Natara Wolf - (MULTICUENTA).

Cuando dices "novio" no sé si te refieres al rubio con tinta en las manos o al peliblanco con estrellas por ojos.

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El hecho de ser poliamorosa hace que la palabra "novio" en verdad no me diga de quién hablas y personalmente es una palabra que sólo uso por resignación.

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El caso es que ambos saben llevarlo bien, me entienden y siempre tratan de ayudarme. Están plenamente conscientes de a lo que se enfrentan, o no serían mis parejas. Mis demonios generalmente no salen a jugar cuando estoy con ellos -especialmente con mi estrella-. Si me da un flashback ambos saben cómo sacarme de él con rapidez e incluso saben anticiparse a ellos.

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La cosa con Altair, es que por algún motivo, me entiende más que la mayoría de las personas a quienes conozco, tal vez porque él también tiene monstruos viviendo en su cabeza. No me suelen dar crisis si estoy a su lado, pues a su lado nada es oscuro. Y, en realidad, la crisis de él también han disminuido.

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Y con Polar, también ha mejorado, ahora incluso sonríe y habla un poco más en público.

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Juntos nos estamos ayudando a salir de este oscuro y seco bosque de las pesadillas.

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Como mi estrella dijo una vez: "Quizá por eso podemos calmarnos el uno al otro. Yo puedo hacerla salir de sí misma y ella puede poner un poco de estabilidad dentro de mí".

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Amo los peluches pero tengo muy pocos, tres en realidad.

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Una de mis aficiones es comprar o rescatar peluches dañados, a los que les falta un ojo, una pata, están rotos o algo por ese estilo. Es como si necesitaran ayuda. Entonces yo los reparo, cosiendo despacio, les pongo parches de figuras, ojos de botón, hilos de múltiples colores y les doy una personalidad. Luego, cuando ya se sienten mejor, les busco un nuevo hogar.

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De niña siempre quise uno. Así que a eso de mis nueve años robé un pequeño oso al que le faltaba una pata, la nariz, el ojo izquierdo y la mitad de su cabeza la había arrancado un animal de un solo bocado. El pobre estaba muy triste, me contó su pasado y lloró en mis brazos. Pero lo arreglé, le llamé "Amigo" y me acompañó en las noches, hasta que cumplí trece y en medio de una inhundación, lo perdí en las aguas.

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El encierro.

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Puede que ahora viva en un Internado... Pero esto no se siente de igual forma a los tres encierros que marcaron mi vida.

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El primero: ocurría en mi infancia. Este recuerdo huele a humedad, a polvo y moho, a juguetes viejos y a madera rota. Siempre he sido pequeña, y los demás niños en el orfanato gustaban de meterme dentro del juguetero, un baúl olvidado lleno de títeres con ojos de botón. Me encerraban ahí por horas.

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El segundo sucedía también en el orfanato: Justo después de que hacía algo malo, como dormirme en medio del trabajo, me asignaban un castigo y si durante éste gritaba o desobedecía, sería encerrada en un armario. Este recuerdo huele a sangre, cuero, bisagras oxidadas y madera seca y cuarteada.

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El tercero: mis dieciséis años, la casa del infierno. Es tan amplia, que no puedes escapar, pero nunca estarás tranquilo, tienen un ojo en ti a cada paso que das. Huele a tantas cosas que describirlo es imposible. A veces era amplio y fresco, a veces olía a alcohol, a veces estaba de nuevo la madera. Busca las puertas negras y luego aléjate una vez más de ellas. Es un juego uno vas a ganar.

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"Come, let's away to prison. We two alone will sing like birds i' the cage. When thou dost ask me blessing, I'll kneel down And ask of thee forgiveness. So we'll live, And pray, and sing, and tell old tales, and laugh At gilded butterflies, and hear poor rogues Talk of court news (...)" - Shakespeare.

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Me gustan muchas más cosas que los chicos, ¿por qué reducirlo únicamente a eso?

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Hoy me encuentro muy feliz, y noto muchas cosas que me gustan; por ejemplo, Milkyway está sentado junto a mí con una tímida sonrisa, esponjoso como siempre, mientras yo, en pijama y medias largas -como pienso durar todo el día-, peino mi cabello e intento hacer una trenza, aunque todavía no me salgan muy bien y el cabello corto no me ayude. Tengo una barra de chocolate con fresas deshidratadas al lado que me han enviado junto a una carta con perfecta caligrafía, y la canción Feeling good de Muse en el fondo.

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Birds flying high you know how I feel
Sun in the sky you know how I feel
Breeze driftin' on by you know how I feel

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It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good

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Fish in the sea you know how I feel
River running free you know how I feel
Blossom in the trees you know how I feel

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It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good

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Dragonfly out in the sun you know what I mean, don't you know
Butterflies all havin' fun you know what I mean
Sleep in peace when day is done
And this old world is a new world
And a bold world
For me

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Stars when you shine you know how I feel
Scent of the pine you know how I feel
Oh freedom is mine
And you know how I feel

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It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good.

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Me han regalado un frasquito para hacer burbujas, así que he caminado hasta el muelle del lago para crear unas cuantas. Si fuera buena para la poesía, haría un poema ahora mismo.

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Pienso que, si tal vez te imaginas la escena, te puedas alegrar.

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Fui descalza caminando entre la hierba; es muy agradable sentir briznas bajo los pies y una brisa fresca que mece suavemente las flores, desprendiendo de sus pétalos sutiles aromas. Cuando llegué al muelle me senté sobre la crujiente madera que te hace pensar en caramelo y chocolate y metí los pies en el agua viendo las pequeñas plantas y peces que por allí se arremolinaban y salían a saludar.

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A mí todo esto me hace pensar en libertad ¿no crees? Esas sensaciones de frescura, de tranquilidad... Me gusta sentirme libre, aunque nunca pueda serlo.

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El sol rozaba levemente mi piel, el agua estaba fría y las burbujas fueron maravillosas. Eran de todos los tamaños, de todos los colores reflejadas con los tímidos rayos de la estrella, flotando apacibles, arriba hablando con las nubes, abajo besando la superficie del agua, hasta que, en un segundo, ¡plup! Explotaban.

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Frágiles, etéreas, hermosas cuando están en su máximo esplendor, pero al fin y al cabo efímeras, como la vida ¿no lo ves así?

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Veinticinco cosas sobre mí... A ver qué sale.

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1. Soy pelirroja, y el cabello me lo corto yo misma porque no quiero que me corten una oreja. Mi piel es muy blanquita.
2. Tengo ojos verdes y un halo dorado alrededor de la pupila. Soy bio-control.
3. Soy baja, mido como uno con cincuenta y tres.
4. Soy Capricornio, con elemento tierra -curioso- y los tercos del zodiaco -oh sorpresa-.
5. Me gustan mucho las amatistas, los cuarzos, el ojo de tigre y muchos otros minerales y piedras.
6. Soy INFP.
7. Me gusta hervir agua con flores y bañarme con ella.
8. Me gustan las burbujas. Me atrae su iridiscencia.
9. Mis alas -si las tengo- son como de hada, azules con negro.
10. Me gusta poner flores en el cabello y las barbas.
11. No me gusta la soledad, los espacios pequeños y menos esto con la oscuridad artificial.
12. Me pone nerviosa que toquen mi espalda.
13. Me gusta mucho que acaricien mi cuello.
14. Me gusta dibujar, pintar y colorear, aunque no lo haga muy bien.
15. Me gusta cantar e inventar canciones.
16. Compro peluches dañados porque me gusta repararlos y darles hogar.
17. Amo las fresas, el chocolate y las fresas con chocolate.
18. Soy traviesa, terca y obstinada.
19. Tengo la cabecita un poco rota, o eso dicen.
20. Me gusta escalar árboles.
21. Soy ovolactovegetariana.
22. Me gusta el tiro con arco y jugar con navajas.
23. Me gustan las nubes y las estrellas, en especial buscarle forma.
24. Tuve problemas de alimentación de pequeña y quería ser un chico.
25. Mi letra es redondita y torpe... tan torpe como yo.

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Me encantan los pequeños detalles y siempre me fijo en ellos, tal vez por eso soy tan distraída.

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Desde la pequeña pluma en medio del camino, perdida en una inmensidad, hasta los veintisiete colores y tonalidades que una vez logré contar en un amanecer. Me gusta ver qué gesto suelen hacer las personas, o cuándo hay una sonrisa o un beso asomándose por la comisura de los labios. Me gusta percibir el olor de una flor y cómo hace éste para que las personas giren la cabeza y digan "qué lindo día" o ver que alguien juega con un botón, una servilleta, una canica -u otro objeto- entre sus manos como si quisiera evitar algo. También me gusta disfrutar de cada placer que encuentro, como ver el arco iris de las burbujas, el tacto del cabello y de la piel bajo los dedos, llenarme de colores mi pálida piel viendo el contraste y escuchar el sonido de una voz cálida.

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Creo que de los pequeños detalles depende la vida para ser más que un simple hola y adiós. Y, en verdad, no creo que nadie pase tantas cosas amenas por alto.

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De hecho, viví en la calle... Una noche.

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Esa primera noche a eso de mis siete años fue decepcionante. Tan precipitada como la lluvia que golpeaba mi cabeza, escapé del orfanato, y temerosa (de ahí en adelante) por los rayos, decidí refugiarme frente al pórtico de un café. Un hombre, imagino que el dueño, se asomó al ver mi reflejo con la luz que cayó derrumbando un árbol del bosque en la lejanía. El fuerte sonido del trueno se entremezcló con mi lastimero alarido y aquél pequeño "crac" al recibir una patada, echándome lejos, bramando que su establecimiento no era un lugar para los mendigos. Esa noche en el orfanato había carne de cena y como desde que tengo memoria me negué a comer cualquier producto cárnico, estaba muerta de hambre. Tras buscar refugio en medio de cojeras, me vi atraída por el olor del pan caliente. Fui una ilusa pues aquél aroma me llevó con unos policías que "amablemente" me devolvieron al orfanato. También fue mi primer intento frustrado de robo en las calles.

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Dos años, un corte de cabello y miles de cicatrices nuevas más tarde emprendí mi segunda huida; pero había aprendido mi lección, y me mantendría lejos de las personas y del pueblo. Fue entonces cuando corrí al bosque y me perdía de quienes me buscaban, pero me dejaba ver de quienes cargaban tintineantes monedas en sus bolsillos.

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¿Cómo sobreviví? No, nunca mendigué. Robé, mis manos son pequeñas y ágiles para meter dentro de las chaquetas y pantalones antes de que cambie el semáforo o las mujeres recordaran cerrar sus bolsos. Sin embargo, no quería simplemente robar, y ya que siempre fui buena con trabajos de hogar, a eso me dediqué. Iba por las casas ofreciendo ser empleada del servicio, hubo buenos tiempos así como trabajé para patanes asquerosos. Fui también paseadora de perros, trabajador de obra y guía turística. También conseguí asustar unas cuantas personas, cantando suavemente melodías que recordaban a la pie erizada y a una noche de espanto. Las personas en medio de sus gritos de pánico, abandonaban sus cosas en medio de la naturaleza.

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Eran esfuerzos vagos pero pude recolectar lo suficiente para sobrevivir, permitirme un par de ollas y calderos para hervir el agua, un oso de felpa con media cabeza (siempre amé los peluches), pintura, chocolate, queso, hogazas de pan duro, con algunos artículos de aseo y víveres.

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Admito que fue un mal plan, pero tenía nueve y sólo quería huir de ese infierno. Cualquier cosa comparada al orfanato era mejor. El bosque, en comparación, fue un paraíso y algo que pude llamar hogar.

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En general, las personas tienden a asociarme con las alseides, o alguna criatura del bosque. Tengo manos pequeñas como para ayudar a abrir los pétalos de una rosa y pies como para saltar sobre los nenúfares. Mis ojos son verdes como los árboles, y rodeando la pupila, tengo un círculo dorado, al igual que la luz del sol colándose entre las ramas.

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Mis mejillas recuerdan unas amapolas floreciendo, o un cielo cargado de arreboles si me dices las palabras correctas.

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Mi cabello está en llamas pero mi piel es blanca como la nieve, un contraste de frío y cálido que se refleja en mi mirada.

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Soy baja, ideal para esconderse entre los árboles, y entonando con mi voz blanca una dulce y tétrica canción, puedo asustar a cualquiera que decida dar un paseo por la espesura de mi hogar en horas de la noche.

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Deep in the heart whose hope has died.
Quenching the fires, it's ashes hide.
It's ashes, whence will spring and grow
Sweet flowers, are long,
The rare and radiant flowers of song! -Edgar Allan Poe.

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(Hola, Adyanell. Pues en realidad Natara no tiene personajes, pero tu servidor, sí.

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Lo que sucede, es que los Aureas son una raza de humanos mutados, todos ellos tienen poderes. Y Natara no es la única perteneciente.

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Actualmente hay quince poderes en total, cada uno con un color correspondiente de ojos: 1) Bio-control. 2) Lecto-habilitia. 3) Mutatio. 4) Bruma. 5) Telekinesis. 6) Invisibilia. 7) Transire. 8) Gummi. 9) Naufragii. 10) Melodiam. 11) Trabem. 12) Pyrokinesis. 13) Aeris. 14) Acumen. 15) Quiqcuam.

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Los personajes principales son 7, pero que tengan poderes, podría decirse que son 6... aunque tengo muchos personajes.

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Te daré un breve resumen de los seis:

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☾Natara Wolf: Bio-control: Control del territorio natural y hablar con animales. Ojos verdes con dorado. Especial por control de la naturaleza. Pelirroja, tez blanca, muy baja. Casa: Gryffindor.

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☾Tiara Clearwater: Lecto-habilitia: Lectura del oponente y lectura de mente. Ojos negros con dorado. Especial por lectura y entendimiento de máquinas. Rubia, alta, pecosa, sonriente. Casa: Ravenclaw.

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☾Daniela Mondragón: Mutatio: Transformación en animales. Ojos grises con dorado. Especial por transformación seccionada. Morena, cabello castaño medio rizado, movimientos elegantes y fluidos. Casa: Slytherin.

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☾Aaron Hayes: Bruma: Control de nieve -primordialmente- y agua. Ojos ámbar con dorado... prácticamente todos dorados. Especial por poder enceguecer a sus oponentes. Rubio de cabello ondulado, tez clara. Casa: Slytherin.

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☾George Maslow: Telekinesis: Telequinesia. Ojos azul con dorado. Especial por lograr hacerse levitar. Alto, contextura gruesa, cabello negro. Casa: Gryffindor.

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☾Andrés Durand: Invisibilia: Invisibilidad. Ojos castaños con dorado. Especial por lograr hacer invisibles a terceros. Tez morena clara, cabello muy rizado negro-cafetoso, sonrisa cálida, bromista. Casa: Hufflepuff.

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Adelante, abre la caja de Pandora y pregúntale lo que quieras a cualquiera de ellos. Todos tienen una historia y una personalidad diferente.)

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Miedos, señor mago, tengo tantos y tan irracionales como lo son mis conversaciones.

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Primero, sí, la oscuridad. Me aterra la oscuridad sofocante, artificial. Sin luna, sin estrellas, sin nubes. Junta esto a un espacio cerrado y tendrás una angustiada y gritona pelirroja que cree sentir latigazos en su espalda, que escucha gritos injuriosos y no logra tomar el aire suficiente aunque respire a bocanadas con ojos desorbitados.

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Me dan miedo las barras calientes, casi por la misma razón que lo anterior. ¡Sigamos juntando esto para una excelente receta de insomnio! Las faldas y los vestidos. Antes sentía terror por usarlos, puro y físico espanto; ahora sólo me cuesta. Le tengo miedo a unos ojos morbosos, una sonrisa felina, un traje de seda italiana y un cabello rojo Ferrari.

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Pero sobre todo, tengo miedo de mí. Nada me quita más el sueño que yo. Mejor, me explico. Me veo capaz de extinguir cada luz, de destruir cada vida, de arrancar un corazón con una sonrisa en mi rostro. Tengo miedo de dejar de ver, como suele pasarme, y cuando me dé cuenta, sea muy tarde, y me halle bañada en sangre inocente.

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Perder el control de mi mente y mi cuerpo, ser un monstruo, únicamente un arma. Esta es mi peor pesadilla. No quiero acariciar la muerte de un ser querido con mis dedos.

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