente las puertas detrás de él.
Ahora, teniendo más libertad en sus movimientos se dedicó a investigar con la mirada la sala contenida, dando con la presencia de la susodicha, quien es el elemento crucial y la explicación de su presencia...

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Pero algo no le cuadraba.
Le prometieron un cadáver, pero la muchacha aún mantenía dando señales de vida... ¿se habrán equivocado, o le habrán mentido? fuese lo que fuese, le desconcertó de inmediato.

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— Oh, no esperaba un cuerpo viviente. — comentó su pensar en su voz sintética, tranquila, a pesar de que veía la situación una equivocación.
Entre tanto de asimilo, el enmascarado doctor dejó un característico maletín negro dónde traería sus utensilios médicos especiales sobre una pequeña mesa que se mantenía de pie pese al desastre causado, otorgando una mejor atención a la espantada mujer inmortal.

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— ¿Le han hablado a usted, señora mía, de mi llegada? Si es así, estaría en el lugar indicado, pero... — pausó sus palabras para reacomodar sus pensamientos, dando algún que otro vistazo el desorden que los rodeaba, un tanto insatisfecho.

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— ...las condiciones que me han prometido no parecen ser las reales, me temo. — expresó su disconformidad, indiferente a cómo se habría de sentir ella ahora. De eso no le dedicó mucha de su atención, ya que aún permanecía desconcertado en sus prioridades.

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Entre el tiempo de recobrar su lado más calmado, fue espectador del sentimiento abrumador que ella ahora poseía por su culpa, sintiendo algo de rechazo a su persona, y un pronto arrepentimiento que le impidió acercarse más. Esa mirada atemorizada... era la misma que veía todos los días en su labor, siendo un detalle que lo llevó a entrecerrar los ojos lentamente, fortaleciendo su decaimiento. Y no la culpaba tampoco, sus impotentes acciones casi se salían de las manos.

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— Me alivia saberlo... — aún así, mantuvo al margen la tranquilidad de sus palabras, al igual que su postura pacífica, ocultando el inexplicable sentir de ser incomprendido, repudiado.

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— Será mejor que reconcilie su sueño, aún la noche es larga. Por favor, descanse. — decía en una desconcertante petición debido a la falta de ánimo, optando por retroceder y retirarse en pasos lentos.

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— Un golpe... — repitió, bajando un poco la cabeza en una forma inquietante, como si la escena no fuera lo suficientemente escalofriante para ella. La agitación podría haberlo vuelto una hostilidad, y que en cualquier momento daría con actos inadecuados que llevarían al peligro. Él no llegó a notar el terror que le estaba causando por su desconcentración y su inconsciencia. Estuvo sumergido en pensamientos negativos, solo por un instante, distrayendo su propia cordura.

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De pronto, tomó la iniciativa de cortar la distancia sin previo aviso, lentamente, con la cabeza cabizbaja. Su ahora extraña manera de presentarse a ella daba semejanza a un peligro inminente, sin embargo y a pocos escalones, el doctor detuvo sus pasos, sin mucho que decir.

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Por todos los lados de la situación se llegaba a la conclusión de que la atacaría, o algo mucho peor... pero, él simplemente volvió a levantar la vista sin más, devolviendo la percepción de sus ojos esmeraldas.

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Parecía... decaído, exhausto, preocupado...

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— Lo lamento, mi señora. Ha sido culpa mía ese estruendo... — admitió en un modo mucho más tranquilo a diferencia que anteriormente, recobrando su actitud tranquila de un segundo a otro, sin explicaciones.

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— Se me ha caído algo de repente... pero no se preocupe, no fue nada grave. — hizo una breve pausa para verla mejor, con una mirada fija y una distancia adecuada por seguridad.
— ¿Usted se encuentra bien? ¿Se ha lastimado mucho? — continuó con preguntas repentinas que hacían verse su preocupación.

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Su respiración estuvo exasperada, denotando la frustración del susodicho doctor. Quién hubiera pensado que llegaría a tal actitud, e iba a ser algo visible; la máscara le brindaba la protección contra el "oxígeno contagiado" que él tenía en mente, evitando la "enfermedad" que tanto desea destruir. Y ahora, descartaría las altas probabilidades de hacerlo por gran error, suponiendo enseguida que incluso él, el "salvador", estaría en las mismas condiciones que sus pacientes enfermos, dificultando su trabajo.

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De igual forma, se veía obligado a seguir llevando la máscara para evitar menores contagios. Después de una rabia, volvió a tomarla y ponerla en donde correspondía; devuelta a su rostro, escondiendo la desesperada expresión de estrés.

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Trataría de pensar en cómo aclarar sus sospechas, si no fuera porque el peso del ambiente aún no acababa, y pareció notar cierta compañía gracias a un ruido cercano. Él siguió el sonido, a pasos pesados que aún demostraban su mal actitud, dando con la causante.

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El doctor se posó enfrente, con una compostura bastante estricta y la vista seria. La poca iluminación hacía juego con su malhumor, desapareciendo el brillo verdoso de sus ojos solo para dejar un par de agujeros negros detrás de la máscara, incapaz de verse.

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— ...Rahina, ¿hace cuánto estás despierta? — preguntó en un tono agrío, viéndole tal como estatua.

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Entre un último intercambio de miradas antes que partirse a dormir, le ofreció un pequeño gesto de despedida con un agitar de mano y un leve movimiento de cabeza, sin apartar de lado la serena sonrisa.
Tan pronto como se retiró de su visión, parecía que su personalidad cambió drásticamente. La expresión de "un doctor feliz" había desaparecido tal cual pestañeo, frunciendo el ceño en una clara molestia. ¿Qué habrá sido lo que lo conllevaba a dicho actuar?

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La máscara.

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La máscara debía permanecer siempre apegada a su rostro, sin excepción. Sin importar que tan descuidada estuviera su piel, era demasiado importante.
Él sujetó su máscara blanca con un fuerte apretón, reteniendo los nervios de enojo que sentía en sus adentros. Y así permaneció por un tiempo, durante la noche...

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...hasta que desató unas impulsivas acciones causadas por su misma ansiedad: el gruñido cercano a un grito furioso, y el arremeter de su máscara protectora contra el pavimento en muy mala gana. No sé había roto por el material resistente, pero si daría un sonido fuerte.
SCP-049 estaba perdiendo los estribos. Sus emociones eran inestables en ocasiones, ejemplo de lo que sucedía ahora, a media noche.

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Tuvo la cabeza cabizbaja, ahogando el pesar en respiros violentos y apretones en sus manos. La mitad de su rostro fue oculto por la sombra de su cabello y su capucha, incapaz de hacerse ver sus ojos. Estaba molesto.

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El alto hombre asintió en respuesta, estando de acuerdo en su descansar. Quizás después accedería a hacer lo mismo, pero tenía la sensación de que el ambiente aún seguía revuelto para él, que muy pronto ocurriría un suceso comprometedor...
Por ello, aprovecharía el tiempo para echar un par de vistazos alrededor una vez que ella descansara en paz.

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— Por favor, descanse. Yo estaré pendiente, si necesita algo y quiera llamarme. — comentó el feliz doctor, viéndola fijamente.
Era un poco extraño; no solía sonreír muy a menudo, ni sentía la necesidad de hacerlo... Sus momentos a su lado eran la excepción, pero no lograba acercarse hacia una explicación coherente que pudiera entender... le desconcertada e intrigaba, y al mismo tiempo se sentía muy tranquilo.
Aquello podría ser el único pensar en su cabeza, pero lo cierto es que algo le tenía demasiado... ansioso, secretamente.

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