Goethia Mictian

Y tan "difícil" que es su primera cuestión propuesta, Señorita Wilkes. Difícil en un sentido la mar de cómico, debo decirle, dado que tanto usted como yo nos desconocemos por completo recíprocamente, cosa de la que sé que es plenamente consciente. Ninguna sabía de la existencia de la otra hasta que hace un par de horas, más o menos, decidió tomarse la molestia de incluirme como receptora en su... curioso juego de preguntas. Pues muy bien, claro que sí, usted es libre de preguntar o pedir a su libre antojo como cualquier otro individuo que se preste y que, por supuesto, no vaya por ahí como un descarado libertino tocando los cojines de los demás o malgastando tiempo ajeno. Respeto y modales ante todo, que para eso se nos considera seres con capacidad de raciocinio, ¿o me equivoco?
Dejándome de chácharas, le comento que a pesar de no tener ni la más remota idea de cómo aeródromos es usted, acepto este peculiar reto suyo de describirle psicológicamente, así, por las buenas. ¿Qué le parece? Estupendo, ¿no? Sí mujer, si ya lo había supuesto. Entonces que de comienzo el espectáculo.

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Empezaré diciendo que ya que considera a Lennox como su alter ego, me atreveré a presentarla como una persona fervientemente honesta, fuerte de corazón y que es siempre fiel a su propio "yo". Su manera de pensar y de ver el mundo que le rodea está catalogado de "peculiar", de "diferente" al resto; de hecho usted misma es la primera que tiende a considerarlo como tal. Dice que no se atreve a meterse en esa "clase de líos" a los que él iría sin pensárselo una única vez si quiera, ¿verdad? Porque según su criterio es una cobarde. Tal vez no, quizás lo que le ocurra es que no tiene esa tendencia impulsiva o de decisión inmediata, o que no tiene la suficiente determinación para llegar a hacerlo. ¿Puede ser porqué no haya nada ni nadie que le empuje a ello? Por lo que añadiré que es alguien solitario, callado, introvertido y misterioso, que se esconde tras las sombras como su preciado refugio, ya que se siente más cómoda en la oscuridad que habita en nuestro interior que en la luz que otros se empeñan en alcanzar, pues la consideran su única salida, un modo de escapar de ellos mismos. También prefiere no depender de otros ni que estos lo hagan de usted. Mantener alguna relación basada en pláticas casuales que no desemboquen realmente en una cercana ni fuerte amistad, carente de toda compenetración. Por sus relatos poéticos tiende a utilizar la retórica y el sarcasmo, mordaz y fríamente, sin escrúpulos o al menos eso pretende aparentar. Perfeccionista a la hora de escribirlos. Me recuerda al dramaturgo y poeta Samuel Beckett, muy abierta a dejar entrar con fuerza en sí misma el pesimismo, tendente al minimalismo y a lo sombrío. Se autodefine como "aquello" que no trae más que desdichas, el imán de las almas perdidas que vagan sin rumbo, que no tienen un sitio al que ir más allá de lo que crean en sus retorcidas y apesadumbradas mentes. ¿Buscas redención o caer en la perdición?

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El váter no me dirigiría la palabra, eso seguro. Aunque es muy probable que optara por escupir a todo ser viviente agua en plena cara, inclusive de la amarilla y de ponerse algún tipo de tapa de castidad.
Los sofás se pondrían en plan refinados tiquismiquis, diciéndome con aires de grandeza que hiciera el favor de no permitir a plebeyos de flatulencias bajas sentarse encima de ellos.
El papel higiénico huiría por banda, el frigorífico se saquearía a sí mismo y la cubertería montaría una rebelión contra la humanidad junto a sus fieles compañeros los despertadores.
La televisión emitiría la porno del plus continuamente y haría comandilla con el mando y el DVD para grabarlo y rebobinar el tema cuantas veces quisiera. Mientras tanto, el ordenador se pondría en marcha para urdir su inolvidable y pérfido plan de reproducción masiva de agentes infecciosos microscópicos acelulares, plagando con estos los sistemas informáticos de los deficientes mentales que se dedican a traumatizar visual y neurológicamente en redes sociales varias.

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En absoluto, puesto que ser sincero con los demás no implica que uno pueda excederse con ello: Franqueza sí, "honestidad" brutal no. Y no haría falta que nos fuéramos muy lejos para toparnos con un caso como este. En nuestro extenso círculo de relaciones, por ejemplo; ya sean familiares, amistosas o laborales, es muy probable que nos encontremos al típico personajillo de turno cuyo método defensivo para justificar su falta de tacto y consideración, también su poca educación, sea aventar siempre por delante las típicas frases: "Es que yo soy muy sincero, siempre digo lo que pienso", o "No me corto un pelo a la hora de decirle a la gente las verdades a la cara", con las que de forma indirecta nos estará queriendo comunicar que su tendencia en este aspecto, asiduamente, será la de tirar por el lado de la ofensa y el insulto.

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Te diré por qué estoy en desacuerdo con este refrán, Josaphat. Bien, es probable que una persona en estado de embriaguez pueda dejar aflorar sus sentimientos con mayor facilidad, pero esto no implica que, necesariamente, esté diciendo la verdad. Dicha persona puede soltarte cualquier tipo de cosa que se le pase por la cabeza en esos momentos y al día siguiente, completamente sobrio ya, te lo niegue rotundamente; o bien por vergüenza, o por el hecho de no querer aparentar "debilidad", por orgullo, por mantener su "autoridad" o porque de verdad se de el caso en el que se le haya olvidado lo ocurrido. Los borrachos no siempre expresan sentimientos de sinceridad, aunque sí otros como las promesas falsas o simples y banas mentiras. Además, la capacidad de razonamiento del sujeto en los momentos de embriaguez se duerme, está total y absolutamente anulada por el alcohol y este, a su vez, estará afectando al lóbulo frontal del susodicho en todas sus funciones.

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En cuanto a lo que a los niños se refiere, habrá algunos que sí digan la verdad la mayor parte de las veces. Exacto, algunos, no todos y no siempre. Es indiferente la edad que tengas puesto que todos seguimos siendo seres humanos y los seres humanos mentimos por naturaleza o iniciativa propia; como prefieras llamarlo, independientemente del nivel y la calidad de la mentira y del motivo que nos lleve a decirla.

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