Day 5 of 5 with Hazz. // Roléame esa navidad que más quedó grabada en tu mente y corazón;ᅝᅝᅝᅝᅝᅝᅝ
Eran las OO:23 de un 25 de diciembre de un 2O13, por qué tan tarde, se preguntarán, pero el sueño de la mujer que estaba por entrar al recinto en donde se llevaría a cabo la ceremonia de matrimonio era ese: casarse el día de navidad. Él, ansioso por cumplir cada uno de sus deseos dejó de lado todo compromiso, sin importarle nada más que ese día y ella, la que se convertiría en su compañera de vida, y no había nada más que le hiciera sentir más feliz que eso. Cada una de sus extremidades temblaba, y la sonrisa de idiota que se le dibujó en el rostro era la de un completo enamorado que veía venir la joya más brillante y preciosa cuando la vio a ella pasar por el umbral de la entrada, acercándose con esa carita angelical que tantas noches, hipnotizado por su hermosura, no dejaba de mirar. Era el motivo de sus insomnios, de sus sonrisas, de su apresurado corazón. Las emociones y sensaciones explotaban y creaban juegos artificiales por dentro de su cuerpo, y le era difícil creer que todo era real, que ella era real, y que estaba apunto de casarse con la chica más bella que pudo haber conocido, y que además era la madre de el hijo que ambos tenían de apenas unos meses de nacido: JaeHyun, quien siempre fue la luz de sus ojos, y era igual a su mamá, había sacado toda su belleza que era casi un pecado.
Por fin ella estaba a su lado, frente a frente, y no eran necesaria las luces para iluminar el alrededor, con su sonrisa bastaba. Ese día se convirtió en el mejor, y no había espacio para más alegría cuando ella aceptó pasar el resto de su vida con él, creía que nadie podía ser tan, pero tan feliz, ni pudo haber tenido la mejor navidad de todas. En ese momento eran marido y mujer, y nadie podía cambiarlo, nadie podía oponerse a ellos, nadie podía interferir. Esa noche fueron ellos dos, y confesaron su amor por el otro una y otra vez, cualquiera hubiera sufrido de diabetes al verlos, pero ellos se amaban, se amaban tanto, su amor era tan intenso y ardía con tanta fuerza que de lejos se notaban. Las pupilas del más alto brillaban con verla, y para él ella era su mundo, la nueva dimensión en la que se sumergía al observarla, no era él, era completamente diferente, absolutamente idiotizado por su persona.
Por fin ella estaba a su lado, frente a frente, y no eran necesaria las luces para iluminar el alrededor, con su sonrisa bastaba. Ese día se convirtió en el mejor, y no había espacio para más alegría cuando ella aceptó pasar el resto de su vida con él, creía que nadie podía ser tan, pero tan feliz, ni pudo haber tenido la mejor navidad de todas. En ese momento eran marido y mujer, y nadie podía cambiarlo, nadie podía oponerse a ellos, nadie podía interferir. Esa noche fueron ellos dos, y confesaron su amor por el otro una y otra vez, cualquiera hubiera sufrido de diabetes al verlos, pero ellos se amaban, se amaban tanto, su amor era tan intenso y ardía con tanta fuerza que de lejos se notaban. Las pupilas del más alto brillaban con verla, y para él ella era su mundo, la nueva dimensión en la que se sumergía al observarla, no era él, era completamente diferente, absolutamente idiotizado por su persona.