[6:08 p.m. Cerré mis ojos y solo pensé en ti]
Es lo único que puedo hacer. Y no me gusta, sabes. De día estoy bien, me olvido de todo y me dejo llevar por las distracciones, sin embargo, apenas cae el sol, y me recuesto sobre mi cama (la que era nuestra cama), cierro los ojos y pienso en ti, en qué harás, en cómo te sentirás, o en cómo estás de salud. Siempre te dolía algo, y a mí me daba ternura, intentaba darte sugerencias cuales se me venían de un segundo a otro a la cabeza. Cuando tengo los ojos cerrados, y espero a que el sueño haga lo suyo me pregunto qué te depara el destino, y qué me depara a mí, pero sea lo que sea, con quien sea, no funcionará. No funcionaría con nadie más. Ya no. Pensarte es uno de mis pasatiempos favoritos, aunque sea masoquista de mi parte. Aun sabiendo que tomaste otro camino la esperanza de mi ingenuo corazón cree que en algún momento volverás, y no sé cómo convencerme a mí mismo que no será así. Te fuiste tan decidida, tan segura de que no me volverías a buscar, que no te diste cuenta cómo una montaña me cayó sobre los hombros. Pero no importa, descuida, cuando sea anciano, y sufra de alzheimer seré feliz, ahí nada impedirá que deje de revivir tu recuerdo.