Porque, incluso siendo asexual, la autoaceptación de tu sexualidad y género —que no son cosas ligadas— es primordial en cada aspecto de tu vida. Una nula o vaga comprensión de tu cuerpo desemboca en trastornos emocionales severos con el paso del tiempo.

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Un psicólogo te ayuda autodescubrirte. Dependiendo de qué es lo que presentes al comenzar la primera sesión, puede preguntarte —directa o indirectamente— si has tenido relaciones o fantasías homosexuales, a qué edad comenzaste a tener relaciones, qué opinas de la masturbación o si la practicas, qué tan enriquecedora te resulta tu vida sexual.

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También se termina sabiendo tu inclinación cuando se quiere cotejar la idea de que la misma sea producto de un trauma (por ejemplo: una chica bisexual que asocia el sexo con hombres con violencia debido a ser sobreviviente de abuso sexual, o un hombre con tendencias homosexuales reprimidas por haber sido víctima de machismo, nuevamente, abuso sexual en su niñez).

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No en todos los casos es igual, ya que no todos van al psicólogo por lo mismo. Pero sí qué es importante.